Polonia: la línea roja que sobrepasó Hitler

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¿Qué pasó?

“El Ejército alemán ataca Polonia; ciudades bombardeadas y puertos bloqueados; Danzig es aceptado en el Reich”. Con este titular a ocho columnas abrió el diario estadounidense The New York Times aquel histórico viernes de septiembre, dedicando toda la primera página al mismo acontecimiento. Y, dada la importancia del suceso, no era para menos. Tras la anexión de Austria y Checoslovaquia —con el beneplácito de Francia y Gran Bretaña, que querían relajar la tensión y evitar un nuevo conflicto armado en la zona—, la Alemania nazi volvió a mover ficha en su política expansionista e invadió Polonia. Hitler había cruzado la línea roja y así se lo harían saber dos días más tarde Francia y Reino Unido. Arrancaba en Europa uno de los acontecimientos más sangrientos de todo el siglo XX: la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuándo pasó?

La ocupación se produjo un año después de que los primeros ministros británico y francés, Arthur Neville Chamberlain y Édouard Dadalier, respectivamente, acordasen con Adolf Hitler la incorporación del territorio checoslovaco conocido como los Sudetes a Alemania a través de los Acuerdos de Múnich (30 de septiembre de 1938), y cumplida sólo una semana del Pacto Ribbentrop-Mólotov (23 de agosto de 1939) entre el país germano y la URSS, que contenía un protocolo adicional secreto en el que ambos países se repartían la práctica totalidad del este de Europa, incluida Polonia —“las esferas de influencia de Alemania y la URSS se delimitan aproximadamente por la línea de los ríos Narew, Vístula y San”, recogía el texto—.

Así, con este contexto previo, soldados de la Wehrmacht invaden en la madrugada del 1 de septiembre de 1939 el país vecino dando inicio a una campaña militar por tierra, mar y aire, con los aviones de la Luftwaffe (fuerza aérea germana) bombardeando constantemente las concentraciones de tropas polacas y sus vías de comunicación. El 6 de octubre, cinco días después de que las fuerzas invasoras tomasen Varsovia tras más de dos semanas de sitio a la capital, las últimas unidades del país se rindieron definitivamente. Sin embargo, la descomposición de Polonia era cuestión de tiempo desde que la URSS tomase, el 17 de septiembre, la zona oriental del país.

¿Quiénes fueron los protagonistas?

Aunque ambos países habían firmado un pacto de no agresión en 1934, que rebajaba un poco la tensión que existía tras la firma del Tratado de Versalles por el que Alemania se comprometía a renunciar a cualquier tipo de pretensión sobre el país vecino, las exigencias del Führer en relación al territorio polaco fueron reapareciendo poco a poco. El historiador David Solar las señaló en el diario El Mundo: “La internacionalización de Danzig y la existencia del corredor polaco hasta el Báltico, desgajando Prusia Oriental del territorio germano, le parecían fundados motivos para atacar Polonia e, incluso, se regodeaba con la posibilidad de que Londres y París consideraran que el pretexto era suficiente para lavarse las manos y abandonar a los polacos”.

En el momento del ataque, Polonia se encontraba liderada por dos caras visibles a causa de la muerte del mariscal Józef Pilsudski: el general Edward Rydz-Smigly e Ignacy Moscicki, que continuó ocupando el puesto de presidente aunque sin tener responsabilidades políticas —estaban en manos del grupo de militares cercanos al general—.

En relación con los ejércitos, la superioridad militar alemana resultó decisiva en la rápida expansión de la Wehrmacht por todo el territorio polaco. Aunque no hay datos concluyentes, se estima que el número de soldados del Tercer Reich casi doblaba al de Polonia. Además, el país germano contaba con un armamento potente y renovado. Sin embargo, las tropas polacas resistieron ferozmente en algunos momentos de la campaña esperando un contraataque aliado en la frontera francesa que nunca se produjo. Las garantías que Francia y Reino Unido habían ofrecido al país invadido en caso de un ataque alemán no se cumplieron.

¿Qué fue de sus protagonistas?

Dos días después de la invasión de Polonia, Francia y Gran Bretaña declaran oficialmente la guerra a Alemania. Durante el invierno de ese mismo año, el país germano decide poner un punto y seguido a su política expansionista para reagruparse, mientras que Francia y Gran Bretaña no se decidían a lanzar ataques contra los territorios en manos del Tercer Reich. Finalmente, en abril de 1940, el führer vuelve a mover ficha y la Wehrmacht invade Dinamarca y Noruega.

El poder político polaco, por su parte, tuvo que abandonar el país cuando la victoria alemana ya era un hecho. Así, Rydz-Smigly y Moscicki se refugiaron en Rumanía. El 30 de septiembre de ese mismo año, el que había sido presidente del país se ve obligado, tras las presiones de Francia, a renunciar a su cargo, designando como presidente polaco en el exilio al viejo militar Władysław Raczkiewicz.

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¿Por qué fue importante?

“Esta mañana el embajador británico en Berlín le entregó al Gobierno alemán una nota final manifestando que, a menos que para las once horas recibamos respuesta diciéndonos que están preparando el inmediato retiro de sus tropas de Polonia, existirá el estado de guerra entre nosotros. Debo decirles ahora que tal compromiso no ha sido recibido y en consecuencia este país está en guerra con Alemania”. Con estas palabras del primer ministro británico, Neville Chamberlain, Gran Bretaña declaraba definitivamente la guerra al país germano. Cinco horas más tarde, Francia secunda la decisión inglesa.

La invasión de Polonia fue el detonante de una sangrienta Segunda Guerra Mundial que duraría 6 años y dejaría más de 50 millones de muertos —la mitad de ellos en Alemania, Polonia y la URSS—, así como un descomunal número de heridos y unos 50 millones de desplazados forzosos. Además, las pérdidas económicas fruto del conflicto fueron muy elevadas: algunos especialistas sitúan las cifras en el billón y medio de dólares.

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