‘Dopesick, historia de una adicción’: una auténtica conspiración farmacéutica

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Una de las miniseries del año ha llegado apurando al final de este 2021. Dopesick, algo así como síndrome de abstinencia, ha estrenado este 22 de diciembre su último y octavo episodio en Disney +. La serie disecciona la ola mortal de abuso de opioides de los últimos años en Estados Unidos, provocada por las mentiras de los farmacéuticos fabricantes de analgésicos.

La empresa familiar Purdue Pharma desarrolló en 1995 un medicamento contra el dolor, OxiContin, que fue agresivamente vendido como muy poco adictivo, a diferencia de cualquier otro derivado del opio. Era mentira. La famosa FDA, Administración de Alimentos y Drogas de Estados Unidos, avaló la falsedad durante años. Los resultados fueron catastróficos. Miles de pacientes pasaron a ser adictos, con su porcentaje de vidas destrozadas y muertes por sobredosis. Estas también alcanzaron a otros toxicómanos que pudieron consumir la droga por su enorme sobreprescripción.

Michael Keaton borda su papel protagonista

Dopesick aborda este siniestro panorama desde varios ángulos. El retrato del sufrimiento de las víctimas recorre todos los episodios. Tanto a través de su protagonista principal, interpretado por un Michael Keaton impecable, como de una conmovedora Kaitlyn Dever. El propio Keaton es un alcohólico en recuperación, por lo que encontró inspiración para el complicado viaje de su personaje en su propia trayectoria. Dever interpreta a una joven minera convertida en adicta. La actriz ya había encarnado el sufrimiento extraordinariamente en otra excelente miniserie reciente, Creedme.

Aunque algunas situaciones y personajes son ficcionados por motivos narrativos, lo que hace a la serie relevante es su condena frontal e implacable de los hechos probados y de los culpables. De los directivos de Purdue y de la familia dueña del negocio, los Sackler. Dentro de ellos, el viscoso líder del clan en lo que al medicamento en cuestión respecta, Richard Sackler, obtiene el castigo que ha ido esquivando en los tribunales.

Una conspiración muy real

Los amantes de las conspiraciones encontrarán aquí una paradigmática, con una estructura que es desgraciadamente conocida. Empresarios sin escrúpulos, sobornos a los supervisores y una desregulación y falta de controles públicos que permiten que la infracción se prolongue de manera intolerable.

Es abundante la oferta audiovisual que dramatiza investigaciones que desmontan estafas. La de Bernie Madoff, la crisis de las hipotecas de 2008, el encubrimiento de abusos sexuales por parte de la iglesia católica, o a favor de de Jeffrey Epstein, prácticas ilegales de empresas que han contaminado el río junto al que tienen su fábrica o han ocultado los perjuicios de su producto, como las tabacaleras, la empresa fabricante del teflón o Purdue Pharma, proporcionan pistas sólidas sobre cómo se tejen los engaños y abusos de poder.

Resulta llamativo cómo, por si todas estas conspiraciones no fueran suficientes, una parte de la población prefiere las imposibles, como la que une a todos los poderes mundiales para fabricar una epidemia o envenenar a la humanidad con la vacuna.

Un guion basado en una investigación periodística

Como sucede en otras series con esta fórmula, la base del guion es una investigación periodística recogida en un libro. En esta ocasión, el volumen del mismo título de la prestigiosa periodista Beth Macy, que entrevistó a gran cantidad de víctimas del medicamento y a sus familiares, así como a los miembros de las comunidades afectadas que comenzaron a organizar la lucha contra la empresa. Macy entrevistó a adictos que apenas unas horas después de hablar con ella habían muerto. Entrevistó a adictos que se autolesionaban gravemente para conseguir recetas legales del opioide.

Una de las causas que Macy destaca, entre las principales para que el problema se prolongase durante tanto tiempo sin que ningún estamento lo parase, es la crisis del periodismo local. Como explica la serie, el medicamento comenzó a hacer estragos en pequeñas ciudades industriales o mineras en las que muchos trabajadores manuales padecían dolor crónico por culpa de su actividad laboral.

El problema de la crisis del periodismo

Esas mismas localidades habían sufrido la deslocalización de las fábricas pocos años antes. Con parte de su riqueza se fueron los periódicos o emisoras locales cuyos reporteros conocían el tejido social y sus necesidades. El problema tardó mucho en llegar a las grandes ciudades y convertirse en un gigantesco escándalo.

Como en toda tormenta perfecta, es la combinación de varios elementos la que lleva al desastre, y la inoperatividad de los tribunales americanos, en este caso, prolongó la falta de respuesta de forma intolerable. Los investigadores del escándalo encarnan en la serie la frustración de conocer la verdad y no lograr resultados al exponerla.

Los culpables han conseguido esquivar la cárcel

En el otro lado, la falta de escrúpulos y la audacia permitieron que los Sackler fueran capeando los pocos reveses de los tribunales e incluso los utilizasen a su favor para aumentar su negocio. A pesar de que la empresa ha recibido algunas de las sanciones más importantes de la historia de la industria farmacéutica, las sentencias han tardado tanto en llegar que la familia ha podido poner a salvo sus patrimonios personales y han esquivado la cárcel.

La serie está capitaneada por Danny Strong, actor en series como Buffy, cazavampiros o Las chicas Gilmore, como guionista y director. Strong ya se había puesto a cargo de proyectos basados en hechos reales, como la película Recuento, sobre las polémicas elecciones americanas del año 2000 que Bush ganó con apuros a Al Gore. O el telefilme Game Change, sobre la campaña que los republicanos perdieron contra Obama en 2008. El mayordomo es otro de sus guiones y cuenta la historia del mayordomo jefe de la Casa Blanca durante más de treinta años y ocho presidentes.

En una entrevista concedida a la revista Serializados, Strong se muestra afortunado por haber podido elegir la miniserie como formato para contar está historia, ya que en su opinión, el cine ha quedado para películas de superhéroes y los dramas se expresan ahora en televisión, en series limitadas como Gambito de dama o Mare of Easttown.

A Danny Strong le acompaña en el proyecto, dirigiendo los dos primeros episodios, el veterano Barry Levinson, oscarizado por su película Rain man. La factura de la serie es sobria y densa, aunque con un constante ir y venir en el tiempo que por momentos llega a despistar.

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Strong se refiere a su guion como una dramatización y se agradece su forma de ceñirse a la historia real en cuanto al OxiContin se refiere. En HBO Max puede verse también The crime of the century, un interesante documental en dos episodios que repasa la mal llamada crisis de los opioides y permite conocer las verdaderas caras de los miembros de la familia Sackler y sus cómplices en la creación de miles de adictos al opio.

The crime of the century señala como origen el hecho de que la familia fuera la inventora de todo un sistema de marketing para vender sus medicamentos, no solo agresivo, sino completamente mentiroso desde el principio. Falsos doctores o doctores corruptos engañaron a los doctores verdaderos y les convencieron para recetar a sus pacientes medicinas que ponían en serio riesgo sus vidas.

Una vez más, las plataformas complementan a los medios de información a la hora de divulgar y denunciar la corrupción, los fallos del sistema y dar voz a sus víctimas.

Una de las miniseries del año ha llegado apurando al final de este 2021. Dopesick, algo así como síndrome de abstinencia, ha estrenado este 22 de diciembre su último y octavo episodio en Disney +. La serie disecciona la ola mortal de abuso de opioides de los últimos años en Estados Unidos, provocada por las mentiras de los farmacéuticos fabricantes de analgésicos.

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