Igualdad

Tarjeta roja a la desigualdad: las futbolistas de Primera van a la huelga por un convenio colectivo

Varias de las jugadoras del FC Barcelona.

Parecía que el fútbol femenino estaba empezando a ser reconocido. Que los asientos de los estadios se llenaban para ver un partido protagonizado por 22 mujeres. Que comenzaban a equipararse a sus compañeros de profesión. Pero la realidad no es esa. Es, más bien, la que inunda casi todo: ellas no son iguales que ellos. Por eso ellas han decidido dejar de rodar el balón. Y, en principio, no han puesto fecha para volver a hacerlo. Reunidas en asamblea este martes por la tarde en Madrid, casi 200 futbolistas de Primera División decidieron ir a la huelga indefinida. Así es como pretenden protestar por el bloqueo de las negociaciones del convenio colectivo que, durante más un año, han distanciado las posiciones de los sindicatos —Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), UGT y Futbolistas ON— y de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF). El próximo paso será acudir a una mediación en el Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje (SIMA). En ese encuentro se producirá el último intento de acuerdo y, si no lo hay, la huelga será inevitable. 

 

Parecía que el 17 de marzo sería una especie de punto de inflexión que marcaría un antes y un después en el fútbol femenino. Ese día se batió el récord de asistencia a un partido jugado por mujeres. Fue en el Wanda Metropolitano de Madrid, donde se enfrentaron el Atlético y el FC Barcelona. 60.739 espectadores siguieron desde sus asientos el encuentro. Y al día siguiente los medios deportivos destacaron esa cifra. La que sin embargo no ocupó ningún titular fue la que refleja la desigualdad que sufren con sus compañeros futbolistas: el sueldo. Según un estudio de la organización internacional FIFPro recogido por la AFE, el 49% de las futbolistas no cobra por jugar y el 87% de ellas tendrá que abandonar su carrera por la poca o nula remuneración. En España, según lamenta María José López, codirectora de la asesoría jurídica de la AFE, hay muchas mujeres que tienen que compatibilizar la profesión de deportista con otro empleo. Porque un salario de 600 o 700 euros mensuales no les permite ganarse la vida. 

¿Cuál es el problema? La inexistencia de un convenio colectivo que establezca unos mínimos derechos laborales. Porque lo que piden es, ni más ni menos, que se respeten sus derechos como trabajadoras. El convenio colectivo firmado en 2015 que regula la "actividad del fútbol profesional" sólo incluye a los deportistas de Primera y Segunda División, pero no a las futbolistas. Por eso ellas no tienen establecidos ni los sueldos mínimos, ni las primas por partido, ni las vacaciones, ni las bajas por lesiones. Y eso es lo que querían —y quieren— solucionar. "En España, los convenios colectivos para el deporte sólo son para los hombres. Es una aberración jurídica, pero de momento funciona así", explica López. Eso, dice, "sería impensable en otro ámbito laboral", como también lo sería la existencia de dos convenios que regulasen una misma profesión para los dos géneros. Pero es lo que intentaban conseguir. Lo que ocurre es que las negociaciones se han enquistado.

Más de un año de negociaciones

"No llevamos un mes negociando, hemos tenido 18 reuniones, así que hemos dado tiempo suficiente". Así de tajante se muestra Leticia Méndez, jugadora del EDF Logroño, que recuerda que, en más de un año, no se ha superado el principal escollo que ha atascado las negociaciones. ¿Cuál ha sido? La parcialidad de la jornada y el salario mínimo. El resto de cuestiones, dice López, ni siquiera llegaban a debatirse. Desde el sindicato comenzaron defendiendo la jornada completa, pero acabaron cediendo y aceptando un 75% de parcialidad. El salario mínimo, por su parte, lo quieren establecer en 16.000 euros anuales. La Asociación de Clubes de Fútbol Femenino, sin embargo, se mantiene inamovible en su oferta de un mínimo de 16.000 euros al año y un 50% de jornada, según explica Rubén Alcaine, presidente de la ACFF. Pero eso es algo, dicen desde el sindicato, inaceptable. 

Esta falta de mínimos genera otro problema dentro del fútbol femenino: la desigualdad también existe entre jugadoras de un equipo grande como el Atlético de Madrid y de uno pequeño como, por ejemplo, el EDF Logroño. Las que juegan en el primero pueden tener cierto nivel de vida gracias a su trabajo como deportistas; las que juegan en el segundo, en cambio, lo tienen más complicado. Pero, en cualquier caso, ninguna está cubierta por un mínimo legal. Así lo explica Patricia Gavira, jugadora de la Unión Deportiva Granadilla Tenerife, que confiesa que tiene que compatibilizar el fútbol con otro empleo. "No se trata de hablar individualmente, sino de que sepamos que al final luchar por esto es luchar por el deporte femenino y por el fútbol femenino, que es lo mejor para todas", afirma. 

Porque ninguna tiene los mismos días de vacaciones que sus compañeros, ni protección si se lesionan ni, mucho menos, si se quedan embarazadas. "Hay jugadoras que cobran más de 16.000 euros, pero da igual porque tampoco tienen derechos. Ese es el problema. Para cotizar, por ejemplo, tienen el mismo problema que cualquier otra jugadora", denuncia Méndez. 

"Es muy extraño que haya clubes de máxima categoría que tengan a trabajadores hombres y a trabajadoras mujeres haciendo lo mismo, pero unos a tiempo completo y otras a tiempo parcial", critica López. 

 

Imagen de la asamblea celebrada este martes en la que se votó acudir a la huelga. | AFE

Equipararse a ellos: un horizonte de momento inalcanzable

Esta desigualdad evidente, dice López, sería impensable en cualquier otra profesión. El artículo 29 de la Ley de Igualdad aprobada en 2007 establece que "todos los programas públicos de desarrollo del deporte incorporarán la efectiva consideración del principio de igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres en su diseño y ejecución". Además, que "el Gobierno promoverá el deporte femenino y favorecerá la efectiva apertura de las disciplinas deportivas a las mujeres". Por su parte, el Estatuto de los Trabajadores también establece específicamente que no puede existir desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, el fútbol profesional parece ser la excepción

Tanto es así, que ni el sindicato ni las jugadoras intentan equipararse económicamente a sus compañeros de profesión. "Sabemos que nos tenemos que tragar la brecha salarial", lamenta López. "Entendemos que el aspecto económico no puede ser igual porque somos conscientes del dinero que hay en el fútbol masculino y en el femenino", añade. Una afirmación inevitable si se tiene en cuenta, dice, "la perspectiva histórica y la segregación clásica del deporte". 

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Las propias deportistas también saben que juegan en otra liga que ellos. "No pedimos equipararnos porque sabemos que lo que generan ellos no lo generamos nosotras, así que no sería coherente. No obstante, también es verdad que poco a poco estamos generando más ingresos", dice Gavira. Es cierto que en los últimos meses ha parecido haber un repunte del interés que suscita el fútbol femenino. Por ejemplo, la Liga Iberdrola —el nombre de la Primera División femenina— ya se emite en televisión después de que Mediapro comprara sus derechos audiovisuales hasta 2022. Rubén Alcaine, presidente de la ACFF, calificó el día en el que se anunció de "histórico". Además, aunque parezca algo menor, la comercialización de cromos de la competición femenina también supone un símbolo importante. Según un estudio elaborado por el Instituto de la Mujer, "los referentes [deportivos] en los medios de comunicación eran sobre todo masculinos, con carencia casi absoluta de modelos femeninos". "Toda esta carga histórica ha hecho que, a pesar de que la participación de las mujeres en el deporte es un hecho irreversible y ha conseguido ya una gran consistencia, tanto en la alta competición deportiva como en las otras formas de deporte, todavía las mujeres sigan identificándose menos con el deporte que los hombres", apunta el documento. 

Pero a pesar del aumento en los ingresos que genera la versión femenina del deporte más seguido en España, ellas no han notado ninguna evolución en sus condiciones. Por eso, dice Méndez, sospechan que detrás del argumento económico que dan desde la ACFF para rechazar sus demandas pueda haber otro de dimensión bien diferente. "Que los clubes nos digan, sin demostrarlo, que no pueden hacerse cargo de lo que pedimos nos hace pensar mal. Si lo justificaran con datos podríamos negociar, pero desde la AFE nos dicen que sí pueden hacer frente", critica. Alcaine, no obstante, defiende que, en el momento actual, los clubes de fútbol femenino no pueden hacerse cargo del salario mínimo que se les demanda porque los ingresos, argumenta, no son los suficientes. 

Las jugadoras acudirán a la negociación con todo claro: o ceden los clubes o pararán de forma indefinida. "Nosotras llevamos cediendo un año y pico, ellos también tienen que hacerlo", denuncia Méndez. Alcaine, en cambio, defiende que sí se han movido, sobre todo en el aspecto salarial, donde se situaron en una oferta de 14.000 euros anuales. Pero la parcialidad no es suficiente para ellas. "No nos queda otra que hacer la huelga", añade Méndez. La última oportunidad la tendrán en la mediación que tendrá lugar en los próximos días, un encuentro del que Gavira espera que salgan con un principio de acuerdo para el convenio colectivo. "Queremos dar un golpe en la mesa. Esto sigue parado desde hace más de un año porque supongo que tenemos que llegar a esta situación para que vean que vamos en serio", afirma. 

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