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La ultraderecha ejerce una influencia muy limitada en la décima legislatura europea

Francisco Aldecoa Luzárraga

Para nosotros, desde el Movimiento Europeo, tanto español como internacional, ha sido una alegría estudiar el resultado a las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio. Por un lado, se consolidan los partidos que defienden el proyecto europeo y, por lo tanto, la composición de la cámara va a ser similar, aunque algo disminuido respecto al parlamento de la novena legislatura. Por otra parte, confirma nuestros pronósticos, recogidos en los artículos que hemos ido publicando en estos meses previos, especialmente en mayo y junio, en los que defendíamos que Ursula Von der Leyen iba a poder ser reelegida para una segunda legislatura como presidenta de la Comisión.

Es importante recordar que las noticias y los editoriales que se publicaron en los medios españoles, alarmando sobre la importancia que iba a cobrar la extrema derecha, han resultado erróneos. Posiblemente, los resultados de estas elecciones puedan tener consecuencias nacionales, especialmente en Francia, donde se han convocado elecciones presidenciales dados los resultados, o quizás en otros países. Sin embargo, atendiendo a la composición de los grupos parlamentarios en el Parlamento Europeo, creo que podemos decir que la incidencia y la capacidad de los grupos de extrema derecha, tanto de Conservadores y Reformistas, como de Identidad y Democracia, va a ser muy reducida, como ocurría en la legislatura anterior.

Las primeras consecuencias de los resultados de las elecciones se pueden observar en las reuniones de este lunes, 17 de junio, en las que se hizo una primera aproximación de cómo se podían configurar las cabezas de las instituciones. Se confirmó que el pacto entre los tres grandes grupos (Populares, Socialistas y Liberales), y en algunos casos con la invitación a los Verdes (que han perdido peso), se asume que la presidenta de la Comisión seguirá siendo la popular Ursula Von der Leyen, cuyo partido ha crecido; el presidente del Consejo será António Costa, de los socialistas (si bien el Partido Popular Europeo quiere dividir el mandato en dos, para que en la segunda parte lo ocupe algún líder de su partido). La presidencia del Parlamento seguramente la mantenga Roberta Metsola, del PPE, aunque quizás tenga que compartirla, como ha ocurrido durante la novena legislatura. En cuanto al Alto Representante de Política Exterior y de Seguridad, en sustitución de Borrell, de momento, parece que va a ser la Primera Ministra de Estonia, Kaja Kallas, que pertenece al grupo Liberal.

En todo caso, las perspectivas que se recogían en gran parte de la opinión pública española ponían en duda la posibilidad de que Von der Leyen tuviera un segundo mandato, lo que hubiera roto la continuidad a la labor realizada con el apoyo de los tres grandes grupos. Los resultados de las elecciones niegan esta posibilidad por amplia mayoría. Precisamente, el PPE ha subido y ella se ha consolidado, con una gran diferencia. Es presumible que tenga el apoyo de las otras dos importantes fuerzas políticas (socialistas y liberales) e incluso de los verdes. Sin embargo, la presidenta tendrá un respaldo incluso mayor del que tuvo en su anterior investidura, en la primera votación del Parlamento Europeo, que será en julio. Con ello, probablemente obtendrá una mayoría absoluta más holgada, que supere los 9 votos de diferencia que tuvo en 2019.

La importancia que se le daba en nuestros medios españoles al papel que podía jugar Meloni ha quedado descartada. A pesar de sus buenos resultados, su capacidad de influencia en la gestión de las grandes decisiones, y, sobre todo, del nombramiento de los líderes es prácticamente nula, en contra de lo que se presumía. Posiblemente, termine colocando un comisario influyente, incluso con rango de vicepresidente, pero nada más. En todo caso, la hipótesis de que podía llegar a presentar un candidato afín a la presidencia de la Comisión, alternativo a Von der Leyen, se ha desvanecido con los resultados. Incluso, el diálogo con la presidenta de la Comisión, que algunos medios decían que podía tener consecuencias políticas de un acuerdo entre populares y la ultraderecha, no se ha producido.

Es importante resaltar que, a pesar del enfrentamiento excesivo que hubo entre los dos grandes partidos españoles durante la campaña, creo que podemos afirmar que el conjunto de parlamentarios, tanto del PP como del PSOE, van a votar lo mismo, incluso la única candidata española que hay en los liberales, la eurodiputada del PNV. Esta cuestión llama poderosamente la atención, aunque ya habíamos constatado esta circunstancia. El problema fue que en España el debate fue español y no europeo.

La segunda consideración que hay que hacer es que, indudablemente, las elecciones han tenido efectos políticos en Francia, donde la extrema derecha superó al gobierno. En Alemania, aunque la coalición de gobierno recibió un varapalo, en conjunto no se han visto sobrepasados por la ultraderecha. Aunque la CDU ha ganado, si se ponen en conjunto los tres partidos que integran el llamado gobierno del semáforo quedarían en segunda posición, superando a la ultraderecha. Es decir, en algunos otros países pueden tener consecuencias en los gobiernos respectivos y, por lo tanto, se puede complicar algo la composición del Consejo Europeo y del Consejo de la UE. En todo caso, no creo que esto sea decisivo.

Lo importante es que han triunfado los partidos políticos (populares, socialistas y liberales) que durante los últimos setenta años han desarrollado y profundizado el proyecto europeo de soberanía compartida, y que han protagonizado acuerdos solemnes en las nueve legislaturas anteriores

Es también importante señalar que, si bien en el cómputo total han crecido los dos grupos de extrema derecha, han perdido peso en países relevantes como Portugal, Polonia, Dinamarca, Finlandia y Suecia. En general, en lo que hay que insistir es en que la capacidad de influir, tanto en los nombramientos como, posiblemente, en las políticas futuras, va a ser mucho más limitado de lo que se anunciaba en gran parte de nuestros medios. El problema en España es que nadie reconoce de forma clara el error de diagnóstico y gran parte de sus lectores no se han enterado de que los resultados no son los que ellos esperaban.

Por último, se está insistiendo en los medios en la importancia del fenómeno de Alvise, como algo excepcional y sin precedentes. Sin embargo, eso no es así. En el caso español, debido al efecto de la circunscripción única, es relativamente fácil que se produzcan estas irrupciones. Hay varios ejemplos anteriores de quienes sin tener una trayectoria política ni una percepción clara sobre la Unión Europea o las iniciativas parlamentarias que pueden desarrollar en ese ámbito, se presentaron y tuvieron resultados. Me estoy acordando del caso de Ruiz-Mateos, pero posiblemente hay más.

Lo importante, en todo caso, es que han triunfado los partidos políticos (populares, socialistas y liberales) que durante los últimos setenta años han desarrollado y profundizado el proyecto europeo de soberanía compartida, y que han protagonizado acuerdos solemnes en las nueve legislaturas anteriores, que han permitido liderar el proyecto europeo con propuestas cada vez más profundas y federales. Esto es especialmente claro en la novena legislatura (2019-2024), donde la Comisión Von der Leyen ha dado unos grandes resultados, consiguiendo hacer frente a la pandemia con el Fondo de Nuevas Generaciones, que es un instrumento claro de federalismo de facto, así como la gestión de las ventajas de la retirada del Reino Unido, y la cohesión casi completa en torno a la agresión rusa a Ucrania.

Esperamos que en esta décima legislatura se dé continuidad a los éxitos de la novena y, sobre todo, complemente los avances para hacer frente a tres grandes cuestiones: a) la imprescindible reforma de los Tratados, a través de una Convención Europea o de otros métodos, que permita la profundización federal; b) la resolución del proceso de ampliación a nueve o diez Estados (si se tiene en cuenta a Armenia, en cuyo Parlamento se está planteando muy recientemente un referéndum para solicitar la adhesión a la UE); c) la continuación del apoyo progresivo a Ucrania contra la agresión rusa. Asimismo, habrá que tener en cuenta cómo se incide cada vez más en la resolución del conflicto de Oriente Medio.

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Francisco Aldecoa Luzárraga es Catedrático emérito de Relaciones Internacionales en la UCM y Presidente del Consejo Federal Español del Movimiento Europeo.

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