La mitad de todo
María de Maeztu, la mejor pedagoga del siglo XX
Hasta el 8 de marzo de 1910 las mujeres no podían formarse en la licenciatura que quisiesen sin el consentimiento previo del Consejo de Ministros. Poco tiempo después, en 1915, María de Maeztu (Vitoria, 1881-Mar del Plata, 1948) creó la Residencia de Señoritas de Madrid, con la que cambió la enseñanza femenina, permitiendo no sólo que las universitarias ampliasen sus estudios, sino que también tuviesen mayor independencia frente a los hombres. Tal hito convierte a la pedagoga en un ejemplo clave de La mitad de todo, la sección de Verano libre dedicada a recordar a algunas de las mujeres más relevantes del siglo XX español.
La madre de María de Maeztu, Juana Whitney, marcó su vida. Tras la muerte de su padre, Manuel de Maeztu Rodríguez, su familia se vio en la ruina y, su madre, con cinco hijos a cargo, decidió abrir una academia para chicas en Bilbao. En ella enseñaba idiomas y cultura general y fue el germen de la Residencia de Señoritas. Maeztu le ayudaba en algunas tareas que tenía que realizar como directora del centro y, mientras tanto, cursaba estudios de Magisterio, cuyo título consiguió en 1902.
Una vez fue profesora, ejerció como tal en una escuela pública de Bilbao, en donde impartió clases bajo algunos de los principios de la Institución Libre de Enseñanza: coeducación, laicismo, sin exámenes, sin memorizar o la colaboración permanente entre familias y escuela. Era una educación integral en la que no sólo se enseñaba cultura general sino que también formaban al alumnado como persona. Además, María de Maeztu implantó las clases al aire libre y las primeras colonias escolares. Se convirtió en una pedagoga de renombre a la que invitaban a dar conferencias en colegios, institutos y universidades y, en ellas, mostraba sus ideas feministas. Esta defendía que las mujeres no eran inferiores a los hombres en ningún aspecto; que eran libres de elegir si casarse o no y también estaba a favor del divorcio.
Residencia de Señoritas
La formación de María de Maeztu no terminó cuando obtuvo el título de profesora, en 1907 consiguió el bachiller en Vitoria y dos años más tarde se matriculó en la Universidad de Salamanca –era alumna no oficial– en Filosofía y Letras. Allí fue alumna de Miguel de Unamuno y un tiempo más tarde, en 1915, se licenció en esta carrera en Madrid, en donde recibió clases de José Ortega y Gasset, quien se convirtió en un gran amigo de la maestra.
Por su trayectoria y su manera de enseñar, María de Maeztu recibió numerosas becas para viajar al extranjero y aprender sobre nuevos métodos pedagógicos. París, Bruselas, Londres, Oxford y Columbia fueron algunos de sus destinos y sobre estas experiencias habló en conferencias y periódicos de la época. En 1915 la Junta de Ampliación de Estudios decidió abrir una residencia de estudiantes destinada a mujeres, la Residencia de Señoritas, y eligió a la prestigiosa pedagoga para que fuese su directora. Aquel centro acogía a estudiantes que iban a la universidad en Madrid, pero también a las intelectuales extranjeras que estaban de visita por la capital.
Josefina Carabias, alumna de María de Maeztu y una de las primeras periodistas españolas, aseguró lo siguiente sobre la importancia que tuvo el centro de sobre las mujeres: "Indudablemente, la Residencia de Señoritas no ha sido la consecuencia, sino la causa de que haya tantas muchachas en la Universidad". De hecho, la residencia era un lugar tan valioso para las estudiantes que muchas veces se ponían a disposición de su directora incluso cuando no había clases: "[...] como el tiempo de vacaciones toca a su fin es necesario disponerse para reanudar los trabajos del curso; por lo tanto, el lunes 1 de octubre llegaré a esa en las horas de la mañana continuando en esa Residencia a la que tanto debo". Victoria Kent fue quien le escribió en 1917 estas palabras a Maeztu, pues la diputada y directora de Prisiones durante la II República fue alumna de "la mejor pedagoga de el país", como la definió Ortega y Gasset.
Además de las clases, en la Residencia de Señoritas se organizaban tertulias, exposiciones, conciertos y conferencias, a las que acudían grandes personalidades del momento como Clara Campoamor, Gabriela Mistral, Federico García Lorca –allí recitó Poeta en Nueva York– Azorín, Gregorio Marañón, Pedro Salinas o Victoria Ocampo.
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La pedagoga revolucionó tanto la enseñanza española que hasta en el extranjero reconocieron su trabajo. En 1919 la Universidad Smith College la nombró doctora honoris causa. Mientras que en su país seguían contando con ella para ponerse al frente de los pioneros centros educativos que se creaban, como el Instituto-Escuela, en donde dirigió la Sección Primaria junto con otras maestras de prestigio: María Goyri, Josefa Castán Zuloaga y Teresa Recas. Las clases solían ser al aire libre y acudían tanto chicos como chicas, quienes no tenían libros de texto sino que disponían de un cuaderno y apuntaban lo que el profesorado explicaba. Fue otro éxito de Maeztu con el que el alumnado disfrutaba: "[...] nos íbamos a nuestras casas los sábados deseando que llegase el lunes para volver al colegio, no teníamos tareas ni deberes, no teníamos obligaciones monstruosas, como los niños de ahora [...]", afirmó la escritora Carmen Bravo-Villasante.
Otro de los cargos importantes que ocupó María de Maeztu fue el de presidenta del Lyceum Club Femenino, que fundó junto con Victoria Kent, la periodista y escritora Isabel Oyarzábal y la escritora María Lejárraga, entre otras mujeres destacadas. Se trataba de una asociación elitista que defendía los derechos de las mujeres y un espacio propio para organizarse y tratar sus intereses. Sin embargo, todos los esfuerzos de la pedagoga se esfumaron cuando Franco protagoniza el golpe de Estado en 1936. Bajo la dictadura la educación ya no importaba y mucho menos la de las mujeres, que volvieron a sus casas y a no tener voz propia.
La vida de la maestra también cambió por completo. El 29 de octubre de 1936, milicianos republicanos fusilaron en Madrid tras una saca a su hermano, el escritor Ramiro de Maeztu, y María se exilió a Buenos Aires, en donde impartió clases y vivió hasta su muerte, en 1948.