Investidura parlamentaria
Iglesias confía en que un acuerdo de gobierno con Sánchez facilite la abstención de Esquerra
Las negociaciones entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias entraron en la noche del miércoles en pausa. El presidente del Gobierno en funciones ha viajado a Bruselas para participar en la cumbre del Consejo Europeo que debe discutir el reparto de los principales cargos institucionales en la UE —las presidencias del Consejo, la Comisión, el Parlamento y el Banco Central, así como la Alta Representación de Política Exterior— así como las prioridades de la Unión para los próximos cinco años. Una cita que le mantendrá ocupado hasta la noche del viernes.
Serán dos días durante los cuales ambas partes tendrán oportunidad de sopesar sus opciones y evaluar los riesgos de convertir las discrepancias en un pulso que impida el acuerdo que ambos quieren conseguir pero sobre el que no logran ponerse de acuerdo.
De momento, y a falta de descender al terreno concreto de las cifras y de los plazos, el programa social para la legislatura no parece que vaya a suponer un obstáculo insalvable, así que todas las miradas siguen puestas en si habrá gobierno de coalición como quiere Unidas Podemos (UP) o no, como pretende el PSOE.
La oferta que Sánchez ha puesto encima de la mesa —presencia de representantes de UP en puestos importantes pero situados en los segundos escalones de la administración o incluso en organismos de gran proyección como los altos comisionados— trata de acercar posturas pero sigue sin satisfacer a Iglesias, cuyo objetivo continúa siendo que militantes de su formación tengan asiento en el Consejo de Ministros.
Los argumentos de unos y de otros sobre este asunto siguen sin hacer mella en el contrario. Fuentes próximas al líder de la formación morada consultadas por infoLibre insisten en que sólo así será posible garantizar que el Gobierno dé cumplimiento a un programa de izquierdas insobornable a las presiones políticas y económicas de la derecha.
En el PSOE, por el contrario, siguen sin considerar viable gestionar un Gobierno a dos. Sin mayoría absoluta en el Congreso, teniendo que buscar apoyo entre los diputados de la derecha y en los grupos nacionalistas, creen que será muy complicado gestionar un Ejecutivo como el que propone Unidas Podemos. El Gobierno, por muy de coalición que sea, necesita transmitir coherencia y unidad y la única manera de conseguirlo si Pablo Iglesias entra en el Ejecutivo, aseguran los socialistas, es que se someta a las decisiones que la Presidencia tendrá que tomar para afrontar las situaciones no previstas en el acuerdo programático PSOE-UP y que, con toda probabilidad, serán muchas y variadas a lo largo de cuatro años. Algo que, calculan, no está dispuesto a hacer.
No obstante, y a pesar de los escasos avances cosechados hasta ahora, Sánchez e Iglesias se necesitan y siguen estando convencidos de que llegarán a un acuerdo, aunque cada uno fíe el éxito de la negociación a que el otro termine cediendo. Un juego de nervios que ganará intensidad a medida que el calendario avance y la necesidad de dar una respuesta a lo que los ciudadanos votaron el 28 de abril se vuelva más acuciante. Si fracasan, la repetición de elecciones será inevitable.
De momento, el ambiente en el reducido grupo de dirigentes del PSOE y altos cargos de Moncloa que están al tanto de las negociaciones —la vicepresidenta Carmen Calvo, el secretario de Organización, José Luis Ábalos, la portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, el jefe de gabinete de Sánchez, Iván Redondo, y el propio presidente en funciones— es de tranquilidad y de confianza en que al final será posible sacar adelante la investidura.
El papel de Esquerra
Mientras esperan y sopesan opciones, PSOE y UP echan cuentas en el Congreso y empiezan a coincidir en algo: las posibilidades de que Albert Rivera, el presidente de Ciudadanos, ceda a las presiones que está recibiendo para que cambie de criterio y permita, con su abstención, la investidura de Pedro Sánchez parecen cada vez más remotas. Especialmente si al final hay un acuerdo de Gobierno conjunto entre los socialistas y la formación morada.
Así que la mirada de las dos formaciones de izquierdas se vuelve, cada vez con mayor esperanza, hacia Esquerra Republicana de Cataluña y sus 15 diputados en el Congreso. El portavoz de esta formación, Gabriel Rufián, ya señaló la semana pasada tras reunirse con la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, que su grupo no tiene intención de “bloquear nada”, en referencia a la investidura en el Congreso, si bien, precisó, eso no significa que esté dispuesto a firmar “un cheque en blanco”.
Un sector de Esquerra, del que forma parte Rufián, está convencido de la necesidad de facilitar la investidura porque “con el bloqueo no se va a ninguna parte”, según fuentes consultadas por infoLibre. Para los republicanos, cada vez más dispuestos a seguir su propia estrategia al margen de los planes de Carles Puigdemont y JuntsxCat, abstenerse en la investidura sería más fácil si Unidas Podemos firma con el PSOE un acuerdo para entrar en el Gobierno.
En esa tesis está, precisamente, Pablo Iglesias, que espera un pronunciamiento de los republicanos para allanar el camino al acuerdo con Sánchez. En las últimas horas, sin embargo, la dirección de ERC ha vuelto a plantear exigencias que Sánchez no está dispuesto a aceptar, como que la Abogacía del Estado pida la puesta en libertad de los acusados del procés para que esperen la sentencia en libertad. Lo ocurrido en el Ayuntamiento de Barcelona, donde el PSC ha participado activamente en el acuerdo que ha privado a Esquerra de la alcaldía de la capital catalana, también escuece en la formación republicana.
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Y está todavía pendiente la Presidencia de la poderosa Diputación de Barcelona. El PSC fue el partido más votado en la provincia, pero tiene los mismos diputados provinciales que Esquerra (16) y la mayoría absoluta está en 26. Barcelona en Comú (5) quiere intentar el acuerdo de izquierdas que resultó imposible en el ayuntamiento y ni siquiera se descarta que Cs, aquí sí, acabe apoyando que los socialistas se hagan con la Presidencia para evitar que caiga en manos de un independentista. Todo está, de momento, abierto.
Hasta que no se despeje el futuro de la diputación es más que probable que Esquerra tampoco enseñe sus cartas. Hace tres años, cuando Sánchez buscaba apoyo para ganar la investidura a la que no se quiso presentar Mariano Rajoy —19 meses antes de loa declaración unilateral de independencia—, los republicanos se mostraron dispuestos a respaldar la elección del líder del PSOE como presidente sobre la base de un acuerdo con Podemos siempre y cuando incluyese la promesa de convocar un referéndum de autodeterminación. Sánchez se opuso y Esquerra le negó su respaldo.
A la vuelta del Consejo Europeo, el viernes por la noche, Sánchez dispondrá de cinco días para avanzar en las negociaciones con Iglesias antes de partir de nuevo al extranjero, a última hora del miércoles, esta vez a la cumbre del G20 en Osaka (Japón). Una nueva cita que supondrá un inevitable parón que se prolongará, con toda probabilidad, hasta el 1 de julio. En teoría ya a las puertas de la celebración del debate de investidura en el Congreso, que la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, situó antes del día 15.