Ángel Gabilondo era el hombre acordado por el Gobierno de coalición con el PP para ocupar por consenso el puesto de Defensor del Pueblo. La negativa durante estos meses de los populares a llevar adelante los pactos en los estamentos judiciales provocó, colateralmente, que su nombramiento se quedara también estancado. Gabilondo, durante estos meses, parece que se ha comportado más como Defensor del Pueblo que como jefe de la oposición a Díaz Ayuso. Su perfil alejado de toda controversia política, unido al vacío que la presidenta ha hecho a su figura, han contribuido a cimentar la idea de su práctica desaparición de la actividad política. La abrupta anticipación electoral le ha obligado a tener que saltar al campo y ponerse la camiseta de su partido. Un spot, convertido en fenómeno viral, ha servido como anuncio de su vuelta a los terrenos de juego.
El soso, serio y formal
Ramón María del Valle-Inclán definió a uno de sus personajes más memorables, el Marqués de Bradomín, como “feo, católico y sentimental”. En realidad, el protagonista de sus célebres sonatas, publicadas a principios del siglo pasado, parece que fue un trasunto del propio autor. Esta peculiar manera de autocalificarse con tres adjetivos directos y muy descriptivos alcanzó gran renombre hace veinte años, a través de la cultura pop, con el Feo, fuerte y formal, de Loquillo, uno de sus himnos emblemáticos. Ahora, el Soso, serio y formal del candidato socialista en las autonómicas madrileñas, Ángel Gabilondo, ha conseguido una gran difusión mediática.
Los spots se han convertido en una de las herramientas de propaganda política más importantes en España, especialmente tras el auge de las redes sociales. Este peculiar formato remeda la manera más clásica de difundir mensajes publicitarios. En nuestro país, a diferencia de lo ocurrido en otros, los spots políticos en televisión se prohibieronspots en nuestra legislación electoral democrática. La razón principal que justificó aquella decisión fue la de que permitir publicidad pagada en televisión desequilibraba la igualdad de oportunidades de los partidos. De haberse aceptado, los grandes partidos hubieran podido sacar evidente ventaja sobre los más pequeños.
El spot y la nueva políticaspot
Cuando llegaron las cadenas privadas, se mantuvo la prohibición. La publicidad política está permitida en prensa y radio pero no en televisión en España. Empezaron a utilizarse de forma recurrente desde finales de los 80. Se solían incluir en el único hueco posible, en los espacios cedidos a los partidos políticos en las televisiones públicas. La llegada de las redes sociales propició la extensión de este recurso. Fue especialmente útil y eficaz para el crecimiento de nuevas fuerzas políticas, como Podemos. Poco a poco, todos los partidos los han ido utilizando con profusión aunque rara vez consiguen convertirse en grandes fenómenos. Cuando así ocurre, todos los medios contribuyen a su difusión sirviendo de ventana gratuita de amplificación de la campaña, tal y como ha ocurrido en este caso.
En el caso del spot de Gabilondo, cabe entender que el equipo que diseña la campaña ha querido cubrir dos objetivos simultáneamente. En primer lugar, colocar en el primer plano mediático y político a un candidato que se había caracterizado en los últimos tiempos por su escasa presencia pública. En segundo lugar, se intentaba dar la vuelta a algunas de las características que sus oponentes solían cargar en su contra. La idea era que fueran precisamente la base para relanzar en positivo su imagen y su principal eje de campaña. Según Joan Navarro, vicepresidente de Llorente y Cuenca, “con el spot, han recogido una parte de las críticas que le hacen al candidato para convertirlas en un punto positivo. No les quedaba más remedio, pero creo que les va a aportar muy poquito”.
Gabilondo, fuera del foco mediático
La ausencia de Gabilondo del foco mediático ha coincidido precisamente con la eclosión de la figura de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid llegó al puesto sin haber tenido tiempo para darse a conocer. Su resultado en las urnas en 2019 cabe más atribuirlo a las siglas del PP que a su propio arrastre. Hoy en día, ocurre al contrario. El estilo explosivo y omnipresente de Díaz Ayuso durante la pandemia le ha generado un extendido apoyo entre su electorado y, la vez, se ha convertido en la bestia negra de sus contendientes. Tal y como explica el vicepresidente de ACOP, Ignacio Martín Granados, “hace dos años Ayuso era una desconocida y ahora va de lideresa. Hay voces que critican que parte de la culpa de ese ascenso es responsabilidad del PSOE de Madrid y de Gabilondo porque no le han hecho una oposición muy férrea y la han dejado crecer”.
Una de las estrategias más claras marcadas por Miguel Ángel Rodríguez para remarcar la figura de Díaz Ayuso ha sido la de confrontar siempre con Pedro Sánchez, dejando fuera de juego a sus rivales reales en la arena madrileña. El hecho de que las competencias de sanidad estuvieran transferidas a las comunidades autónomas ha sido aprovechado por Díaz Ayuso como ningún otro presidente autonómico ha hecho. Únicamente Quim Torra, antes de su inhabilitación, intentó confrontar con el Gobierno central. Con esta estrategia, quizá el más perjudicado haya sido precisamente Gabilondo, que ha quedado durante meses fuera del terreno de juego.
En busca de su espacio electoral
Como señalábamos, la otra cuestión que sin duda ha debido pesar también en el candidato socialista es que su camino político iba en otra dirección. Para Martín Granados, “aunque Gabilondo estaba de salida, el PSOE ha apostado por el candidato que tenía. No se entendería bien que le sustituyeran porque sería reconocer que la oposición que ha hecho no ha sido la esperada o la adecuada”. Mientras, Joan Navarro entiende que, en realidad, los socialistas no tenían otro camino que este spot: spot“Era lo que tenían que hacer. Imprescindible, porque hasta ahora Gabilondo ha estado desaparecido y no ha hecho grandes esfuerzos por tener una posición propia”.
El spot ha conseguido volver a colocar al candidato socialista en el primer plano mediático. Todas las cadenas de televisión le han llevado a sus platós de inmediato como invitado principal, algo inimaginable hace apenas un mes. Además, el vídeo ha servido para intentar presentar la imagen de un nuevo Gabilondo. El “soso, serio y formal” intenta marcar el espacio político que el PSOE aspira a ocupar en esta campaña. Entre los dos polos más enfrentados a derecha e izquierda, busca asentarse en el territorio del centro-izquierda. La inesperada llegada de Pablo Iglesias a la campaña contribuye a crear un tácito acuerdo entre las tres formaciones de izquierda que, por otro lado, no han conseguido negociar un pacto para formar candidaturas conjuntas.
Una apuesta frente a la polarización
Gabilondo, a través de su eslogan, intenta justificar que su apuesta por el sosiego, por la templanza y por la moderación es la alternativa a las posiciones radicales y populistas que tanto peso van a tener en esta campaña. En ese mundo estaba claro que nunca hubiera podido competir. Su objetivo es conseguir aglutinar al electorado que habita desde el centro político hasta la izquierda moderada y, a la vez, intentar sumar a aquellos votantes que no quieran formar parte de un frente político en esta polarizada batalla que se avecina. Joan Navarro mantiene que “Ayuso e Iglesias están tan lejos desde el punto de vista electoral que no creo que la campaña esté tan polarizada como parece. Cada uno habla para sus electores y porque el auténtico adversario de Ayuso es Pedro Sánchez”.
Según Martín Granados, “a Ángel Gabilondo no le queda otra que atraer ese espacio de centro, de Ciudadanos, porque no le va a salir ponerse al nivel de Ayuso e Iglesias. No se sentiría a gusto y no sería él. Es inteligente el paso que han dado y la única alternativa que tienen”. En consecuencia, está claro que, en su flanco izquierdo, deja un evidente espacio libre a fuerzas como Más Madrid o Unidas Podemos que intentará compensar con lo que obtenga en el espacio más centrado.
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Reírse de sí mismo
La estrategia de intentar sacar partido de los propios defectos es todo un clásico de la comunicación política. Sacar a relucir los rasgos que los oponentes suelen utilizar como objetivo de sus ataques tiene una doble eficacia. Por un lado, da credibilidad. Es una muestra pública de humildad que suele siempre ser recibida por todo el mundo. Ser capaz de reírse de sí mismo suele ser identificado como un signo de inteligencia emocional. Por otra parte, tiene la ventaja de anular la posibilidad de que los adversarios utilicen esos rasgos como centro de sus ataques. Es decir, es un buen arma argumental y, a la vez, sirve como escudo.
Queda mucho tiempo hasta el 4 de mayo. Habrá que ver la evolución de la campaña en un período especialmente convulso en la vida política española. La pandemia amenaza con resurgir de nuevo, particularmente en Madrid, donde la flexibilización de los controles decretados por Díaz Ayuso se pondrá en el centro del debate si una temida cuarta ola empieza a vislumbrarse. En este arranque, la sorprendente llegada de Pablo Iglesias y este spot de Gabilondo parecen haber marcado el comienzo de una batalla que promete tener multitud de incidencias.
Ángel Gabilondo era el hombre acordado por el Gobierno de coalición con el PP para ocupar por consenso el puesto de Defensor del Pueblo. La negativa durante estos meses de los populares a llevar adelante los pactos en los estamentos judiciales provocó, colateralmente, que su nombramiento se quedara también estancado. Gabilondo, durante estos meses, parece que se ha comportado más como Defensor del Pueblo que como jefe de la oposición a Díaz Ayuso. Su perfil alejado de toda controversia política, unido al vacío que la presidenta ha hecho a su figura, han contribuido a cimentar la idea de su práctica desaparición de la actividad política. La abrupta anticipación electoral le ha obligado a tener que saltar al campo y ponerse la camiseta de su partido. Un spot, convertido en fenómeno viral, ha servido como anuncio de su vuelta a los terrenos de juego.