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Ábalos y la isla de Asturias

Fernando Granda

“Ábalos revelará el ancho de vía de la Variante el jueves en su visita a Asturias”. Así titulaba en noviembre el diario La Nueva España la solución al misterio de la conexión ferroviaria que enlazará el Principado con el resto de España. Un acertijo más para los asturianos que se sienten ninguneados y aislados por tierra, mar y aire. Y es que el tren, como ocurre en Extremadura, llega a la comunidad por una estructura ferroviaria del siglo XIX; la autopista del mar que conectaba Gijón con Europa sigue cerrada desde 2014; las líneas aéreas, que enlazan el aeropuerto de Santiago del Monte con España y Europa, ponen y quitan trayectos y precios –hasta 800 euros ida y vuelta a Madrid o Barcelona– cada poco y a su antojo impidiendo a los viajeros poder programar sus vuelos, de negocios o de placer; la conexión por carretera es casi obligada por una autopista de peaje, una privada concesión prorrogada tres décadas los últimos días de Gobierno de José María Aznar. Es decir, entrar o salir de la patria del innovador Jovellanos es problemático y costoso, se intente por donde se intente.

Asturias es una isla, no solo en sentido geográfico, sino también en sentido político. Como Extremadura. Si las comunicaciones geográficas entre Asturias y el resto de España son anticuadas, las políticas son más bien negativas. Seis de los dieciocho titulares que han ejercido el cargo en el Ministerio de Fomento desde la implantación de la democracia a finales de 1978 han especulado sin recato con la comunicación ferroviaria entre el Principado y el Reino: la llamada Variante de Pajares. Después de tres lustros de trabajos, parones y promesas, esta línea sigue sin funcionar y al paso que va se puede quedar anticuada tras los varios miles de millones de euros invertidos en la obra. Mientras tanto la alta velocidad sigue sin llegar a la “tierrina”, a donde se accede por una obra de ingeniería del siglo XIX (1880-1884). Ancho ibérico, ancho internacional, triple hilo, discusiones y cambios según cada partido, y la “casa sin barrer”.

El jueves 15 de noviembre visitó por fin el Principado el ministro de Fomento José Luis Ábalos, una comunidad gobernada por el mismo partido que el Gobierno central pero con dirigentes enfrentados. Aunque esto casi es lo de menos. Ábalos es el sexto titular del departamento desde que se decidió construir la Variante. Aprobadas cuando Francisco Álvarez Cascos estaba al frente del Ministerio, las obras se iniciaron en 2005. Desde entonces Magdalena Álvarez, José Blanco, Ana Pastor e Íñigo de la Serna prometieron, visitaron e inauguraron tramos sin concretar nunca una fecha definitiva de finalización de obras, su previsible entrada en funcionamiento, ni siquiera concretaron el ancho de vía después de trece años de una construcción polémica a cada paso. Y solamente tratándose de la travesía bajo la cordillera porque, con el AVE a la puerta, Asturias seguirá sin alta velocidad sine die. La última fecha anunciada para que se inicie el acceso por el nuevo trazado habla de 2021 cuando la obra estaba programada para 2010. Hasta ¿entonces? los trenes circularán entre Busdongo (León) y Puente los Fierros (Asturias), distanciadas una treintena de kilómetros, bajo 63 túneles, lo que representa aproximadamente una hora de viaje.

Pero si esto es grave sin duda, siendo Asturias una de las provincias con más kilómetros de trazado de cercanías (370 kilómetros en nueve líneas con 156 estaciones), es posiblemente la que mayores problemas tiene en este tipo de ferrocarriles. Su abandono es tal que cada año pierde viajeros en porcentajes de dos cifras. Ha pasado de cinco a menos de dos millones en poco más de un decenio, unos 300.000 por año, “porque no hay fiabilidad en un servicio que es deficiente”, no se renueva material, se suspenden varios trenes cada día por heladas de la catenaria, piedras en las vías, falta de personal y los reiterados retrasos obligan al habitual viajero a desistir y utilizar el vehículo privado para acudir al trabajo. Existen tramos en que los trenes circulan a entre 20 y 30 km/h como precaución ante el deterioro del trazado. Un ferrocarril que sería un complemento ideal al mapa de sinuosas carreteras a que obliga la orografía de una comunidad donde en las primeras nevadas se cierran al tránsito una veintena de puertos de montaña.

En fin, el trato oficial en materia de infraestructuras y comunicaciones que sobrelleva Asturias es insoportable, una provincia donde una autovía de unos 250 kilómetros de largo por la zona orográfica más llana ha tardado en construirse más de 25 años, una provincia que ha sufrido varias reconversiones, que ha visto desmanteladas sus industrias minera y siderometalúrgica y su ganadería e intenta buscar para vivir el recurso del turismo, un turismo que encuentra múltiples y numerosas dificultades para su acceso al verde Paraíso Natural. Cerrada la autopista del mar –que conectaba con un considerable ahorro para turistas y transportistas el noroeste industrial español con el oeste industrial europeo– hace cinco años y casi sin comunicaciones aéreas, el Principado de los renombrados y universales premios es una comunidad que ha de esperar una “revelación” del decimoctavo ministro de infraestructuras en los 40 años de democracia para saber si algún día será europeaeuropea. ______________

Fernando Granda es socio de infoLibre

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