Sergio Ramírez Luis García Montero
Tiquismiquis electorales
El pérfido Sánchez dio la campanada. ¡Adelanto electoral! Los cabalistas más reputados de la prensa española se estrujan las sienes intentando sondear el oscuro abismo de la mente presidencial. "Es un genio", dice uno. "¡Es idiota!", dice otro. Los analistas, si no descansan, son como niños.
Por lo visto, don Pedro convocó al sanedrín mientras se les hundía el Titanic. "Tengo una idea buenísima". Bravo, titán, ¡estadista! Los alcaldes desvarados haciendo palmas con las orejas, que las cámaras están mirando. Viva mi dueño.
¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No, es Yolanda Díaz! Tanto "proceso de escucha" y al final, la casa sin barrer. Discusiones en la cúpula del trueno. ¿Lo huelen? Es el embriagador tufillo a discurso sentimentaloide y rencillas personales. "La gente no entendería que no llegásemos a un acuerdo", declara un famoso dirigente mientras intenta estrangular a un camarada con el cargador del iPhone. Por todas partes, los simpatizantes imploran: "queremos un proyecto ilusionante". Válgame el cielo. Nunca he visto a un conservador ir a votar encandilado, pero el buen izquierdista no solo quiere una candidatura que defienda milimétricamente (todas y cada una de) sus convicciones; además (por contrato), fe, esperanza y caridad.
Así lo declaró José Luis a los micrófonos de infoLibre: "La involución reaccionaria es preocupante, pero, moralmente, no puedo legitimar con mi voto a un partido que no proteja los derechos de la mosca almizclera". No hay entente más izquierdoso que la Unión Onanista-Abstencionista.
"La gente no entendería que no llegásemos a un acuerdo", declara un famoso dirigente mientras intenta estrangular a un camarada con el cargador del iPhone
Del otro lado, los defensores de "la moción de censura para echar a Sánchez" están disgustadísimos. No hay quien los entienda. Ayer tronaban porque los rojos no dejaban que los obreros se achicharrasen al sol; hoy lloriquean porque hay que votar en julio. "Los comatosos y los pacientes en cuidados intensivos no pueden hacer bajo el rigor de la canícula". Columnistas extremadamente moderados están dispuestos a destapar el pucherazo: ¡vacaciones o democracia! El departamento meteorológico de este periódico se ha puesto a trabajar la impugnación de todos los resultados electorales logrados en días de frío, lluvia o levante.
Ojalá se pudiese, no sé, votar por correo. La otra tarde escuchaba en la radio una denuncia estremecedora: no habrá carteros suficientes. Y así fue, niños, cómo el email y el verano acabaron con la democracia representativa. Pongo la oreja y oigo: "se están haciendo colisionar dos derechos fundamentales, el sufragio universal y tomarse unas coquinas en Chipiona". Tienen razón, yo iría llamando a los cascos azules.
En fin, que Sánchez es un oportunista. Me pinchan y no sangro. Que quiere salvarse a toda costa: será el primero. Pero si yo quisiese "desmontar el Sanchismo" (¿qué carajos será eso?) –cáncer del Estado de Derecho, pecado que clama la venganza del cielo–, no esperaría un segundo. España bien vale una misa (o sacrificar unas gambitas de Huelva o un arroz en Alicante).
No quisiera olvidarme del mayor damnificado por la treta electoral. ¿Ciudadanos? Tranquilos, esos ya no sufren. "Han dejado la política", dicen. Ja. Por voluntad propia, ¿no te jode? No, no… ¡su majestad, el rey! "El adelanto electoral y el calendario compromete la posibilidad de descanso del Jefe del Estado y limita mucho sus vacaciones", titulaban en EL MUNDO. Por fin un argumento de peso: hay que parar la democracia.
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