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Periódicos para envolver el chóped

Una conocida marca de embutidos ha emitido su tradicional anuncio navideño. Hasta aquí, lo esperable. Más raro es que me haya enterado por los periódicos y no durante un corte publicitario. «Así es el anuncio de Campofrío para esta Navidad: emotivo, nostálgico y con grandes personajes», titulan en El Confidencial. «Así es el nuevo anuncio [blablablá]: un homenaje a nuestra cultura», escriben los compañeros de Mundo Deportivo. ¿La noticia? De interés general: elDiario.es («Quevedo, Fofó, Gloria Fuertes o Gila nos recuerdan quiénes somos»), El País («El anuncio resucita grandes personajes de la historia contra la globalización, los pisos turísticos y ‘tuktuks’»), el Diario de Sevilla («Ni el de la Lotería ni el de Suchard, este es el mejor anuncio de la Navidad»), ABC, El Español, El Mundo y, miren, paro de contar.

Viendo el panorama, uno podría pensar que es una promoción pagada. Si lo hacen los bancos, ¿por qué iban a privarse los de la industria cárnica? Total, entre matarifes anda el juego. Pero qué va: información y, si hace falta, de portada. Reconforta ver cómo medios que llevan dos décadas achicando su redacción de cultura encuentran cada año una paginita para glosar la inventiva entrañable de los publicistas del jamón york.

Por puro compromiso profesional hice click en el videíto de marras en la página de alguna de estas respetables cabeceras. Atención a la genialidad: un grupito de imitadores disfrazados de difuntos ilustres nos da lecciones sobre la «identidad». Como dijo el poeta, manda cojones: no se había visto cosa igual desde aquella infamia del «acento» computerizado sobre el rostro fantasmal de Lola Flores. Admito, sin embargo, que habría pagado una pequeña fortuna al que me hubiera dejado espiar por una rendija la reunión de creativos que parió a este ratón. —Los protagonistas tienen que parecer sacados de la compañía de teatro de Terra Mítica, diría uno. —Sí, sí, hagamos como en una película de Woody Allen, pero en vez de ambientarla en el París de entreguerras situémosla en… ¡Tomelloso!

¡El capitalismo y el turismo destruyen nuestras ciudades! ¿Qué podemos hacer? ¿Regular el alquiler? ¡Quita! ¡Esto lo arreglamos con unas lonchitas de mortadela!

¡El capitalismo y el turismo destruyen nuestras ciudades! ¿Qué podemos hacer? ¿Regular el alquiler? ¡Quita! ¡Esto lo arreglamos con unas lonchitas de mortadela! Que la empresa de los cerdos mutantes quiera aprovechar el espíritu navideño para limpiarse el hilillo de sangre que se le escurre por las comisuras me parece lo más normal del mundo; que los más avezados editores de este país decidan que esta patochada comercial tiene que ocupar espacio en sus periódicos ya me lo parece menos.

«¿Reconociste la librería de siempre?», le pregunta el imitador de Quevedo —que, si se descuida un poco, nace antes que la imprenta— al que hace de Gila. Gloria Fuertes, por detrás, pronuncia pareados sin mucha finura. Nunca llegaré a nada, pero por si las moscas, quede en la hemeroteca: que nadie resucite mi espantajo para cosa parecida o pienso hacerle unas pascuas que ríete tú de Bitelchús. En fin, que el del enemigo, que se ponga (el chiste sale, claro) saca un papelón de fiambre y el personal recupera el oremus. «Queda la gente, el pueblo», dice el fulano del casco militar. «¿Qué gente, de qué hablas?», replica el Góngora de marca blanca, que aunque sea cordobés habla castellano de Despeñaperros para arriba. «La gente nos ayudó». Así, en el vacío, porque se ve que los que comen sushi en los Airbnb no son personas sino marcianos. La madre que nos trajo, retiro lo dicho: ojalá le dediquen al spot oligofrénico este un programa de Informe Semanal y un especial de La Clave.

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