El marrón de las aguas marinas y la ‘Rugulopteryx okamurae’

Fernando Granda

Uno de los motores de la economía española es el balance turístico. Salvo en los meses que nos invadió la pandemia del Covid-19, los turistas llegan y llegarán muchos este verano. Cada año superan el récord anterior y las decenas de millones de visitantes dejan en España una enorme cantidad de euros que engrosan el presupuesto nacional. Pero aparece, sobresale ahora, una nueva plaga invasora que tiñe las aguas, amenaza no solamente a las playas de nuestro atractivo litoral sino también a la pesca, la biodiversidad y la vida de nuestros pescadores. Situación que revierte en la vida misma.

La ‘Rugulopteryx okamurae’, que ya invade las costas caribeñas, ataca ahora a las españolas. Y parece que el peligro es enorme porque se reproduce con inusitada rapidez y lo hace tanto en la  misma agua como agarrado a las rocas. Testimonios de viajeros por las costas centroamericanas cuentan que en algunas zonas han encontrado una aplicación —desconozco su naturaleza— que lucha contra esta invasión, pero su eficacia no parece dar buenos resultados. Dichos testigos hablan de rastreos y labores de limpieza realizadas por los organismos públicos y también privados durante las madrugadas para intentar eliminar o disminuir algas de este tipo con el fin de dejar las playas despejadas para los turistas a la mañana siguiente. En nuestro país, el Ministerio para la Transición Ecológica ha publicado un documento, Estrategia de gestión, control y posible erradicación del alga asiática (Rugulopteryx okamurae), con el que trata de eliminar estos exóticos y diminutos invasores que desde hace un tiempo van cubriendo arenas y roqueros de nuestras costas. Su origen viene de aguas asiáticas, según parece depositadas en nuestro litoral al vaciar agua del lastre un buque llegado de Asia. 

Si gran parte del Mediterráneo se beneficia de la Posidonia, la planta que surte de oxígeno al agua de este contaminado mar, en gran parte del Mare Nostrum el peligro acecha con algas que invaden su costa, que afectan a la pesca en diversas modalidades (palangre de fondo, de cerco, trasmolleros, etc), disminuyen las capturas, deterioran las redes. Se ha detectado su impacto, según datos ministeriales, en buques y ha atacado a otras especies de algas, principalmente las fotófilas, y a la gran pradera submarina de la Posidonia. Coloniza los rizomas de estas plantas en las costas de Málaga, Granada y Almería y en el litoral ceutí. En algunas zonas las aguas se ven ya de un color marrón.

El Ministerio ha impulsado su Estrategia de gestión, control y posible erradicación del alga asiática ('Rugulopteryx okamurae'), pero los resultados hasta el momento son muy limitados

Ya el 13 de julio de 2022 el Diario Oficial de la Unión Europea, en el Reglamento de Ejecución (UE), publicaba su inclusión entre las especies invasoras. De momento se libran de una gran expansión, aunque sufren su llegada, playas cercanas a Málaga, pero en otras de la Costa del Sol se retiran miles de toneladas, así como en el entorno del Estrecho. Los municipios costeros gastan mucho dinero para remediar el impacto y se empiezan a organizar para deshacerse de su contaminación compostando como residuos urbanos las grandes cantidades que retiran del mar. Recuperan así parte de lo gastado al vender el compost que empieza a emplearse para productos cosméticos y hasta para la composición de calzado. Pero es mucho lo invertido en la limpieza para hablar de recuperación, ya que la invasión continúa y avanza por las costas africanas y podría llegar a las costas canarias. Del litoral japonés al Mediterráneo el viaje ha durado casi una década pero en las aguas cálidas de este mar occidental, con el calentamiento global que avanza inexorablemente, la reproducción ha sido muy rápida y la invasión ya afecta a costas, plantas, peces, pescadores y la alimentación. El Ministerio ha impulsado su Estrategia de gestión, control y posible erradicación del alga asiática (Rugulopteryx okamurae) con directrices de gestión, control y posible erradicación, pero los resultados hasta el momento son muy limitados.

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Fernando Granda es socio de infoLibre.

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