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Muros sin fronteras

El ajuste según Uli Hoeness

Angela Merkel estuvo en todos los goles del Bayern Munich y en algunas decisiones arbitrales del húngaro Viktor Kassai. La canciller alemana posee la virtud de los santos: está en todas partes, en misa y repicando, en Munich y en La Moncloa, donde se cocinan más recortes y se promete no subir el IVA y el IRFP, una forma muy rajoyana de anunciar más impuestos.

Merkel es la campeona del ajuste, de la intachabilidad moral, de la pureza fiscal. En el palco del estadio Allianz Arena estaba su amigo Uli Hoeness, presidente del Bayern y destacado seguidor de la canciller. Hoeness es uno de los principales azotes del fútbol español. No por las goleadas, sino por sus constantes críticas al despilfarro y a lo que él llama competencia desleal.

Hoeness se autodenunció el sábado en la revista Focus al admitir que tenía una cuenta no declarada en Suiza de 20 millones, por la que no había pagado impuestos al fisco de su país.

El propietario de la revista es directivo del Bayern. La entrevista forma parte de una estrategia jurídica para evitar la cárcel. La ley alemana es generosa con quienes reconocen errores y pagan lo defraudado. Pase lo que pase, el presidente del Bayern ha perdido su aura de moralidad, de pureza.

Hoeness salió del armario defraudador al tener conocimiento de que la policía le pisaba los talones.

Un portavoz de la cancillería dijo que Merkel se sentía decepcionada. La oposición ha pasado al ataque. En septiembre se celebran elecciones generales, una oportunidad para comprobar si otra política es posible. De esas elecciones depende el futuro de Merkel, de la UE, del ajuste continental y de millones de ciudadanos del sur, incluidos los españoles.

Charles De Gaulle, libertador de Francia en la II Guerra Mundial y después presidente, dijo que las elecciones en Estados Unidos afectaban tanto que los europeos que deberíamos votar en ellas. ¡Si De Gaulle levantara la cabeza y viera que ahora las decisivas son las alemanas!

Viñeta sobre el desempleo con el culo en pompa. Diario griego Ekathimerini 

Mientras se pincha la burbuja moral en el palco del intratable Bayern crecen las dudas sobre la eficacia del ajuste merkeliano. El runrún llega de todas las partes, incluido el FMI. Incluso el obediente José Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, se ha atrevido a cuestionarlo.

Barack Obama sostiene que cuando un avión tiene problemas para proseguir el vuelo es necesario aligerar el peso y echar lastre, pero que nadie en su juicio elegiría los motores.

El premio nobel de Economía Paul Krugman recogió en su columna la gran noticia: Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff, los gurús del ajuste, cometieron un error de cálculo en sus predicciones sobre el techo del déficit que pone en cuestión su teoría. Un estudiante llamado Thomas Herndon es el autor del descubrimiento, de la existencia de un error. Ellos lo admiten, pero rechazan modificar sus conclusiones.

Mientras que los críticos del ajuste proliferan en el extranjero, en España no deben llegar las mejores traducciones porque el Gobierno se empecina en la senda. Quedan las preguntas esenciales: ¿quién paga la consecuencias de los errores de los gurús, de los analistas, de los bancos? Grecia ya ha encontrado una solución: que pague Alemania

De todas las explicaciones del origen de la crisis, de las hipotecas basura que hundieron Lehman Brothers en 2008, la mejor sigue siendo la de los humoristas británicos John Bird y John Fortune. La segunda, la de la niña Victoria Grant. El primer vídeo lleva subtítulos en castellano, para que lo entienda Rajoy.

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