Andrea Rizzi: “Las democracias están siendo atacadas en este nuevo orden mundial”

Andrea Rizzi (Roma, 1975) ejerce como corresponsal de asuntos globales para el diario El País, donde escribe también una newsletter llamada Apuntes de geopolítica. Acaba de publicar el libro La era de la revancha (Anagrama), en el que alerta sobre las amenazas globales a la democracia tanto desde Oriente como desde dentro del propio Occidente. Sobre la situación actual, recuerda el libro de Chirstopher Clark, Sonámbulos. Cómo Europa fue a la guerra en 1914, y a pesar de las diferencias con aquel momento, percibe en nuestras sociedades “ciertos elementos de sonambulismo en el sentido de un proceder que tal vez no entiende los riesgos que entraña en sí mismo”.

Diagnóstico sobre Europa en el nuevo esquema mundial

“Si consideramos a Europa como un paciente, el pronóstico es el de un enfermo débil y muy dependiente en asuntos clave como la fortaleza militar, el desarrollo tecnológico estratégico y todavía tiene una relevante dependencia energética del exterior. Con lo cual, si usamos la metáfora de Europa como paciente, me temo que, para este año y probablemente para los venideros lo que cabe esperar es fragilidad y dependencia. Una dependencia que, además, puede convertirse en auténtico vasallaje. Porque esta debilidad nos expone en asuntos tan clave y estratégicos que, en el futuro, no digo en términos inmediatos, podemos correr riesgos muy serios debido a estas situaciones. Por lo tanto, creo que es necesario que Europa avance en un camino de integración y de competitividad que le permita superar esas fragilidades y dependencias”.

Por qué es la era de la revancha

“El concepto de revancha con el cual titulo el libro es un intento de recuperar territorios bajo la bandera de instintos nacionalistas. Se produce de manera distinta tanto en Oriente como en Occidente. En Oriente, tenemos regímenes autoritarios que tratan de recuperar posiciones, tras periodos con una posición de subordinación respecto a Occidente. China quiere recuperar ese protagonismo y lo hace claramente envuelta en una bandera nacionalista, de momento por la vía de las relaciones y el comercio. En el caso de Rusia sucede algo parecido, pero utiliza el belicismo para reconstruir el imperio perdido. Esta revancha se produce de otra forma también en Occidente. Se declina de la siguiente manera. Es la voluntad de recuperación de terrenos de las clases populares. En las últimas décadas, han sentido en gran medida que el sistema que se había ido construyendo y desarrollando no les favorecía y tienen un resentimiento, un malestar y un deseo de recuperar terreno. Ese deseo ha sido aprovechado por fuerzas populistas que prometen un cambio del sistema. Asistimos a dos movimientos de revancha, desde Oriente y desde Occidente, que creo que son las dos fuerzas principales que están plasmando nuestro tiempo, creando un remolino tremendo que nos succiona hacia abajo un poco a todos”.

Antídoto contra los populismos

“El nacionalpopulismo es un veneno que nos intoxica y con potencial auténtico, letal. Pero cuando pensamos en el antídoto, el punto de partida necesario es tener claro que no hay un factor, un elemento único, mágico, que pueda contrarrestarlo. Se trata más bien de un compuesto de muchos factores que es muy difícil hallar y mezclar de forma adecuada. En el plano de fondo, destacaría dos elementos clave del antídoto. Uno es la cohesión social y el otro es la educación de los ciudadanos. Es fundamental encontrar narrativas para contrarrestar las narrativas manipuladas que proceden de ámbitos nacionalpopulistas. Y hay que elaborar vías de cooperación porque es un desafío existencial y por lo tanto requiere una respuesta excepcional. Cada uno tenemos nuestra visión política, pero creo que es fundamental en este momento crítico para las fuerzas moderadas de un color y de otro aparcar las armas, deben cooperar. Hay terrenos sagrados donde el combate no debería llegar”.

Agenda internacional de Trump

“Creo que tiene en la cabeza un nuevo orden mundial. No creo que tenga una elaboración intelectual sofisticada al respecto, pero sí unas ideas básicas, como la voluntad de voladura del poco multilateralismo construido. Es un proyecto que muy probablemente desembocará en un mundo con esferas de influencia, porque un mundo que se basa en la fuerza de alguna manera conduce a una arquitectura en la que las mayores potencias tienen espacios en los que proyectan su fuerza. Por supuesto, América primero. Pero hay una lógica en lo que hace que me induce a pensar que está cómodo con esta idea de esferas de influencia. Sus primeras acciones han ido hacia interpretar que Estados Unidos tiene derecho a esa esfera de influencia en su ámbito inmediato. Quiere el control de Groenlandia. Propone la adhesión de Canadá. Pretende recuperar el control del Canal de Panamá. Falta por ver hasta qué punto estará conforme con que otros, China y Rusia, proyecten su influencia en sus entornos. Pero creo que su orden mundial está basado en la fuerza y erradica las esperanzas de un sistema multilateral basado en reglas”.

Posibilidades de un nuevo orden mundial

“Creo que Trump tiene buenas posibilidades de conseguir una parte relevante de lo que se propone. No todo y no sin resistencia. Hay otros actores que se están moviendo, que tienen capacidades. China, desde luego, Europa no tanto en términos militares y tecnológicos, pero sí en términos comerciales o en capacidad de conectar con otros países o bloques, como hemos visto con el reciente acuerdo comercial con Mercosur. Pero Estados Unidos, pese al avance de otros, sigue reteniendo una extraordinaria fuerza basada en distintos pilares. La fuerza militar, por supuesto. La económica, a pesar de que China en los últimos lustros ha acortado distancias, ha sido por su propio extraordinario éxito, no porque la economía estadounidense haya colapsado. Y tiene una fuerza tecnológica. Esos tres pilares, militar, económico y tecnológico, Trump podrá utilizarlos para llevar adelante su agenda. Además de la fortaleza propia de Estados Unidos, las relaciones de la nueva Casa Blanca con grandes emperadores tecnológicos y, digamos, un cierto deshilachamiento del resto del mundo, crean un terreno propicio para que pueda conseguir cosas”.

Crisis de las democracias

“Las democracias están siendo atacadas en este nuevo orden mundial y lo seguirán estando desde dos frentes. Por un lado, el de los regímenes orientales como China, Rusia, Irán, Corea del Norte, Bielorrusia, que claramente intentan debilitar, erosionar, sabotear a las democracias, cada uno a su manera. Rusia, con un ataque militar y acciones de sabotaje e interferencia; China intentando cambiar los valores de referencia del orden internacional, entre ellos la democracia y los derechos humanos, tratando de relativizarlos. En Occidente el ataque viene de esas fuerzas nacionalistas y populistas. Y ahora habrá que resistir sin Estados Unidos. El país ha cometido grandes abusos en su historia y ha traicionado los valores que defiende, en Irak, Guantánamo, Abu Ghraib... Aun así, ha seguido siendo una democracia vibrante. No digo que estemos ante el ocaso de la democracia estadounidense, pero sí en una fase en la que el máximo poder político no va a ser una fuerza en pro de la democracia en Estados Unidos y muchísimo menos en el resto del mundo”.

El capitalismo como catalizador de la situación actual

“La actuación del capitalismo es esencial para entender el devenir del mundo en varios sentidos. Por un lado, ha habido en el pasado reciente grandes muestras de un capitalismo excesivo, abusivo, que ha provocado graves consecuencias. En el libro hago referencia a un pasaje de La divina comedia, donde Dante se encuentra con tres bestias que le impiden el camino hacia un lugar mejor. La peor es una loba, símbolo de la codicia, de la avidez. Describe a un animal que cuanto más comía, más delgado estaba. Creo que el capitalismo occidental, en muchos sentidos, responde a esa imagen dantesca. Ha creado un enorme daño porque ha fomentado un malestar en el seno de las sociedades occidentales que después los populistas han sabido aprovechar. Es distinta la situación de Estados Unidos y la de Europa, donde las redes de protección social funcionan. Aun así, muchos en las clases populares occidentales, también en las europeas, perciben una divergencia con las clases altas beneficiadas del mundo globalizado, del libre comercio que deslocaliza empresas, en el que había una fuerte competencia en el mercado laboral con salarios a la baja”.

Disfunciones sociales de la globalización

“Al mismo tiempo, ese capitalismo ha permitido que China adquiriera una fuerza enorme. Es de celebrar que cientos de millones de ciudadanos chinos hayan salido de la pobreza, por supuesto. Al mismo tiempo, tal vez algunas cosas se han hecho solo sobre la base de la de la búsqueda del beneficio con desatención de factores clave. Y esto también ha permitido al régimen chino hacerse con mucha rapidez y facilidad con tecnologías que después usa para la represión de su pueblo o para avanzar intereses en la escala global bajo principios de dudosa adhesión a algunos valores que son, a mi juicio, esenciales. Con lo cual el capitalismo es una de las fuerzas motrices fundamentales del tiempo moderno y algunos excesos creo que son la clave de interpretación de desequilibrios e inestabilidades que sufrimos ahora”.

China en el nuevo orden mundial

“Creo que China va a desarrollar una estrategia multifacética. Tratará de erigirse en el líder de un sur global muy molesto por la actitud del norte, en concreto de los Estados Unidos de Trump. A la vez buscará ser pilar fundamental de una alianza de regímenes autoritarios, aunque nunca cruzará el umbral de exponerla al riesgo de represalias por parte de otros países del mundo porque la proyección económica es un elemento fundamental para seguir avanzando en el camino de la prosperidad. En el momento en el que Estados Unidos se retira de ese orden económico mundial abierto de forma aparatosa, en cierto sentido brutal, China reforzará su apuesta por perfilarse como garante de este orden, como una fuerza estabilizadora. Aunque lo hace solo para defender su propio interés, no hay ninguna benevolencia, ninguna adhesión a valores superiores”.

La competición de las inteligencias artificiales

“Creo que la inteligencia artificial es un desarrollo tecnológico que es la base para extraordinarios avances que pueden ser muy beneficiosos en cierta medida para la humanidad y muy peligrosos en otro sentido. Y creo que, en la lógica de la competición entre potencias, es un elemento clave que puede permitir ventajas extraordinarias en distintos ámbitos, desde el ámbito militar, por supuesto, hasta el ámbito de la interferencia en la vida política y social de otros países. Puede ser fundamental, por supuesto, para el avance económico que genera la fuerza que luego se convierte en fuerza militar. Por lo tanto, diría que la inteligencia artificial se perfila como un factor absolutamente crucial en la definición de los equilibrios de fuerzas del nuevo tiempo”.

La inteligencia artificial y la calidad de la información

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“Me temo que ante la disyuntiva de si la inteligencia artificial tendrá o no beneficios en la difusión de información de calidad optaría por una respuesta pesimista porque creo que las democracias no deben renunciar a conceptos fundamentales como la libertad de expresión. Con ese punto de partida es muy difícil lograr contener, filtrar, los excesos y las manipulaciones del debate público que pueden cometerse gracias a la interacción entre redes sociales e inteligencia artificial. La única verdadera herramienta de defensa es la educación de las personas, que tengan instrumentos para conducirse en este panorama complicado, repleto de insidias, brumoso, tóxico. Hace falta auténtica determinación y compromiso para elevar los estándares de educación de los ciudadanos. Desgraciadamente no veo que estemos ahí”.

Por una unión de los demócratas

“Más allá de disyuntivas entre pesimismo y optimismo lo que importa es un apego inquebrantable a los valores fundamentales. Eso requiere, de entrada, tenerlos claros, saber cuáles son. A mi juicio, son la democracia, los derechos humanos y principios internacionales como la inviolabilidad de la soberanía y de la integridad territorial. Estos valores deberían venir antes de adhesiones políticas fundamentales como la visión progresista, conservadora o liberal del mundo, de la vida. Ese plano es esencial para hacer muchas cosas, pero hay valores que están incluso por encima. Es fundamental tenerlos claros, ordenarlos, priorizarlos. Lo único que importa es un apego inquebrantable a esos valores. Es la única manera de desactivar las corrientes tóxicas de este tiempo, de esta era de la revancha, según la defino en el libro”.

Las redes sociales como herramienta política

“Que las redes sociales estén en manos de tecnoemperadores, activistas, políticos extremistas y encima miembros del gobierno más poderoso del mundo me parece una realidad absolutamente inquietante. Nos hace pensar en demagogos, tiranos, oligarcas de otro tiempo, categorías del pensamiento que proceden de la antigua Grecia. Son una tormenta perfecta con el potencial de hacer un daño enorme. Ya lo han hecho y harán más todavía. Por otro lado, a la democracia hay que defenderla con determinación, con valentía. Y es un combate complicado que de momento no es muy prometedor. Hay que equilibrarlo con toda la fuerza de la que disponemos, pero sin cruzar nunca algunas líneas rojas. El fin no justifica todos los medios”.

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