Nuria Varela toma fuerzas en agosto para preparar dos nuevos libros

La periodista y escritora Nuria Varela (Turón, Mieres, 1967) ha tenido el peligroso privilegio de cubrir de primera mano sucesos tan trascendentes como la Revolución Naranja en Ucrania, la guerra de Irak, los feminicidios de la Ciudad de Juárez o la guerra de Bosnia. Siempre le ha interesado la información de largo aliento, que ha plasmado en diferentes reportajes, algunos convertidos en libros. Pero poco a poco se fue inclinando hacia una de sus mayores preocupaciones: la sociedad patriarcal que legitima la violencia machista, y el feminismo que la combate. 

Su último trabajo al respecto ha sido Cansadas (Ediciones B), un ensayo publicado este año en el que desmonta la idea de que las mujeres ya han ganado sus principales batallas y analiza los ataques del nuevo machismo. Antes ya había publicado Íbamos a ser reinas (Punto de lectura, 2003, reeditada por Ediciones B), Feminismo para principiantes (Ediciones B, 2005) —que se ha convertido ya un clásico para el movimiento— y La voz ignorada. Ana Orantes y el fin de la impunidad (Endebate), que aborda el caso que cambió para siempre la percepción de la violencia de género en España.

Este año, Varela se va de vacaciones a descansar, algo que, dice, se merecen todos. Incluso los que, como Cristina Cifuentes, señala, piensan que el descanso es algo prescindible: "Cuando desde la política nacen esos discursos hay que echarse a temblar porque tienen malas intenciones". A la vuelta del verano, eso sí, promete dos nuevos libros, uno en otoño y otro en invierno.

Pregunta. En verano, ¿descanso o trabajo?

Respuesta. Cada año es distinto. Algunos veranos los he pasado con proyectos ilusionantes o con trabajos que no había manera de sacar adelante con el ritmo habitual y necesitaban algo más de tiempo. Este año, descanso, descanso, solo descanso.

P. ¿Un rincón para refugiarse del mundanal ruido?

R. Mi pueblo, Turón, en Asturias.

P. ¿Cuál es el momento de las vacaciones con el que sueña?

R. Cuando pones el punto final al trabajo pendiente. Cuando cierras la agenda, dices ¡ya está!, te fumas un pitillo (sí, todavía fumo), se te queda una sonrisa de incrédula y piensas: ¿será verdad que no voy a hacer nada por obligación en los próximos días?

P. ¿A quién dejaría sin vacaciones?

R. A nadie. Las vacaciones relajan y, sobre todo, despejan la mente. Eso es necesario para todo el mundo, pero especialmente para quienes lo han hecho fatal durante el año. Además, estoy convencida de que se está comenzando a lanzar peligrosos mensajes sobre el "lujo" de las vacaciones, sobre que son "prescindibles". La última en presumir de no irse de vacaciones ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Cuando desde la política nacen esos discursos hay que echarse a temblar porque tienen malas intenciones, seguro.

P. ¿Se lleva algún Cuadernillo Rubio, algunos deberes para septiembre?

R. Me llevo muchos libros de lectura pendiente pero no como deberes sino como regalos que espero poder disfrutar.

P. ¿Hay algo que le quite el sueño en estos meses?

R. Sí, claro, demasiadas cosas. Estamos viviendo una época muy dura y muy confusa. La desigualdad, la precariedad, la violencia, la política de la crueldad, la falta de ética en la toma de decisiones… Son demasiadas cuestiones importantes las que se están tambaleando en los últimos años, asuntos que me preocupan mucho.

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P. ¿Qué le espera a la vuelta?

R. Nuevos proyectos que me ilusionan lo suficiente como para no ver septiembre con pereza y, sobre todo, dos libros nuevos que verán la luz uno en otoño y otro en invierno. Los voy a dejar aparcados estas semanas de verano para terminarlos a la vuelta.