No somos antisemitas

Juan Manuel Aragüés Estragués

No, no somos antisemitas.  Como no lo son los miles de judíos que se manifiestan por todo el mundo contra la barbarie del Gobierno de Israel.  Nuestra ira no se dirige, en modo alguno, contra los judíos por profesar una religión, sino contra el Gobierno de Israel precisamente porque encarna lo peor de la historia de la humanidad, porque sus acciones avergüenzan a los judíos y judías que recuerdan de verdad el horror del Holocausto y no han olvidado, como dice el poeta Luis Rogelio Nogueras, “el vaho del infierno”.

No, no somos antisemitas, y no tenemos ningún problema en denunciar las acciones terroristas contra civiles de Hamás.   Deseamos fervientemente la liberación de los rehenes civiles israelíes, que cese para ellos el horror de la incertidumbre y el miedo.  Como lo deseamos para los cientos de niños palestinos secuestrados por Israel en sus cárceles, contraviniendo todas las normas del derecho democrático.  

No, no somos antisemitas, y tenemos en el recuerdo el Holocausto en el que millones de personas fueron ejecutadas por la extrema derecha europea en una bacanal de odio y violencia.  Por eso nos da mucho que pensar que esa misma extrema derecha que, desde su antisemitismo, llevó a cabo el mayor genocidio de la historia de la humanidad, en estos momentos se haya convertido en el principal apoyo del Gobierno de Israel y aliente su política de exterminio y terror.  Si la extrema derecha sigue siendo extrema derecha, si sus principios racistas, antidemocráticos, siguen siendo los mismos, si siguen reivindicando un pasado del que se sienten orgullosos y, sin embargo, apoyan al Gobierno de Israel, ¿qué es lo que ha ocurrido? ¿No será quizá que es ese Gobierno de Israel el que, olvidando las raíces de dolor con las que se fundó su Estado, da ahora la mano a los mismos que persiguieron a los judíos hace cien años? ¿No será quizá que es el Gobierno de Israel, con su deriva ultra y antidemocrática denunciada por una parte de la sociedad israelí, quien se vuelve, en sus prácticas, la prolongación de la barbarie antisemita del nazismo?

No, no somos antisemitas.  Porque no denunciamos la violencia de los judíos, muchos de los cuales se muestran horrorizados ante lo que sucede, sino la barbarie de Netanyahu y sus secuaces, alguno de los cuales, como el Ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, fue condenado por apoyo al terrorismo por el propio Gobierno de Israel hace unos años. 

La derecha que ahora jalea al Gobierno de Israel abría las puertas de las cámaras de gas o cargaba los trenes de víctimas

No, no somos antisemitas.  Pero, como muchos judíos y judías, no podemos dejar de alzar la voz contra el horror, la destrucción, la muerte que el Gobierno terrorista de Israel está sembrando contra la población civil de Gaza. Israel está imponiendo una lógica de exterminio que nada tiene que ver con la defensa de su territorio, un territorio construido, como es bien sabido, sobre la base de la usurpación por la violencia de tierras palestinas.

No, no somos antisemitas. Más bien fuimos, en tiempos del Holocausto, firmes defensores de la causa judía, como una de las causas de la humanidad frente al fascismo y al nazismo. Con ellos nos dimos la mano para hacer frente a la barbarie.  Mientras la derecha que ahora jalea al Gobierno de Israel abría las puertas de las cámaras de gas o cargaba los trenes de víctimas.

No, no somos antisemitas, a diferencia de una reciente derecha española que nos hablaba de conspiraciones judeo-masónicas en tiempos del franquismo, de un Manuel Fraga, fundador del Partido Popular, que señalaba que los judíos “aún no han terminado de expiar la sangre caída sobre ellos y sobre sus hijos”. La derecha española ha hecho profesión de fe antisemita a lo largo de la historia hasta que la extrema derecha se ha hecho con el poder en Israel. Ahora ambas extremas derechas se han aliado en el odio a un enemigo común, los musulmanes. 

No, no somos antisemitas. Este es un argumento interesado de quienes pretenden refugiarse en la condición de víctima del pueblo judío durante el Holocausto para convertirse ahora en verdugos impunes e infames.

No, no somos antisemitas. Y esperamos salir a la calle de la mano de muchos judíos y judías para denunciar el genocidio que el Estado de Israel, con la alarmante aquiescencia de una Europa cada vez más moribunda, comete contra los palestinos.

No, no somos antisemitas. Y lo decimos con rabia al escuchar ese calificativo en boca de gente perversa, dispuesta a un nuevo Holocausto, aunque ahora cambien de víctimas. No, no somos antisemitas.  Pero no podemos entender que miles de niños asesinados sean una respuesta aceptable frente a un ataque terrorista. No lo podemos entender. Como no lo pueden entender miles de judíos y judías por todo el mundo.  Acaso ellos también sean antisemitas.

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Juan Manuel Aragüés Estragués es profesor de Filosofía en la Universidad de Zaragoza.  

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