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Historia de una canción

Miguel Ríos sobre 'Bienvenidos': “La dictadura había pasado y la gente sabía que era su momento”

“El rock and roll ha traído la libertad a este país. Si no fuese por nosotros todavía tendría que seguir vistiéndome con la chaqueta de mi padre y no me hubiese puesto una chupa de cuero en la puta vida”, afirma sin un ápice de duda, recién vacunado y con un anorak finito sustituyendo a su característica cazadora de piel. De eso trata El blues de la tercera edad, una de las canciones de Un largo tiempo, su último disco. Del arrinconamiento a nuestros mayores y de todo lo que le debemos a la generación a la que pertenece Miguel Ríos (Granada, 1944). A todos esos hijos del rock and roll hijos del rock and rollque trabajaron más que nadie para dejarnos un país mejor. A los que corearon con fiereza Bienvenidos y bailaron con la libertad en los albores de la Transición.

“La gente joven estaba como va a estar cuando acabe la pandemia, olía que era su momento... Sabía que la dictadura había pasado y que teníamos la oportunidad de cambiar”. Ese era el ambiente en el que Miguel Ríos compuso uno de sus grandes temas. El artista granadino —que tras el éxito de Santa Lucía y el Himno de la alegría era toda una estrella internacional— estaba cansado de escuchar “welcome” en inglés o “willkommen” en alemán. “Pensaba todo el rato en que nadie en español había dicho nunca “bienvenidos” a un concierto, por eso compuse la canción. Como agradecimiento a la gente que me elegía, que hacía cola y que pagaba una pasta para ir a verme”, recuerda hoy con “más arrugas, menos pelo y menos energía”, pero la misma esencia de siempre.

Sigue siendo el mismo tipo. La fama le ha interesado entre poco y nada. Tampoco el dinero ni ir “pavoneándose” por ahí. Cuando se sube a un escenario nunca olvida que, una vez, fue él quien estaba ahí abajo, entre el público, escuchando a sus ídolos. Por eso, tantos años después y convertido en una leyenda del rock, concibe a su público como si fuesen sus “mecenas”, a los que les debe todo y a los que, a veces, también ha hecho rabiar. Como cuando dejaba su himno más icónico para el final del concierto: “Con Bienvenidos he hecho perrerías… —no puede aguantar la risa—. La he llegado a poner de bis y he esperado a que el público berreara para cantarla —vuelve al tono serio—, pero es una canción imprescindible en mi repertorio, de la que estoy muy contento, y eso que soy muy autocrítico y le doy muchas vueltas a todo”.

Rock & Ríos, el disco que incluyó Bienvenidos en el tiempo de descuento, fue el más vendido de la historia del rock en España. “Conseguimos que la industria, cuando vio que esto vendía 400.000 copias dobles por todo el mundo, empezara a apostar por ello. Muchos artistas de rock pudieron grabar con más recursos después de que yo hiciera este álbum”, recuerda con un brillo especial en los ojos. Aquella gira de conciertos llenó plazas, polideportivos y estadios hasta la bandera, a veces incluso más de lo que al propio Miguel le hubiese gustado. “Fue uno de los momentos más luminosos de mi vida, pero también más jodidos porque íbamos a tocar a sitios para empresarios desalmados que dejaban entrar a gente sin entrada, por mil pelas. El aforo estaba sobrevendido dos veces… Si no pasó nada fue porque la gente que estaba dentro era la más sensata que yo he visto en mi puta vida”, explica enfatizando mucho las últimas palabras.

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Los viejos rockeros nunca mueren

Da igual la edad que tengas, el tiempo que haya pasado. Ser rockero es una actitud ante la vida. Y eso, a sus setenta y seis años, no lo ha perdido ni lo perderá jamás. Porque los viejos rockeros como Chuck Berry, como Elvis, como él… nunca mueren. A pesar de que ha intentado alejarse del escenario en varias ocasiones, la cabra siempre tira al monte. No porque sea un “yonki del aplauso”, que también, sino porque todavía le quedan muchas historias por contar, infinitas canciones por componer, demasiadas cosas por hacer.

Aunque sea en formato acústico y sin batería —avisa que va a estar “cojonudo”—, Miguel Ríos volverá a hacer felices a los hijos del rock and roll tras estos meses de vida descafeinada. Esos a los que devolverá a su época dorada cuando este verano, como si fuese ayer, agarre bien fuerte el micro y su voz resuene con más ímpetu que nunca: “¡BIEEEN-VE-NI-DOOOS!”.

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