Cómic
“Beowulf es un western con vikingos”
Sólo es un autógrafo para un aficionado, pero por la manera en que David Rubín acribilla la página, parece que lo haya poseído el espíritu de Pollock. Toma una de las primeras hojas en blanco de El héroe 2 (Astiberri) –una desbocada relectura de los doce trabajos de Hércules, obra por la que está nominado al premio de mejor obra de autor español en el Salón del Cómic de Barcelona- y retrata al protagonista con trazos impetuosos. Agarra el rotulador blanco y apuñala la página; las partículas de pigmento saltan por los aires. “¡Toma efecto 3D!” Ante el conato de action-painting, algún compañero de firmas lo mira de reojo. El fan se lleva el ejemplar con devoción y Rubín vuelve en sí para hablar de su gran obra, el díptico de El héroe, y de su nuevo proyecto, Beowulf, firmado junto al guionista e historiador del cómic Santiago García.
En El héroe (Astiberri), David Rubín (Ourense, 1977) ha recreado una visión personalísima sobre el campeón mitológico que incluye ingredientes autobiográficos e inquietudes personales. Pero nada de los superhéroes de Marvel y DC, de los que abomina. “Lo que he hecho en El héroe es tomar las doce pruebas de Heracles como base a partir de la cual desnudarme ante el lector, contándole las miserias de vida. No lo especifico, pero toda mi basura está ahí ante todo el mundo”, revela. “Ahora me apetecía hacer algo donde no tuviera que ponerme en bolas ante la gente”.
Ese nuevo trabajo es Beowulf, adaptación del antiguo poema épico anglosajón sobre un héroe, un monstruo y la madre que lo trajo al mundo, ambientado en la Dinamarca precristiana. Avisa de que su aproximación huye del tratamiento habitual de la mitología nórdica. “Nada de El señor de los anillos ni Canción de hielo y fuego”, explica Rubín. La idea nace de un viejo proyecto del guionista Santiago García (coautor de El vecino) y el dibujante Javier Olivares.“Leí en blog de Santiago que iban a abandonar el proyecto de Beowulf, y era un tebeo que me encantaría leer. Así que le llamé y le dije: esto sale por mis cojones. Si hace falta lo dibujo yo”.
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La nueva visión de García y Rubín sigue de cerca al original aunque busca ser narrativamente innovadora. “Es una versión ultrafiel al poema, pero le damos nuestro toque en el modo de contarlo; es un cómic muy alejado de la espada y brujería”. No va a ser un Conan escandinavo. “Es un western con vikingos, una historia muy seca, muy dura; con pocos diálogos y mucha acción; una mezcla de Alien el octavo pasajero, con El hombre que mató a Liberty Valance, pero con vikingos”.
Cuando Rubín le propuso a García recuperar Beowulf, el acuerdo fue inmediato. “Tenemos una manera de ver el cómic bastante similar”, recuerda. La única condición que puso fue que no se iba a limitar a ilustrar el guión. Tenía que ser una creación a partes iguales. Así que el contacto es constante, vía email y Skype. Rubín desde A Coruña y García desde Baltimore (EEUU), donde reside desde hace dos años. “García es un guionista que te da una materia base sobre la que construyes, y él da por hecho que le devuelves algo más grande”. Fruto de ese intercambio son las 110 páginas a lápiz que ya tiene listas, de las 180 que tendrá el volumen. “Para las navidades ya estará en las librerías”.
Beowulf va a suponer un cambio artístico en el trabajo de Rubín. “Es el tebeo más artesanal que he hecho; aquí uso las herramientas de otra manera. El dibujo es menos acabado, y me centro en la narrativa, el diseño de página, en la búsqueda de ritmo. Dibujo con la tinta, a diferencia del trazo perfilado de El héroe; es una textura más sucia, porque la historia requiere que el acercamiento sea más oscuro, más orgánico, sucio”, explica. “Más que contar la aventura épica de un héroe, me interesa la prodredumbre del alma humana en general y de lo que nos rodea; Beowulf es una lucha por sobrevivir al mal, tanto al mal monstruoso y físico como al mal interior que todos llevamos dentro”.