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Buscando la relevancia con cinco

La alternativa a la izquierda del PSOE entra en su particular guerra por intentar seguir siendo relevante en el panorama político. Que el encaje de Podemos dentro de Sumar iba a ser complicado lo sabían todos, los protagonistas de esa alianza que iba contra el ego de tantos dentro de la formación morada y lo sabían quienes habían convivido en algún momento con ellos. Había demasiados condicionantes, demasiados recelos, demasiados nombres que sí o sí debían seguir teniendo su espacio dentro de la formación para que esa alianza sobreviviera tras las elecciones. 

Sólo se pasa a la historia cuando, realmente, trabajas por el bien de los demás y no por el tuyo propio. Y esto es lo que algunos todavía no han entendido

El anuncio de Ione Belarra esta semana no ha pillado por sorpresa. Es la única forma que han encontrado los miembros de Podemos para intentar sobrevivir políticamente; su forma, casi a la desesperada, de luchar por ser decisivos en un escenario en el que, elección tras elección, han ido perdiendo apoyos. Muy lejos quedan aquellos 45 escaños que consiguieron en las elecciones de 2016. Desde entonces su número de asientos en el Congreso ha ido menguando. Hasta los 26 diputados que lograron en noviembre de 2019 y que les permitieron entrar en el Gobierno. Ya entonces el peso de la formación había ido perdiendo apoyos, de abril a noviembre se habían dejado 7 escaños. Y sabían que entrar en el gobierno de coalición podía ser una trampa o una salvación. 

Ahora, con 5 diputados, se pasan al Grupo Mixto. Y ahí intentarán marcar su línea, básicamente la de confrontar con todo aquello que hagan o digan tanto Yolanda Díaz como Pedro Sánchez. Es la única estrategia que han seguido en los últimos meses. Con Pedro Sánchez recién aterrizado en Israel, desde Podemos criticaban ese viaje como una forma de validar la política del ejecutivo israelí. Sin ni siquiera esperar a qué iba a decir, pillándoles después toda la crisis diplomática con el gobierno de Netanyahu con el pie cambiado. Ni una palabra sobre ese asunto desde entonces. 

No va a ser una legislatura fácil. Vamos a tener que acostumbrarnos a tener que lidiar con los egos de tanto político de un lado y de otro que sólo van a buscar su minuto de gloria en el telediario. Va a ser así. Vamos a presenciar pocos debates interesantes sobre asuntos relevantes y mucha batalla de gallos. Políticos y políticas que no quieren mejorar este país con políticas transformadoras sino no perder influencia ni cuota de poder. Y mira que hay asuntos urgentes que requieren de la acción política de todos los protagonistas. Como la aprobación de la ley de amnistía o la renovación del poder judicial. Dos asuntos claves en este arranque de legislatura en el que muchos están más pendientes de fijar una postura política para sus votantes que, realmente, de trabajar por lograr un avance en un asunto tan delicado como éste. La renovación del CGPJ, cómo se hace, cómo se cambia la ley para que la elección de ese órgano de gobierno de los jueces se haga sin que los partidos bloqueen o metan mano, es vital. Y Bruselas está pendiente de cómo lo hacemos. Pendiente y esperando. 

Creo que lo que muchos piden es dejar de infantilizar la política. Y, desgraciadamente, en los últimos tiempos, hemos visto demasiados ejemplos de esta infantilización. De políticos y políticas que, casi con una pataleta, no han sido capaces de leer lo que sus votantes les piden. Y que, en una especie de realidad paralela, lo entienden todo desde los personalismos más básicos. Las políticas van más allá de determinados nombres. Sólo se pasa a la historia cuando, realmente, trabajas por el bien de los demás y no por el tuyo propio. Y esto es lo que algunos todavía no han entendido.

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