Teatro
La apacible vida del capitalismo español
Son de clase media. Media-baja, dice él. Media-alta, dice ella. Pero qué más da: trabajan —son "profesionales", dicen, en oposición a obreros—, concretamente en la banca, tienen dos hijos y una casa en propiedad, viven en una urbanización cerrada de esas con jardín y piscina y local para actividades lúdicas. Han tenido hipoteca. Invierten en bolsa. Por la tarde bajan a tomarse una cervecita y una copita de vino a la terraza de un bar. Algún día querrían jubilarse y retirarse a un apartamento en la playa, como han hecho sus padres. Nada del otro mundo. Lo normal.
Eso es lo que defienden mientras el público de un ficticio programa de televisión les aplaude, o más bien aplaude a Alberto San Juan y Marta Calvó. Porque estamos en Masacre. Una historia del capitalismo español, obra teatral de título elocuente que regresa al madrileño Teatro del Barrio hasta el 27 de septiembre. Es exactamente lo que dice ser: un recorrido desde el nacimiento de la gran banca española a finales del XIX y principios del XX hasta la crisis económica cuyas consecuencias aún se sufren. Dentro de la tónica del trabajo realizado por esta cooperativa que se ha convertido en uno de los centros del teatro independiente de la capital, la pieza tiene mucho de teatro documental y por ella desfilan nombres, fechas, cifras, datos. Pero también esta pareja anónima y ficticia —aunque muy real— que esconde mucha oscuridad detrás de su fachada de bienestar.
La economía no parece, sin embargo, un ámbito especialmente teatral. "Es un tema sobre el que resulta imprescindible reflexionar e investigar para entender qué pasa en este país y tomar una posición más activa en lo que pueda suceder", zanja San Juan, también autor y director de la obra. No es la primera vez, ni mucho menos, que sus obras parten antes de la voluntad de abordar un asunto de interés público que de un atractivo puramente dramático. Pasó con El rey, sobre el papel de la monarquía española en el siglo XX, cuya versión cinematográfica se encuentran montando estos días. Pasó con los monólogos Autorretrato de un joven capitalista español y España ingobernable, que se representa los miércoles en doblete tras Masacre. Y también en producciones de la cooperativa como Emilia, sobre Pardo Bazán, La sección, sobre las mujeres del fascismo, o Ruz-Bárcenas, a partir de un interrogarorio al tesorero del PP que San Juan dirigió en su versión teatral y que con la cinematográfica llegó a los Goya. Pasará con la obra que prepara sobre la historia de la clase obrera española.
La principal diferencia entre esta y anteriores producciones es que aquí es difícil poner cara a la mayor parte de los protagonistas de no ficción. Alberto San Juan tiene experiencia en imitar —arrancando carcajadas— a Francisco Franco, a Juan Carlos I, a Felipe González. Pero, ¿cómo habla el banquero Carlos March? ¿Y Emilio Botín, abuelo de Ana Patricia? ¿Y cómo era Barrié de la Maza, propietario de Fenosa —y Conde de Fenosa gracias al dictador— y Banco Pastor? Esta oscuridad es uno de los motivos por los que San Juan comenzó a hacer la obra. "Tenemos esa sensación bien fundada de que la soberanía en parte no reside en el pueblo y sus representantes sino en el poder económico", explica por teléfono en mitad de la sesión de montaje. "Me parece muy importante hablar de cómo se forma ese poder, quiénes forman parte de él, desde cuándo existen esos núcleos de poder económico que hoy dominan la realidad española, y cómo es que han llegado a estar ahí y a influir en nuestras vidas."
Como esto va de parejas —volveremos luego con el matrimonio de clase media del comienzo—, resulta particularmente interesante que, en la última versión, algunas acabaran cambiado de composición. Por ejemplo, José María Aznar iba a salir a escena junto a Ana Botella, pero acabó bailando con Florentino Fernández. Franco iba a conversar —aunque esto es mucho decir— con Carmen Polo, pero finalmente da largas a Escrivá de Balaguer. San juan advierte, como en sus anteriores creaciones: "Se hace referencia a un periodo histórico de más de un siglo en una obra de teatro que dura poco más de una hora. No pretendemos enseñar una verdad absoluta".
¿Cómo ha elegido el dramaturgo el elenco de personajes históricos que pasa por Masacre, del ministro franquista José Luis Arrese a la condesa Gunilla von Bismarck, del fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer, a la empresaria Esther Koplowitz? "El método siempre es el mismo: leer mucho, buscar a quien me oriente en la lectura y tratar de hacer un itinerario cronológico con una serie de hechos y personajes importantes", explica San Juan. En uno de los gags de Autorretrato, el actor disponía una pila de libros sobre la mesa: "El espectáculo puede gustar o puede no gustar, pero que no se diga que el muchacho no ha leído". "Aquí ha habido que hacer lecturas económicas precisas que... que me han costado mucho", confiesa. Entre los libros de cabecera, El poder de la banca en España (1969), de Juan Muñoz Martín, La Reestructuración del capitalismo en España: 1970-1990 (1991), de Miren Etxezarreta Zubizarreta, Fin de ciclo (2010), de Isidro López y Emmanuel Rodríguez, y la tesis de Rubén Juste que dio lugar a su libro Ibex35.
Aquella pareja de clase media, alta o baja, cierra la puerta de su casa tras de sí. Ella está en paro desde hace un año porque el banco subcontrató sus servicios, pero le da vergüenza contarlo. Él insiste en que ya no se pueden permitir la vida que llevaban. Hay otras cosas de las que tampoco pueden hablar. Más allá de los bancos y los marqueses, de los ministros y los empresarios, ellos son los protagonistas de la obra. "La economía es una, y cada uno ocupa su lugar en ella. Ayer leía que había ciento y pico mil personas que se habían hecho millonarías durante la crisis, y otros cuantos millones, supongo, que se han hecho pobres. Forma parte de la misma historia Emilio Botín y esta pareja", explica San Juan.
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Esa pareja que ha imaginado a imagen y semejanza de sí mismo y de Calvó. "Mis abuelos eran trabajadores humildes, pero mis padres eran clase media desahogada. Yo he crecido muy influido por las ideas de triunfo o fracaso, por la idea de posición social…", cuenta. La única diferencia con el personaje al que interpreta, bromea, es que este es un trabajador de banca. Pero matiza: "Pero en cierta medida cuando trabajo en cine también trabajo yo para los bancos. Estar en un sistema capitalista significa participar de él". Esa es la clase media que "creía haber conquistado una comodidad material que ha resultado no ser cierta". La clase media rota por la crisis que se niega a aceptar su cambio de estatus.
"Pero el cambio no tiene que ser necesariamente acostumbrarse a ser trabajadores precarios y explotados", protesta San Juan. "Podemos imaginar otras formas de economía y de sociedad que no sea la del milagro español. El sueño de la clase media se acabó. Pero a lo mejor hay uno más hermoso que ese." ¿Pese a los Carlos March y los Emilio Botín? ¿Aunque se esté del lado pequeño de la historia y de la economía? Entonces su voz se pone un poco grave: "Me daría mucha pena transmitir pesimismo. Representar aquello que nos genera malestar como algo invencible tiene un efecto reaccionario del 'que me quede como estoy'. Siempre hay algo que puede hacerse, siempre hay otro posible".