Crisis en el PSOE
PSOE y PSC dejan enfriar el conflicto antes de negociar
Cuando a un comensal le traen un soufflé de postre a la mesa, espera que la llama se consuma para poder hincarle el diente.
La imagen, por recurrente, quizá sirva para ilustrar en qué punto se halla el conflicto entre PSOE y PSC. Porque el conflicto arde aún en las manos de los dirigentes y está lejos de solventarse. Pero la intención, tanto de Ferraz como de Nicaragua –las sedes de uno y otro partido, en Madrid y en Barcelona–, es dejar que el asunto se enfríe, que la espuma de las declaraciones vaya diluyéndose, que se templen los ánimos antes de comenzar a discutir el nuevo marco de relaciones entre el PSOE y el PSC. “No nos vamos a poner a negociar ahora. Todo está muy caliente y hay mucha presión. Hay que esperar a que baje el soufflé”, comenta a infoLibre un alto responsable de los socialistas catalanes. "No tenemos fecha. Pero no es cuestión de una semana. No es una cuestión puramente orgánica, sino política. Y tiene que ver con el modelo territorial", completan fuentes del aparato federal.
Todas las alarmas se dispararon la semana pasada, cuando ocurrió lo que jamás había ocurrido desde 1977: la división del voto. 13 diputados del PSC apoyaron las resoluciones de CiU e Iniciativa per Catalunya Verds a favor del derecho a decidir de Catalunya. La parlamentaria 14, Carme Chacón, simplemente no votó, acomodándose en tierra de nadie. Alfredo Pérez Rubalcaba reaccionó con contundencia en las primeras horas: forzó la destitución de José Zaragoza, el secretario general adjunto segundo del Grupo Socialista y sacó por tanto al PSC de la dirección del Grupo Parlamentario Socialista en la Cámara baja. Impuso la máxima multa a los parlamentarios rebeldes, a todos ellos. A su vez, Pere Navarro deslizó que Chacón no podría ser de nuevo candidata en las listas catalanas si no asumía el derecho a decidir.
Los tirones se repitieron durante toda la semana pasada. Históricos dirigentes del PSOE y barones como el extremeño Guillermo Fernández Vara mostraron a las claras la comezón interna y hasta la voluntad de romper con el partido hermano si no reculaba. Sin embargo, la voluntad mayoritaria, y así lo han recalcado facultados dirigentes y señalados líderes regionales, es la de coser las heridas, recomponer las relaciones. Seguir "fuertes y unidos", como verbalizó la número dos de Rubalcaba, Elena Valenciano. Por descontado, nadie se atreve a descartar la ruptura, pero nadie, ni siquiera los más críticos con la gestión de Navarro y con su apuesta por el derecho a decidir, la quiere.
Subrayado en los puntos comunes
Estos últimos días las aguas vuelven trabajosamente a su sitio. A ello reman Ferraz y Nicaragua, aunque sin ocultar las diferencias y el enorme cisma de fondo. Este mismo miércoles, Óscar López, secretario federal de Organización, reconocía que no era "fácil" casar las discrepancias –es decir, el derecho a decidir–, pero que la "voluntad" de ambas partes es seguir juntos, porque los dos partidos son socialistas, los dos comparten "una Catalunya dentro de España" y "rechazan la independencia de Catalunya". El primer secretario del PSC correspondió asegurando que a las dos formaciones les une "un proyecto de valores e ideas para España" y ninguno quiere la separación.
El PSOE ya ha tomado una decisión que marcará los ritmos de las conversaciones: el debate sobre el nuevo marco de relaciones se abordará "en paralelo a la discusión política sobre el modelo territorial", con el horizonte de la reunión del Consejo Territorial que el partido prevé celebrar en verano. Esa cumbre se ha rotulado ya como Santillana II, como la revisión del proyecto autonómico que salió aprobado de la cita en la localidad cántabra en 2003.
Ferraz apunta que la perspectiva temporal del Consejo Territorial no implica necesariamente que no haya nuevo protocolo hasta el verano. En el entorno de Rubalcaba insisten en que "hay diálogo continuo, pero no un calendario formal". Por esa misma razón, "es pronto todavía para hablar de los detalles, de la letra pequeña", de cómo deben ser los cimientos del entendimiento.
"Voz propia" en el Congreso
Por el momento, PSOE y PSC se cuidan de marcar líneas rojas, inflexibles. Los socialistas catalanes no tienen voluntad de demandar un grupo parlamentario propio en el Congreso. Anhelan, eso sí, tener "voz propia" en la Cámara baja, pero no fijan los topes. "Nuestra articulación en el Parlamento debe permitir que tengamos voz propia y, si hay discrepancias, que haya un protocolo para encauzar la disensión. Hay que darse cuenta de que nuestro competidor es CiU, que con el paso de los años se ha querido erigido como la voz de Catalunya en Madrid, y eso nos ha perjudicado".
Varios dirigentes territoriales fruncen el ceño. No lo ven. Inciden en que las cuestiones catalanas que llegan a Madrid son, por su propia naturaleza, cuestiones nacionales. Y es eso lo que ocurre con el derecho a decidir y la consulta, con la que ni la cúpula ni las federaciones están de acuerdo, porque supone reconocer el "derecho de autodeterminación" y la independencia. El PSC discrepa: su apuesta, dice, ocupa la "centralidad", entre el "inmovilismo del PP" y el "soberanismo" de CiU y ERC.
La dirección federal mantiene el hermetismo sobre los detalles. "La fórmula es un partido en Catalunya, el PSC, y un grupo parlamentario en el Congreso. Punto", responde taxativamente un alto cargo de la cúpula socialista. Desde Barcelona, ni siquiera entienden como condición sine qua non para comenzar a hablar que se reponga el puesto de Zaragoza en la Cámara baja. Entienden que todo llegará, y que el diálogo se tiende entre hermanos, no "adversarios".
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Cómo interpretar la "simetría"
Las concreciones tardarán por tanto en aflorar, pero unos y otros están de acuerdo en preservar la "simetría" de relaciones que invocó Rubalcaba como un buen punto de partida. Unos dirigentes entienden que se reforzará la "lealtad" y la "coordinación" entre PSOE y PSC, pero que no habrá mucho más ajuste fino respecto al texto que ambos firmaron en plena Transición. Los socialistas catalanes creen que la solución pasará por un mayor énfasis en el modelo de Estado federal que sí ha defendido Rubalcaba y defendiendo a la vez el "principio de legalidad de una consulta" pactada con Madrid. En realidad, aducen, este último extremo no es previsible que suceda, dada el grado de fricción entre el Gobierno de Rajoy y la Generalitat de Catalunya.
Mientras, toca esperar que baje el soufflé. Consigna que ha llegado a oídos también de los barones, si bien algunos de estos alertan de que no dejarán que "se duerma en los laureles bajo ningún concepto". Lo que parece también claro es que habrá que empezar a negociar casi desde el principio. Sí es cierto, reconocen en Ferraz y Nicaragua, que antes de la crisis de la semana pasada, los dos partidos se intercambiaban documentos para actualizar el protocolo de hace 30 años. Pero la votación en el Congreso voló los planes. Marcó, asumen, "un antes y un después".