CONFLICTOS CORPORATIVOS
La gestión de Dimas Gimeno abre una guerra de poder inédita en El Corte Inglés
La muerte de Isidoro Álvarez en septiembre de 2014 y su relevo por Dimas Gimeno ha llevado a El Corte Inglés a una insólita, y peligrosa, pugna por el poder que comienza a dirimirse este miércoles en la mesa de su consejo de administración. El gigante de los grandes almacenes, paradigma de solidez empresarial y hasta ahora casi imbatible en su sector, está aireando por primera vez en sus casi 80 años de historia la feroz bronca desatada entre el presidente no ejecutivo y las hijas de su antecesor.
El consejo de administración, en principio convocado para aprobar las cuentas del ejercicio de 2017, no destituirá a Dimas Gimeno. La decisión se espera para el consejo extraordinario que se celebrará en la primera quincena de junio y cuya convocatoria han solicitado cuatro de los 10 consejeros. Pero el ordinario tampoco será pacífico. Gimeno ha introducido en el orden del día nuevos asuntos: un plan estratégico con un calendario para la salida a Bolsa de la empresa, la incorporación de consejeros independientes y la auditoría encargada a Ernst & Young sobre unos contratos de seguridad de la compañía que han despertado sospechas.
En esa mesa el sobrino de Isidoro Álvarez no encontrará muchos apoyos. Ni para aprobar sus propuestas ni para evitar la destitución. De los 10 consejeros, las hermanas Marta y Cristina Álvarez Guil –las hijas de Isidoro Álvarez– cuentan con el respaldo de Florencio Lasaga Munárriz y Carlos Martínez Echavarría, dos históricos de la empresa, así como de Jesús Nuño de la Rosa y Víctor del Pozo, ambos nombrados consejeros delegados el pasado mes de octubre. También el de Paloma García Peña, que representa a Cartera Mancor, propietaria del 7% de las acciones. Las únicas dudas recaen sobre Manuel Pizarro, expresidente de Endesa y exdiputado del PP, y Shahzad Sahabaz, representante del jeque catarí Hamad Bin Yasim Bin Jaber al Thani.
En realidad, la contienda se reveló hace siete meses, cuando en una decisión inédita el consejo retiró los poderes ejecutivos a Gimeno y nombró a De la Rosa y Del Pozo consejeros delegados, el primero al cargo del área corporativa y el segundo, de los grandes almacenes. “Fue toda una declaración de guerra”, esgrimen fuentes próximas a Gimeno, que consideran la medida un ataque a la “voluntad de Isidoro Álvarez”: “Él quiso que Dimas Gimeno fuera el presidente de El Corte Inglés”.
A su juicio, no había ninguna “razón objetiva” para desposeer al sobrino de sus funciones ejecutivas ni la hay ahora para destituirlo de la presidencia. Su gestión, añaden, ha sido buena, encaminada a “poner a la empresa en el siglo XXI, a abrir puertas y ventanas y levantar alfombras”. Las mismas fuentes plantean el clima de hostilidades como una batalla entre “la vieja guardia”,anclada en unos métodos de gestión desfasados, y un presidente empeñado en la modernización de la empresa y en aplicar “los principios del buen gobierno corporativo y la transparencia”.
Por el contrario, fuentes de El Corte Inglés críticas con Gimeno atribuyen la decisión de octubre a las deficiencias de la gestión del presidente. “No ha habido un plan estratégico, los beneficios y las ventas no han crecido al ritmo esperado y se ha recortado la rentabilidad”, aseguran. También se quejan de que Dimas Gimeno pretenda ahora “capitalizar” la salida a Bolsa, “cuando los dos consejeros delegados llevan preparándola desde octubre”. Le echan en cara también que no hiciera “nada”, ni preparar el estreno en el parqué ni elaborar un plan estratégico, en los tres años y medio anteriores que ha permanecido al frente de la empresa.
Como prueba de su deficiente desempeño, las mismas fuentes aseguran que le han abandonado un buen número de altos ejecutivos: la directora de Compras, el director de Redes Sociales, el de Marketing y el de Recursos Humanos. “No ha sabido hacer un equipo propio ni transmitir ideas de negocio que convenzan”, le reprochan. El otro bando replica que “a alguno se le ha invitado a irse y otros se han marchado por razones personales; por ejemplo, el responsable de Redes Sociales se ha mudado a Milán con su pareja”.
“Deslealtad”
Para las hermanas Álvarez Guil y sus apoyos dentro de la empresa, quien ha sido “desleal” con Isidoro Álvarez ha sido el sobrino. “Él dejó claro en el testamento que quería que las acciones de IASA [Isidoro Álvarez SA] se mantuvieran unidas”, destacan. Por el contrario, Dimas Gimeno quiere disolver la sociedad patrimonial, dueña del 22,18% del capital de El Corte Inglés y segundo mayor accionista tras la Fundación El Corte Inglés, que posee el 37,39% y preside Florencio Lasaga. IASA se reparte, tal y como dejó escrito Isidoro Álvarez en su testamento, entre un 69% para ambas hermanas y un 31% para Dimas Gimeno, su madre, María Antonia Álvarez, y su tío César Álvarez. El objetivo de segregar las participaciones sería controlar de forma directa lo que ahora es un control indirecto de las acciones de El Corte Inglés. En total, Gimeno y su familia poseen el 7,2% del capital. Las hermanas, a través de IASA, el 15%.
Las fuentes próximas a Marta y Cristina Álvarez Guil añaden más motivos de “deslealtad” para querer apartar a su primo de la presidencia. Le atribuyen la responsabilidad de una “campaña de difamación” tras filtrarse a la prensa los contratos firmados por el director de Seguridad de El Corte Inglés, Juan Carlos Fernández-Cernuda Hidalgo, con dos empresas de las que éste resulta ser propietario.
Dimas Gimeno pidió una auditoría sobre los contratos “hace tres años”, explican las fuentes próximas al presidente, “pero el consejo de administración sólo la aprobó hace tres meses”. Y se encargó a Ernst & Young, la misma firma que audita las cuentas de El Corte Inglés desde hace un año. “No quieren que se haga una auditoría”, acusan las fuentes, “que además debería encargarse a una firma especializada en forensic [investigación de fraudes], no al auditor de la compañía”.
Ernst & Young acaba de suspender sus trabajos, tras pedir a El Corte Inglés que realice primero su propia investigación sobre los contratos bajo sospecha.
Finalmente, las hermanas Álvarez Guil acusan a su primo de “defender sus intereses personales” en detrimento de la empresa. En esa hoja de ruta encuadran la intensa campaña pública que Dimas Gimeno emprendió una vez desposeído de sus funciones ejecutivos. Con un comportamiento desconocido hasta ese momento en El Corte Inglés, el presidente comenzó a protagonizar titulares. Primero fue en el Foro de Davos, donde se da cita cada año la élite económica y financiera mundial, después en la Cámara de Comercio de Barcelona y ante la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE), para culminar en el World Retail Congress con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Sus anuncios sobre el reto del comercio on line y sus propuestas de alianza con el pequeño comercio y otros grandes de la distribución frente a Amazon sorprendieron a muchos. También a la propia empresa, apuntan ahora los críticos a su gestión. “¿Por qué habla ahora del desafío del comercio electrónico y no lo ha hecho en estos últimos tres años y medio?”, se preguntan.
Por su parte, las fuentes próximas a Dimas Gimeno dirigen el tiro hacia Florencio Lasaga, que preside la Fundación El Corte Inglés y, dicen, es quien realmente manda. “Es una disputa sobre cómo gestionar la compañía, como siempre, como un cortijo, o como una empresa moderna”, resumen. El bando contrario lo desmiente con rudeza. “Dicen que quieren profesionalizar la gestión, ¿es que los consejeros delegados no son profesionales? Llevan 30 años en la empresa con cargos de la máxima responsabilidad y son profesionales de probada eficacia”, resaltan. Del Pozo era hasta ahora director de Retail y antes, subdirector de Compras, tras una carrera al completo en El Corte Inglés. De la Rosa ha sido director general de la compañía y de la filial de Viajes. Las fuentes no discuten la edad de Lasaga y Echavarría, 84 años, pero defienden su posición: “Algún día tendrán que jubilarse, pero han hecho muchísimo por esta casa”.
También la herencia
Aunque no sólo es una pelea por la gestión. También por la herencia de Isidoro Álvarez. Según las fuentes próximas a Dimas Gimeno, el anterior presidente “no lo hizo muy bien” cuando redactó el testamento. En este caso, las disputas se dirimen en los tribunales. La familia del sobrino ha presentado cuatro demandas en total. Reclaman la nulidad de la reducción de capital de IASA que se acordó para repartir bienes entre los herederos. La madre de Dimas Gimeno denunció también que heredó cinco millones de euros cuando, asegura, debieron ser 10 millones. Precisamente, el juicio por la primera demanda se celebrará este jueves, el día siguiente al consejo de administración que puede dar el primer empujón hacia la salida al presidente no ejecutivo.
Si Gimeno es destituido también de ese cargo en el consejo extraordinario, aún conservará su asiento en ese órgano. Pero puede quedar fuera, en cualquier caso, si así lo decide la junta de accionistas que se celebrará en agosto. Queda por ver qué votan tanto el jeque catarí como Manuel Pizarro. Y, entre los accionistas, cuáles son las lealtades de la Corporación Ceslar, poseedora del 9% de las acciones. Es la sociedad patrimonial de algunos de los sobrinos de Isidoro Álvarez, que también protagonizaron una agria disputa cuando se opusieron a la entrada del jeque de Catar en la empresa, acudieron a los tribunales y perdieron su puesto en el consejo.
Otro tanto ocurre con el propio inversor árabe, al que Gimeno ha intentado atraer a su causa y que se hará con hasta el 12,5% de las acciones cuando capitalice los 1.000 millones de euros que prestó a la compañía hace tres años. Al Thani también es el propietario de los grandes almacenes británicos Harrod’s y de los franceses Printemps, que adquirió no sin polémica.
Golpeado por la crisis
La crisis económica hizo sufrir a El Corte Inglés, un gigante que parecía inmune a cualquier contratiempo económico pero que terminó siendo adelantado por Mercadona a partir de 2010, primero en facturación y luego en beneficios. La caída del consumo hundió las cifras de los históricos grandes almacenes. Pasó de una facturación –17.898 millones de euros– y unas ganancias –747 millones– de récord en 2007 a desplomarse un 20,5% sus ingresos en 2013 y hasta un 84,2% los resultados en 2014. Tocó fondo, aunque desde entonces ha logrado recuperarse algo. Las últimas cifras conocidas son las de 2016 –El Corte Inglés cierra sus ejercicios en febrero y presenta las cuentas anuales en agosto–: ha aumentado su volumen de negocio hasta los 15.505 millones de euros y los beneficios hasta 161,9 millones..
Aun así, esas cifras quedan lejos de los tiempos de apogeo anteriores a la crisis. De hecho, la empresa no ha conseguido que su Ebitda –resultado bruto de explotación– crezca un 12% anual durante tres ejercicios como le había prometido al jeque catarí en su acuerdo para entrar en el capital. En 2015 aumentó un 10,4% y en 2016, un 7,5%. Cuando presentó sus últimas cuentas el pasado agosto, El Corte Inglés quitó a hierro a esos números en la confianza de que en 2017 el ebitda se dispare para compensar los porcentajes de los dos años anteriores.
Para este último ejercicio, Dimas Gimeno avanzó el pasado abril ante la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos (CEDE) que el beneficio iba a crecer “a doble dígito” y las ventas aumentarían “a un ritmo superior a la media del conjunto consumo”, sin precisar más.
Además, la crisis trajo convulsiones inéditas en una empresa de propiedad familiar, acostumbrada a negociar con sindicatos dóciles y con una nula exposición a los medios más allá de las campañas promocionales. A fin de salir del pozo de los peores tiempos de la crisis, El Corte Inglés tuvo que refinanciar una deuda de 3.650 millones de euros, lanzar una emisión de bonos por importe de 600 millones en la Bolsa de Irlanda y vender parte de la empresa a un jeque catarí por 1.000 millones más.
También recortó las condiciones laborales de su plantilla de tal forma que perdió entre 2013 y 2015 más de 3.000 trabajadores. La congelación de salarios, el aumento de jornada, la supresión del plus por trabajar los domingos y el recorte en las comisiones llevaron a un buen número de trabajadores a pedir la baja voluntaria durante esos años. Desde 2007, cuando El Corte Inglés tenía 109.800 empleados, hasta 2016, la plantilla se ha reducido en 18.110 personas. El año pasado se gastó 178 millones de euros en un plan de bajas voluntarias por el que dejaron la empresa 1.341 trabajadores.
Adiós a su rama industrial, el desafío electrónico
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Otra de las víctimas de la crisis fue la rama industrial de El Corte Inglés, que comenzó a desmantelar en 2007, en un lento y continuado proceso que ha costado el puesto de trabajo a casi 3.000 personas. Induyco, fundada en 1955, llegó a ser una de las principales factorías textiles de España. Era el fabricante de marcas como Tintoretto, Síntesis o Amitie. En 1977 empleaba a 7.000 trabajadores, de los que en 2011, justo antes de su fusión con El Corte Inglés y posterior desaparición, quedaban sólo 908. Otra de sus empresas, Móstoles Industrial, la mayor factoría de esa ciudad madrileña y fabricante de los muebles de cocina Forlady, sufrió cuatro expedientes de regulación de empleo (ERE) en dos años, que diezmaron la plantilla: los 1.106 trabajadores de 2007 se quedaron en sólo 150 en 2015.
Al tiempo, ha tenido que hacer frente al desafío del comercio electrónico. Hasta el momento, El Corte Inglés no ha querido hacer público cuánto factura por internet. Sólo explica que en 2016 sus ventas on line crecieron un 40%, un 60% el número de sus pedidos por este canal y un 25% el tráfico en su web.
Pero, según la clasificación que elabora la feria de comercio electrónico y marketing digital eShow Barcelona, mientras Amazon facturó en España 4.241,1 millones de euros en 2017, las ventas por internet de El Corte Inglés se quedaron en sólo 683,8 millones. Es decir, la compañía de Jeff Bezos multiplica por seis las que hace Dimas Gimeno por internet. Si Amazon consiguió el año pasado 53 millones de pedidos en España, El Corte Inglés únicamente gestionó 3,7 millones.