Nos jugamos mucho futuro en estas elecciones

Felipe Domingo Casas

El primer Gobierno de coalición de la democracia moderna no ha terminado en paz y armonía. Las durísimas críticas por su constitución y los constantes esfuerzos externos posteriores para romperlo han terminado por desgastarlo tanto que, por lo menos en la parte minoritaria que lo componía, no se ha hecho una defensa cerrada hasta el final de los enormes logros sociales que ha conseguido y las importantes leyes que ha aprobado en un contexto de dos crisis con las que ha tenido que apechugar.

Por eso no entiendo suficientemente que la coalición en torno a Sumar se haya logrado después de quince días, a cara de perro, en los que las renuncias y los vetos implícitos y, al final, explícitos, eran los que presidían las intervenciones, dejando en la estacada a una ministra. Esto no ha ocurrido en la parte mayoritaria del Gobierno que representaba el Partido Socialista, en cuyas listas, ante la inminente cita electoral, van en puestos destacados todas las ministras y han recuperado con sentido de unidad y lealtad a José Luis Ábalos y Carmen Calvo, los cuales estuvieron sentados en los pupitres del Gobierno de coalición.

He leído en El País (12/6/2023) el artículo de María Eugenia Rodríguez Palop, eurodiputada por Unidas Podemos, que titula: La izquierda se une para Sumar, en el que, primero, se refiere a la importancia del “feminismo relacional” que "apuesta por reforzar vínculos, asume la centralidad del cuidado y elimina el estigma negativo de la dependencia”, “cuya referencia hay que buscarla en el año 2018, cuando la huelga general de los cuidados nos mostró la fuerza imparable de todas las mujeres independientemente de su generación, militancia o ideología”. Ya lo decía en un artículo que publicó en CTXT el 6/3/2019: “La filosofía relacional de este feminismo reivindica un imaginario de lo común que pone en valor la revolución de los cuidados y los afectos”. ”Este feminismo relacional asume la racionalidad del miedo frente a la soledad, la fragmentación y el vacío al que nos han arrastrado las políticas neoliberales”. ¿Quién dijo miedo? No Irene Montero, a la que he oído hablar del feminismo de los cuidados un día sí y otro también.  

He dado mil vueltas a la forma de enfocar estas líneas y mi intención no es defender a Irene Montero para perjudicar a Yolanda y a Sumar, cuya coalición ahora defiendo, pero, en aras de mi verdad y mi libertad de expresión, sí señalar que no se acaba de desterrar esa vena cainita en las izquierdas. Nadie desaprovecha, el PP tampoco,  ninguna figura valiosa pasada que le sirve. Vamos ahora a lo principal.

Mi intención no es defender a Irene Montero para perjudicar a Yolanda y a Sumar, cuya coalición ahora defiendo, pero, en aras de mi verdad y mi libertad de expresión, sí señalar que no se acaba de desterrar esa vena cainita en las izquierdas

Sumar se la juega en estas elecciones. Sumar se constituye como un partido instrumental en el que se han coaligado 15 partidos para lograr un amplio apoyo en estas elecciones que, con los que consiga el PSOE, mantenga el poder y puedan volver a formar otro gobierno de coalición en torno a una figura emergente y justísimamente valorada como Yolanda Díaz. Para no emplear palabras mías, vuelvo a las del artículo de María Eugenia: “Buena parte del éxito y la credibilidad de un liderazgo consiste en saber leer los tiempos e interpretarlos y asumir, con audacia, la responsabilidad que eso supone”. En pocas palabras, muchos deberes impone María Eugenia a Yolanda. Si Sumar, a pesar de sus buenas intenciones, no consigue altos resultados y no llegara a reeditarse otro Gobierno de coalición, esta suma de partidos se disolvería como un azucarillo en un vaso de agua y cada partido volvería a sus cuarteles de invierno a lamerse las heridas. De esto tienen que ser conscientes todos, tenemos que ser conscientes todos los que apoyamos el proyecto, porque así de duro es el asunto.   

Yo no percibo interés y movilizaciones inmediatas, las cuales me parecen totalmente necesarias en este mes de junio. Oí a Albert Urtasun, en el Canal 24 horas, hablar de la campaña que preparan: propositiva, de lo hecho y de lo que propondrán en el programa, a resultas de las escuchas de Yolanda durante un año, una campaña que no introduzca el miedo. Todo remite, pues, a la campaña. Pero esta campaña tiene unos límites obvios: se celebra en el mes de julio con calor asfixiante, los mítines no serán masivos y los debates electorales escasos. Las derechas van a dar tortazos hasta en el carnet de identidad a Yolanda. Y los bulos correrán más deprisa que las ideas, la racionalidad y las emociones. Ya he propuesto anteriormente que hay que movilizar y entusiasmar a los progresistas y a los votantes de izquierdas, y en este mes de junio lo reitero, porque los votantes de derecha están movilizadísimos. Si hacemos un cálculo de los alrededor de tres millones de votos por correo, hay que deducir que dos millones y medio pueden ser votos para el PP y Vox.  Falta mucho activismo y sobra mucho intelectualismo. Los fichajes de última hora no sumarán. Lo dicho vale también para el Partido Socialista. Si a tenor de las encuestas, muchas o la mayoría interesadas, el PSOE baja a 100 diputados y Sumar no consigue más de 50, nos jugamos mucho futuro. La ola reaccionaria que invade Europa nos alcanzará a nosotros. Por eso Europa también está muy atenta y, a la vez, preocupada por nuestras Elecciones Generales. Frente a la “derogación del Sanchismo”, cuyo objetivo es la derogación del Gobierno de coalición, puro miedo para los votantes y abrazo del neoliberalismo después, a lo mejor hay que mentar a Andrés Torrejón, aunque el contexto sea distinto. No aconsejo al PSOE utilizar el voto útil como eje de su campaña. La vuelta al bipartidismo. De ahí que Sumar con Yolanda aborde en este mes de junio su interés por darse algunos baños de masas. 

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Felipe Domingo Casas es socio de infoLibre.

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