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LUCHA CONTRA EL PARO

Las subvenciones a los contratos no favorecen el acceso de los jóvenes al empleo indefinido

La ministra Fátima Báñez, en el Congreso

El Gobierno sigue confiando en las subvenciones de cuotas para empujar a las empresas a ofrecer contratos indefinidos a sus potenciales trabajadores. Criticadas por el descosido que hacen a los ingresos de la Seguridad Social –que terminará este ejercicio con el mayor déficit de su historia, 20.000 millones de euros–, el Ministerio de Empleo ha optado por sustituir las reducciones de cuotas por bonificaciones –que el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) cubre con sus propios presupuestos–. De esa manera no se perjudican las cuentas de la Seguridad Social, pero se mantiene en vigor un mecanismo cuya eficacia cuestionan de forma unánime académicos y economistascuestionan de forma unánime académicos y economistas.

Un estudio de las profesoras de la Universidad de Alcalá de Henares Inmaculada Cebrián y Gloria Moreno abunda en esta misma dirección. Ambas han investigado los efectos de estos incentivos en los trabajadores menores de 30 años. Y su conclusión es clara: no aumentan las probabilidades de que un joven acceda a un contrato indefinido. Sólo el 2,54% de los contratos firmados por menores de 30 años entre 2007 y 2014 se beneficiaron de las reducciones de cuotas, y sólo el 1,25% recibieron bonificaciones. Además, en 2007 ese último porcentaje era más del doble, un 3,3%. Desde entonces, no ha dejado de bajar. En cambio, desde que se instauraron las reducciones –las que hacen un agujero en los ingresos de la Seguridad Social–, éstas han crecido de un escaso 0,28% en 2011 al 2,54% de 2014.

Es decir, estas subvenciones no han tenido demasiado éxito entre los empresarios. De hecho, como ocurre también con los trabajadores de más de 30 años, el acceso al empleo se consigue casi siempre mediante un contrato temporal. “La decisión de contratar o no a un trabajador con un contrato indefinido tiene más que ver con las necesidades productivas de la empresa que con la facilidad para hacerlo”, aseguran las investigadoras. Es más, los incentivos terminan resultando poco atractivos porque obligan a las empresas a mantener la plantilla neta durante tres años. “Esta rigidez”, explican, “supone un mayor coste para la empresa que el hecho de correr con los costes laborales de entrada y salida de un contrato indefinido sin bonificar”.

Peor si es bonificado

De hecho, un joven tiene menos probabilidades de conseguir un empleo fijo si firma un contrato indefinido con bonificación que si carece de ella. Los que permiten un mayor acceso al empleo estable son las conversiones de temporales en indefinidos con bonificación, aun así no muy superior al que garantiza un indefinido sin cuotas subvencionadas.

Según el estudio, sólo el 9,8% de los contratos indefinidos subvencionados a tiempo parcial que fueron registrados a partir de 2007 seguían vivos a finales de 2013. Y sólo el 23,2% de los que tenían jornada a tiempo completo. Son los que menos tasa de supervivencia tienen. Los más duraderos, por el contrario, proceden de conversiones de temporales que han recibido bonificación: perviven el 52% de los que incluyen jornada a tiempo parcial y hasta el 71,4% de los de tiempo completo. Aunque la distancia de éstos con las conversiones sin bonificar es pequeña: sólo 4,6 puntos porcentuales.

Porque un contrato indefinido no siempre significa que el empleo también lo sea. En España la duración de los empleos fijos no llega ni a la mitad del tiempo total cotizado que podrían haber tenido, destacan las profesoras de la Universidad de Alcalá. En el caso de los jóvenes, la inestabilidad de estos contratos supuestamente seguros es aún mayor. Tras el primer año, la probabilidad de ser despedido es de un 45% por término medio. Si se trata de la conversión de uno temporal, la probabilidad es menor, un 30%. Pero es que sobreviven menos los indefinidos subvencionados –no llegan ni a la mitad de los que se firman– que los que no reciben incentivos, unos 10 puntos porcentuales menos. Al cabo de cinco años, la tasa de mortalidad de los contratos fijos se dispara y “no quedan vivos ni el 40% de los contratos indefinidos, en algunos casos, ni siquiera el 20%”.

Temporales usados como periodo de prueba

En consecuencia, subrayan Cebrián y Moreno, las subvenciones de cuotas ni han sido significativas por el número de los contratos que han facilitado ni porque hayan facilitado el acceso hasta una mayor estabilidad laboral de los jóvenes.

“Las empresas españolas aprovechan la contratación temporal para realizar una cata del trabajador, con el fin de averiguar su nivel de competencia y adecuación a sus necesidades”, apuntan Cebrián y Moreno. A su juicio, este comportamiento puede indicar que el periodo de prueba de los contratos indefinidos es insuficiente. Sin embargo, objetan, las empresas han utilizado más bien poco el llamado contrato indefinido de apoyo a los emprendedores, que brinda un inusual –y polémico, fue llevado hasta el Tribunal Constitucional– periodo de prueba de un año y que, además, permite recibir un importante paquete de incentivos. Lo creó la Ley 3/2012, la última reforma laboral, y en 2015 sumó 56.203 contratos, apenas el 0,9% de los contratos firmados con trabajadores menores de 30 años.

Igualmente disfrutan de exención total de cuotas a la Seguridad Social los contratos a jóvenes mientras la tasa de empleo no descienda hasta el 15% –se encuentra en el 18,9% según la última Encuesta de Población Activa (EPA)–. Además, la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven incluye una “tarifa joven” de 300 euros durante seis meses para contratos indefinidos.

Tasa de temporalidad del 53%

El objetivo de estas medidas es reducir la tasa de paro juvenil en España, la segunda más alta de Europa después de Grecia. Alcanza al 41% de los jóvenes, según la EPA del tercer trimestre: 1,16 millones de menores de 30 años no tienen trabajo. Un porcentaje que más que duplica la media de paro nacional. Además, la tasa de temporalidad de los menores de 30 años es mayor que la de los trabajadores adultos. En 2015 era del 53%, también el doble de la media nacional, después de haber aumentado a lo largo de toda la crisis. En 2007 el porcentaje de trabajadores temporales jóvenes era sólo cuatro puntos porcentuales superior a la del resto de la población ocupada; en 2015 la diferencia es de 14 puntos.

Lo mismo ocurre con los contratos a tiempo parcial. Si han aumentado para todos los ocupados desde que se aprobó la reforma laboral en 2012, entre los jóvenes se han disparado: la proporción de jóvenes con contratos temporales por horas, la fórmula más precaria, triplica a la de los mayores, resalta el estudio de la Universidad de Alcalá.

Esta profusión de contratos endebles se explica también por el tipo de puestos de trabajo y los sectores donde más se contrata a los jóvenes. Las ocupaciones en los que tienen más peso los contratos a menores de 30 años son los camareros, peones agrarios y dependientes de tiendas, que suman el 35,5%. Pues bien, igualmente es en estos sectores donde la probabilidad de acceder a un contrato indefinido es menor, advierten las investigadoras.

Sólo el 29,6% de los inscritos en el Sistema de Garantía Juvenil consiguió un empleo en 2016

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Alternando empleo y paro

Por regla general, los trabajadores, también los más jóvenes, alternan empleos temporales con periodos de paro o bien empleos temporales con indefinidos. Entre 2007 y 2013, los menores de 30 años tuvieron una media de ocho “episodios de empleo”, como los denominan Cebrián y Moreno, y uno de paro. “Aunque hay situaciones extremas”, precisan, “por ejemplo, hay al menos un individuo que ha llegado a tener más de 1.000 episodios de empleo”. Las profesoras de Alcalá han utilizado para el estudio la Muestra Continua de Vidas Laborales, un conjunto de datos individualizados extraídos de los registros de la Seguridad Social.

Incluso los jóvenes que sólo han tenido contratos indefinidos registran 1,6 episodios de empleo y 0,7 de paro. Lo que confirma la relativa inestabilidad de los contratos considerados seguros. Según los días de cotización registrados por la Seguridad Social, la duración media de un contrato de obra y servicio para un joven era de sólo 37 días en 2013, la mitad que en 2007. Un contrato eventual duraba 38,5 días en 2013; antes de la crisis llegaba a los 56,6 días. Los indefinidos también han perdido capacidad de supervivencia: en 2008 duraban 529,7 días –casi año y medio–, pero en 2013 sólo 394 –un año y un mes–.

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