Sí, la ciencia puede manipular el clima y España ya lo hace
En la tarde del 18 de agosto de 1891 tuvo lugar el primer intento oficial del hombre para invocar a la lluvia. Fue cerca de la ciudad de Midland (Texas, EEUU) y el experimento lo llevó a cabo Robert G. Dyrenforth, un productor de patentes que creía –como muchos otros antes que él– que las explosiones generaban precipitaciones. Hizo volar un globo cargado con hidrógeno a 2.000 metros en una zona nublada y poco después dio corriente a unas cometas cargadas de dinamita. La explosión retumbó en la atmósfera y comenzó a llover a cántaros, según relata Kristine C. Harper, profesora de Historia en la Universidad de Florida, en su libro Haz que llueva. El control estatal de la atmósfera en los Estados Unidos del siglo XX (2017). La escritora revela que en realidad el experimento estaba "vacío de teoría meteorológica, metodología científica y asesoramiento experto", y que dos años después Dyrenforth ya era un personaje ridículo en Estados Unidos.
El ser humano ha tratado desde hace siglos de alterar el entrono para garantizarse el acceso al agua. Construir acequias para regar, levantar embalses, agujerear el suelo en busca de acuíferos y más recientemente, desalar el agua de mar o modificar la genética de las plantas para reducir su consumo de agua. José Luis Sánchez, el mayor experto en España en la manipulación de las nubes, cree que ya es el momento de mirar al cielo y buscar allí el agua que cada día escasea más en el planeta.
"Nos parece normal alterar los ríos, también el subsuelo, pero si lo intentamos con el cielo nos parece raro, cuando es igual de normal", opina el investigador, que ha trabajado cuatro décadas en proyectos de alteración de la lluvia en todo el mundo, también en España. "Lo que no se puede hacer es decir que la atmosfera no se toca, cuando nos están sobrevolando ríos de humedad en la atmósfera. Por lo menos habrá que estudiarlo para ver si nos merece la pena explotar esa vía", añade.
En realidad, la modificación de la atmósfera no es nueva en España. Se investiga desde mediados del siglo XX y se han desarrollado proyectos en Cataluña, País Vasco, La Rioja, Canarias, Ceuta… y todavía hoy es una realidad en Madrid y en Aragón. Aun así, la península tiene una apuesta muy pequeña en la modificación del clima en comparación con otros países. Francia lleva 80 años desarrollando métodos para reducir el daño del granizo, Emiratos Árabes Unidos tiene un programa muy avanzado para incrementar las precipitaciones y en Estados Unidos y Australia llevan años aumentando la potencia de las nevadas de manera artificial en zonas de montaña. China es otro de los países más avanzados en este campo, y el hecho de que un Gobierno no democrático sea una potencia en la manipulación de las nubes alimenta la conspiranoia.
Sánchez, catedrático de Física de la Universidad de León, explica a infoLibre que en realidad la alteración del clima es mucho más sutil que lo que vemos en las películas de ciencia ficción, o lo que algunos seudocientíficos difunden. En este momento hay cuatro formas de manipular la atmósfera: disipar la niebla en un sitio concreto, incrementar (ligeramente) las lluvias en una zona donde haya nubes, intensificar las nevadas en lugares donde ya nieve y reducir la agresividad de las granizadas. Todo ello mediante un compuesto químico llamado yoduro de plata.
¿Cómo se intensifica la lluvia artificialmente?
Según relata José Luis Sánchez, en el interior de una tormenta estándar hay aproximadamente un millón de toneladas de agua y cuando llueve sobre nosotros realmente solo cae entre el 3% y el 5% de la carga de las nubes, pero la inmensa mayoría del agua permanece en el cielo y se mueve por la atmósfera en los llamados ríos atmosféricos.
¿Por qué solo cae una pequeña parte del agua? Porque el resto no tiene el suficiente peso para precipitar. Resulta que la mayoría de las gotas que forman una nube son minúsculas (menos de 10 micras) y flotan separadas entre sí en forma de vapor. Esas gotitas no son capaces de congelarse por sí solas si la temperatura es superior a los -39 grados, salvo que se peguen a una partícula llamada núcleo de congelación (una impureza del aire, como una sal o una bacteria).
Así lo resume el experto: "La lluvia es en realidad un milagro. La formación de nubes no es complicada, pero es muy difícil que se creen zonas dentro de esa nube capaces de precipitar agua. Tienen que darse muchas condiciones para que primero se generen gotas mayores a 10 micras, que estas capten un núcleo y que la gota crezca lo suficiente para caer a la tierra. Por eso vemos tantas veces nubes, pero no llueve".
Una vez que el vapor de agua toca uno de estos núcleos, se congela al instante y comienza a atraer a más gotitas de su alrededor, formando una gota cada vez más grande. El proceso, describe Sánchez, es similar a cuando abrimos un congelador y el vapor de alrededor se convierte en escarcha. Una vez que la gota congelada pesa lo suficiente, se precipita a la tierra y se va descongelando a medida que cae.
Lo que propone la ciencia es ayudar a que las partículas de agua de una nube se junten entre sí para facilitar la lluvia. Es aquí donde entra en juego el yoduro de plata. En la atmósfera generalmente hay muy pocos núcleos congeladores que faciliten la formación de gotas grandes de agua, pero el yoduro es un químico que actúa como tal. Un gramo de este compuesto genera billones de núcleos congeladores.
El impacto de todo este proceso en la naturaleza es relativamente pequeño. Según el investigador, una nube que precipita el 5% por sí sola, aumenta al 6% con el yoduro. Pero eso supone un incremento del 20% en el agua desembalsada, por lo que sí supone un cambio importante en las tierras sobre las que llueve. El experto asegura que el yoduro de plata ha sido ampliamente estudiado en países como EEUU y Australia y los investigadores han concluido que no tiene impacto en el medioambiente. Esta técnica tampoco reduce las lluvias en los alrededores de la zona donde se ha esparcido el yoduro.
En 2021 el Instituto Geológico y Minero de España y el CSIC publicaron un estudio sobre las consecuencias del uso de yoduro de plata en Aragón, y los investigadores concluyeron que la presencia de ese químico aumentaba en la zona donde se había diseminado, pero por debajo de lo esperado, tras 50 años de uso. "Nuestros resultados muestran que las concentraciones de yoduro de plata en el agua y los suelos de las zonas cubiertas por las redes antigranizo son más elevadas que en otras zonas, aunque las concentraciones están por debajo de los umbrales legales. También hemos observado que la plata parece ser absorbida por las plantas y la biota, lo que actuaría como un flujo de salida de plata y podría contribuir a eliminarla de los ecosistemas", concluyeron los autores.
¿Qué proyectos hay en España?
La modificación del clima se realiza en España desde mediados del siglo pasado. Los intentos para intensificar las lluvias han sido muy limitados y se remontan a los años 50 en Toledo y en Ceuta. También en los 80 finales se experimentó en el valle del Duero y Canarias. Pero lo más estudiado en España, como en muchos países del Mediterráneo, es la reducción del impacto de las granizadas, que causan estragos en la agricultura. José Luis Sánchez cita proyectos en Albacete, en Navarra, en Álava, en La Rioja, en Madrid y en Aragón. En estos dos últimos continúan todavía hoy, y en Madrid, asegura, acaban de modernizar su sistema –ubicado en el sur de la Comunidad– y es ahora un equipo puntero en Europa. Está compuesto por 14 quemadores (el químico se dispara desde tierra, no desde un avión), ubicados en la zona de Las Vegas y la Baja Campiña.
El funcionamiento de la alteración del granizo es similar al de la lluvia. Una tormenta de granizo produce gotas de agua muy gordas, de hasta un centímetro de grosor, y cuando se unen varias y se congelan, forman una pelota que cae a la tierra. Sin embargo, si se vierte sobre la zona yoduro de plata cuando las gotas están todavía separadas, es posible congelarlas y que no lleguen a unirse, de forma que cuando se precipitan el granizo es más pequeño. El proyecto desarrollado en Aragón concluyó que la fuerza de la tormenta de granizo se reduce entre un 30% y un 40% con este sistema.
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La manipulación del clima ha dado pie desde hace décadas a las teorías de la conspiración. También en España, donde la Agencia de Meteorología recibe cada semana decenas de mensajes en Twitter acusando al organismo de manipular el clima con las estelas de los aviones.
"Cada vez nieva y llueve menos, hay más incendios y sequías donde antes no había problemas de agua. Llega más viento sur y calima. ¿Hasta cuándo pretenden seguir jugando con la naturaleza y nuestra salud", dijo una usuaria en abril, citando a este organismo.
La AEMET explica a menudo –con poco éxito– que ese vapor que se forma tras los aviones son estelas de condensación, o nubes heladas, que se forman por la condensación del vapor de agua contenido en las emisiones de los motores. "A veces, durante el despegue y el aterrizaje, también se forman otro tipo de estelas en la punta de las alas, por condensación del vapor atmosférico a causa de la bajada de presión y temperatura que se produce al paso del avión", afirman los meteorólogos de la agencia. Estas estelas pueden ser pasajeras, persistentes o incluso extenderse a lo ancho del cielo al interactuar con otras nubes, añaden. La AEMET confirma a este periódico que no tiene ningún proyecto de alteración del clima en España en este momento. Los que hay ahora en funcionamiento dependen de las comunidades autónomas.