Ayuso, intereses personales y negocio inmobiliario

Cinco de febrero de 2024, Pozuelo de Alarcón, Madrid. En la Universidad Francisco de Vitoria, Isabel Díaz Ayuso acude a un acto donde conversará con José María Aznar, dentro de la programación del máster que dirige el expresidente. Las dos figuras más relevantes de la facción más conservadora del Partido Popular en un centro de estudios privado propiedad de los Legionarios de Cristo. Todo queda en casa.

Ayuso, con esa extraña dicción de quien parece estar siempre a punto de equivocarse, se dirige a su público con el siguiente mensaje: “Madrid es una actitud. La vida en Madrid es distinta. Empieza cada día, es una aventura que se tiene que vivir de manera generosa [...] Madrid es apertura, es libertad, es alegría, es pelear, es incentivar, es decirle a la gente, especialmente a los jóvenes, que todo con esfuerzo se puede conseguir”.

La narrativa no es nueva, pero quizá nunca la ha expuesto de manera tan descaradamente emocional, transformando una ideología destinada a favorecer a las rentas más altas, con el consiguiente aumento de la desigualdad, en una consigna publicitaria donde el esfuerzo obtiene su recompensa. Ayuso remata su intervención asegurando que otras comunidades gobernadas por la izquierda han sido presas de la “podredumbre política y el autoritarismo”, al estar en manos de “cuatro vividores” que han creado un “business” para vivir de ellas.

Algo más de un mes después, el 12 de marzo, estalla el escándalo del que es protagonista Alberto González Amador, al ser denunciado por la Fiscalía por intentar defraudar a Hacienda. Como repasamos en infoLibre la pasada semana, el delito tributario reconocido por el propio acusado destapó una trama de empresas y actividades que situaban a la pareja de Ayuso en sintonía con Fernando Camino, alto directivo del gigante sanitario Quirón.

Ayuso ha tomado decisiones que han afectado a los intereses empresariales de su pareja, algo que hubiera contravenido la ley de incompatibilidades de haber sido Ayuso un alto cargo del Estado

Este caso no sólo ha puesto en entredicho la política de privatización sanitaria encubierta seguida por los gobiernos del PP en Madrid, al demostrar que las enormes cantidades de dinero que se mueven en este negocio de las arcas públicas a las manos particulares no siempre tienen un fin legítimo, sino que además señalan cómo Ayuso ha tomado decisiones que han afectado a los intereses empresariales de su pareja, algo que hubiera contravenido la ley de incompatibilidades de haber sido Ayuso un alto cargo del Estado.

La cuestión es que además del delito fiscal y de la extraña red de empresas sanitarias en las que se han ido turnando tanto González Amador como Camino, hay una tercera derivada de este escándalo, ya que la presidenta madrileña reside junto a su novio en dos pisos de lujo en el barrio de Chamberí, una sexta planta y un ático en la séptima, que ocupan casi 400 metros cuadrados y cuyo valor supera los dos millones de euros.

En la sexta planta se inició una obra que inundó de aguas fecales a un restaurante situado en el bajo del edificio, por lo que el negocio tuvo que cerrar. La reforma no contó con los permisos necesarios del Ayuntamiento, lo que les costó el puesto tanto al concejal como a la funcionaria que les negaron la licencia, algo que no impidió que los trabajos se llevaran a cabo.

¿Cuál es el régimen de propiedad de los inmuebles? La sexta planta, con un valor de 1’2 millones de euros, fue adquirida por González Amador tras el fraude fiscal, en julio de 2022, mediante una hipoteca de medio millón y un desembolso en efectivo de setecientos mil euros. Las fechas de la operación son interesantes. La compra se produce un mes después de que la Agencia Tributaria inicie su inspección, en el mismo momento en que Ayuso anuncia en una entrevista de carácter personal en Yo Donna que tiene intención de adquirir una vivienda ya que está “harta de pagar alquiler” en una ciudad con los precios “disparados”.

Sin embargo, en esta operación se produce un hecho del todo anómalo, ya que si la vivienda de la sexta planta es escriturada en julio de 2022, no se registra hasta casi un año después, mayo de 2023, después de las autonómicas. En julio de 2023 se adquiere el ático de la séptima planta. Pero, ¿quién lo hace? No González Amador, tampoco Ayuso, sino una empresa denominada Babia Capital S.L. sin necesidad de recurrir a una hipoteca para cubrir el millón de euros que vale el segundo inmueble.

Como administrador único de Babia Capital figura Javier Luis Gómez Fidalgo, que curiosamente es la misma persona que designó González Amador como representante ante la Agencia Tributaria. Este asesor fiscal tiene responsabilidades en otras seis empresas, llegando a haber acumulado cargos en otras 22 sociedades. Una prolífica carrera de un personaje bien conocido en León, ciudad donde Fernando Camino, el directivo de Quirón y su mujer, Gloria Carrasco, poseen una farmacia y fundaron la empresa que posteriormente utilizó la pareja de Ayuso para simular facturas.

Babia Capital fue constituida en julio de 2019 por un empresario leonés, Jorge Pablos, con tan sólo un capital de 6.000 euros. La empresa se usó para la compraventa inmobiliaria, como cuando adquirió un viejo cine en Alzira, Valencia, por 760.000 euros pero recurriendo a una hipoteca de 650.000. Lo reseñable es que su volumen de negocio en el año 2021 fue de algo más de 270.000 euros y en 2022 de algo más de 90.000. ¿Cómo consigue comprar el ático, un año después, por diez veces más sin recurrir a una hipoteca?

Quizá tenemos que asumir que esta es la generosa aventura que Ayuso propone para Madrid, que la empresa del asesor fiscal de su novio encuentre un millón de euros para comprar un ático justo encima de su piso y ¿se lo alquile?¿O simplemente se lo regale? Desconocemos en qué régimen disfrutan la presidenta y su novio del piso, lo que sí podemos afirmar es que la operación encaja con la libertad y la alegría reclamadas por Ayuso, quizá, algo menos, con el esfuerzo recomendado a los jóvenes.

Antes del verano, Babia Capital tendrá obligación de publicar sus cuentas del pasado ejercicio, el del año 2023, cuando adquirió el ya conocido ático donde, según los periodistas que fueron a investigar el asunto, ondeaba una visible bandera rojigualda. Quizá entonces despejemos las numerosas dudas que afectan a este caso. Hasta entonces somos libres de pensar que en Madrid, tal y como opinaba Ayuso que sucedía en otros territorios, cuatro caraduras han creado un business para vivir del cuento del emprendimiento y la excelencia. No sería la primera vez.

 

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