“Me colaron un gol”: Rosa Villacastín revive la angustia por informar del estado terminal de Amparo Muñoz
La periodista Rosa Villacastín tiene una larga trayectoria profesional. Ha trabajado en medios de comunicación como Diario Pueblo y en cadenas de televisión como Telecinco y Antena3, además de haber colaborado en radios como Cadena Ser. Y, como es lógico, durante todos los años que Villacastín lleva en activo ha visto informaciones falsas de todo tipo.
El bulo más impactante y sonado que la periodista ha tratado tuvo lugar a principios de 1990 y fue ella misma quién lo contó. “Me colaron un gol importante”, anticipa Villacastín. En enero de dicho año, la periodista publicó en la portada del periódico Ya una noticia asegurando que Amparo Muñoz, modelo y ex Miss Universo, estaba al borde de la muerte al haber contraido sida.
En conversación con infoLibre, Villacastín explica los motivos que le llevaron a dar dicha noticia. Para empezar, quien dio la información a la periodista fue “un catedrático de la Facultad de Medicina”, que le dijo que la modelo estaba ingresada en el Hospital Clínico. La policía secundó la información y añadió que se había intentado tirar desde una ventana. Todo parecía indicar que la historia era real.
Villacastín explica que tanto ella como el otro redactor con el que trabajaba se plantearon si dar o no la información, debido a la delicadeza del asunto. “Si te dicen que hay que darlo, hay que darlo”, asegura la periodista. Y lo publicaron. Una semana después, la modelo apareció en Málaga con un aspecto sano y perfecto, desmintiendo la información de Villacastín. “Nos quedamos muertos”, confiesa.
Muñoz intentó demandar a Villacastín por la noticia. Para que la querella prosperara, la modelo debía realizarse unos análisis médicos que nunca pudo presentar. “Yo creo que era una verdad a medias”, subraya la periodista, quien cree que Muñoz y su fotógrafo pudieron haber hecho un montaje por temas económicos. La cosa no quedó ahí. Villacastín cuenta que el hombre con el que salía la modelo en aquel momento intentó entrar en su hogar. “Me tuve que ir de mi casa”, rememora.
Se hacían pasar por mi y decían en mi nombre que quería colgar a todos los homosexuales
Otro bulo que la periodista ha visto recientemente tuvo lugar en un plató de televisión. En una tertulia política apareció una catedrática asegurando que la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, era transexual. “¿Cómo se puede permitir esto en televisión?”, se pregunta Villacastín, quien asegura que hasta ahora no se había llegado a “tal grado de degradación”.
Es posible que alguien que no esté familiarizado con la actualidad política pueda creerse esta mentira. A nivel general, los usuarios están muy expuestos a las fake news. “Es casi imposible no comernos algún bulo”, cuenta Villacastín. No hay una fórmula mágica para saber si una información que vemos es verdadera o no rápidamente. Contrastar las noticias siempre es recomendable, aunque llevarlo a cabo continuamente es “dificilísimo”.
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Aún más complicado es no comerse ningún bulo en las redes sociales, donde abunda la desinformación. En ellas ha proliferado una forma de emitir informaciones falsas como si la estuviera contando un periodista reputado: imitar perfiles. Villacastín ha sido víctima de ello: “Se hacían pasar por mi y decían en mi nombre que quería colgar a todos los homosexuales”. La periodista explica que denunció este hecho, aunque no sabe si el o los responsables han recibido algún castigo. Para evitar caer en este tipo de bulos, recomienda fijarse minuciosamente en los detalles del perfil de quien cuenta una información sospechosa.
Contar con un periodismo fiable es algo “fundamental” en la era de la desinformación, de acuerdo con Villacastín, quien afirma que los medios de comunicación deberían contar con más verificadores y personas especializadas en la detección de bulos. Esta es una tarea que difícilmente puede desempeñar el usuario medio. “No podemos exigir a un señor normal que investigue”, afirma.
“Los periodistas estamos siempre vendidos”, sostiene Villacastín. Por ello, el único aval que tienen los profesionales de la información es su nombre y su apellido, los cuales se juegan “todos los días”. “Un día metes la pata y te has caído con todo el equipo, parece que sólo los periodistas se equivocan en su trabajo”, concluye.