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Crisis del ébola

Tres escenarios posibles para la solución política de la crisis

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La crisis del ébola ha desbordado al Gobierno de Mariano Rajoy y ha dejado al descubierto algunas fracturas. El hecho de que el viernes pasado fuese anunciada la creación de un comité especial para la coordinación de toda la información relacionada con el estado de salud de Teresa Romero y del resto de pacientes en observación ya supone el reconocimiento implícito del Ejecutivo de que hasta entonces –el contagio se conoció el lunes– las cosas no habían funcionado bien. 

Es evidente que el mismo viernes la situación experimentó un giro notable. Y que el fin de semana, con la emisión de comunicados y con la convocatoria de una rueda de prensa ofrecida por Fernando Simón, responsable de alertas del Ministerio de Sanidad, el Gobierno intentó calmar la alarma social generada en los últimos días. Pero esta reacción no va a evitar que los partidos políticos y la profesión médica exijan responsabilidades políticas a Rajoy y al Gobierno de la Comunidad de Madrid, también en manos del Partido Popular.

El discurso oficial del Gobierno al respecto fue expuesto el viernes en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros por Soraya Sáenz de Santamaría. A saber: el Ejecutivo no se cierra en banda a asumir responsabilidades políticas. Se estudiará todo porque hay una investigación abierta para conocer qué ha fallado en el proceso. Pero el objetivo urgente e inmediato es el de "velar por la salud" de la técnica de enfermería contagiada y del resto de personas en observación.

Teniendo en cuenta estos elementos, hay tres escenarios posibles para la solución política a esta crisis.

1. Sin dimisiones

Es la situación más arriesgada no solo a ojos de los partidos de la oposición, sino incluso a ojos del PP. Pese a que todas las fuentes consultadas coinciden en que en los últimos días se ha reconducido la situación, la gestión de esta crisis ha dejado al descubierto graves errores de coordinación entre el Gobierno y la Comunidad de Madrid, versiones contradictorias de los mismos hechos y una campaña de criminalización de la víctima liderada por el consejero de Sanidad madrileño, Javier Rodríguez. Este último es, junto a la ministra de Sanidad, Ana Mato, el principal político en el foco en tanto que fueron ellos quienes en un primer momento se hicieron cargo de la situación cuando el lunes se conoció el contagio de Teresa Romero.

"A día de hoy, sin tomar distancia, y con los hechos todavía recientes, es impensable que la situación se salde sin una víctima política", apunta un dirigente conservador. En este esquema, es Ignacio González, en su calidad de presidente de la Comunidad de Madrid, el encargado de depurar las responsabilidades de la consejería. Y Mariano Rajoy el encargado de tomar una decisión sobre la titular de la cartera de Sanidad. 

No es la primera vez que Ana Mato está en el punto de mira. En esta legislatura ha estado en la cuerda floja más de una vez por lo regalos recibidos por su familia de los cabecillas de la trama Gürtel.

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Una de las líneas de defensa que emplea el Gobierno para esgrimir que la actuación, aunque mejorable, no es aislada, es el caso del contagio de una enfermera en Dallas. Un caso en el que también se ha hablado de un fallo a la hora de cumplir con los protocolos de seguridad laboral establecidos para los trabajadores sanitarios que están en contacto con enfermos portadores de este virus. Lo que obvia el Ejecutivo es que la respuesta de todos los actores implicados en el proceso de Estados Unidos fue mucho más ágil que la que se dio en España. Sirvan un par de ejemplos: en Dallas, desde el primer momento, la información estuvo centralizada con comparecencias de responsables políticos y médicos. En España, los primeros días reinó el caos y circularon versiones contradictorias desde diferentes administraciones.

También, desde que se supo del contagio se desinfectaron las zonas comunes del bloque de apartamentos donde vivía la afectada. Todo esto ocurrió el sábado. La enfermera alertó de que tenía fiebre a los servicios sanitarios la noche del viernes. En el caso de Romero, sus vecinos de Alcorcón se enteraron por los medios de comunicación del contagio y la limpieza no fue inmediata.

2. Una sola víctima política

Para este escenario, en el PP tienen bastante claro que si alguien ha de pagar políticamente es el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Cuando la sucesión de errores ya había disparado la alarma social, Javier Rodríguez coronó sus actuaciones con una especie de campaña de culpabilización de Teresa Romero. Primero, se insistió en un error derivado de la inobservancia del protocolo de seguridad después de que se filtrara que la ingresada se habría tocado la cara después de quitarse uno de los guantes con los que había estado atendiendo al sacerdote Miguel Pajares. Más tarde llegó a señalar que muy mal no se habría encontrado cuando acudió a la peluquería en el proceso de incubación del ébola.

A diferencia de lo que ocurre con Ana Mato, donde las presiones son menores, dirigentes del PP consultados por infoLibre apuntan a que su continuidad es "insostenible". Y Rodríguez, por si acaso, ya se ha abonado el terreno: "Si tuviera que dimitir, dimitiría. Soy médico y tengo la vida resuelta". Son muchos en el partido los que opinan que a Ignacio González no le va a temblar la mano, sobre todo en un momento en el que se juega ser cabeza de lista en la Comunidad de Madrid. ¿Serviría solo la cabeza de Rodríguez para frenar la exigencia de asunción de responsabilidades? Es una pregunta que se irá despejando en las próximas semanas si la crisis sanitaria se va controlando.

De cumplirse este escenario, lo que no puede evitar el Gobierno es que Mato quede descubierta y desde sectores del PP de Madrid se reclame también su puesto. En paralelo a la gravedad de esta crisis a nivel sanitario, se ubica también la guerra soterrada de poder entre el PP de Madrid y el entorno de Mariano Rajoy. Es un elemento a tener en cuenta, máxime cuando en la dirección regional que está en manos de Esperanza Aguirre ven en Mato a la persona que la dirección nacional del PP intentó imponer como sustituta de la primera en el partido cuando anunció que abandonaba la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

3. Dos sacrificios para zanjar la presión

Otra vía de solución es la que pasa porque Mato y Rodríguez dejen sus cargos. No es el escenario más "realista" según las fuentes consultadas, que creen que es más "censurable" la actitud del consejero que la de Ana Mato, que en todo momento se ha mostrado respetuosa con la paciente y la profesión sanitaria. "No veo a Rajoy cesando a Ana", sostiene alguien que conoce muy bien al presidente. No obstante, con los precedentes de la marcha de Alberto Ruiz-Gallardón de Justicia, pocos en el PP se atreven a poner la mano en el fuego.

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Es precisamente la cercanía de la crisis de Gobierno abierta por la marcha del extitular de Justicia tras la retirada de su reforma de la ley del aborto lo que hace a algunas de las fuentes consultadas rechazar la opción de la marcha inmediata de Mato. "Daría una sensación de caos que ahora no es buena", explican. Por contra, sí se podría esperar a nuevos cambios obligados por motivos de fuerza mayor para dar salida a Mato. Sería el caso de la marcha de Luis de Guindos, ministro de Economía, al Eurogrupo. "Aunque es una posibilidad cada vez más desdibujada, no hay que perderlo de vista", precisa un diputado. 

Otra posibilidad sería que fuese la propia ministra, muy desgastada, la que decida dar un paso atrás. Esto encajaría más con el estilo de Rajoy. En los últimos meses se han apartado Jaime Mayor Oreja, Ana Botella –informó de que no será candidata a la alcaldía de Madrid– y el exministro de Justicia sin aparente mediación del presidente. En todos confluye una sensación: no se sintieron respaldados.

Pese a que la creación de la comisión especial es ya de por sí una desautorización, en el Gobierno insisten en que la mayor prueba de que Mato cuenta con el respaldo de Rajoy es que sigue siendo ministra y que es la única ministra que está en este órgano. "No se trata de enmendarla, sino de acudir a ayudar, a completar su trabajo", explican desde la Presidencia del Gobierno.

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