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Fútbol

El 'caso Zozulya' como excepción o cuando los estadios se llenaron de odio y se siguió jugando

Imagen de la grada de los bukaneros durante el partido que enfrentó al Rayo Vallecano y al Albacete.

El futbolista ucraniano Roman Zozulya visitó Vallecas este domingo por primera vez tras su salida abrupta del club. Lo hizo con su equipo, el Albacete, para enfrentarse al Rayo Vallecano. Pero no fue bien recibido. Tanto, que el encuentro ya pasará a la historia como el primer partido que se suspende en España por los cánticos que se escuchan durante un encuentro. "Zozulya puto nazi", "el que no baile es un fascista" o "el que no baile es Roman Zozulya" fueron algunas de las frases que pronunció la peña de Los bukaneros desde su icónica grada. Lo hicieron hasta poco más del minuto 45. En ese momento, y tras el pitido del árbitro, ambos equipos entraron a sus vestuarios. Y ahí se tomó la decisión: el encuentro quedaba suspendido. Los dos equipos y el trío arbitral estuvieron de acuerdo. El estadio, por tanto, se vació antes de lo previsto. Y las críticas no tardaron. Las redes sociales se inundaron de comentarios criticando la decisión y recordando, a su vez, que en múltiples ocasiones las gradas de los estadios españoles han proferido insultos racistas, machistas, homófobos o, incluso, han llegado a mofarse de la muerte de algún futbolista. Pero nunca, hasta este domingo, se había tomado una decisión así. 

El enfrentamiento entre el Rayo Vallecano y Zozulya, no obstante, no es algo nuevo. El equipo del barrio madrileño, o más bien su afición, nunca ha estado desligado de la política. Y esto se demostró en el año 2017. Las afueras del estadio aparecieron un día empapadas de octavillas. En ellas, los aficionados del club protestaban contra la más que posible llegada del jugador al equipo. El Betis, donde jugaba entonces, había decidido cederle. Pero el problema era que, según denunciaron los aficionados, se trataba "de una persona que ha hecho gala de un pensamiento, una acción y una exposición de unas ideas nazis que son absolutamente intolerables para el rayismo". "Aprovechándose y valiéndose de su posición de jugador, de figura pública, ha fomentado, exhibido símbolos y participado en campañas que posteriormente se han materializado en hechos que subvierten los Derechos Humanos", criticaron las peñas rayistas, agrupadas en la Plataforma ADRVa través de un comunicado. "Creemos en un barrio diferente, creemos en un barrio mejor. Su ejemplo no es compatible ni con el Rayo, ni con Vallecas. No se tiene que sentir amenazado, porque en ningún momento ha sido así, simplemente no es bienvenido", sentenciaron. 

Y finalmente consiguieron no tener que recibir al jugador. Hasta este domingo. 

Zozulya y el nazismo: una "relación" que viene de lejos

Las acusaciones no eran en balde. En el año 2014 Zozulya jugaba en el Dnipro ucraniano. También en ese año estalló el conflicto entre Rusia y Ucrania. Y el futbolista se posicionó. Era simpatizante de los paramilitares ucranianos que luchaban contra los prorrusos tras la declaración de independencia en Donetsk y Lugansk. Y eso llevó a los aficionados del club a usar la imagen del deportista como reclamo para el batallón Azov, una unidad del ejército integrado por neonazis ucranianos

No es casualidad. Fue el propio Zozulya el que, en otras ocasiones, había mostrado su simpatía por el Pravy Sector, un partido ucraniano de ultraderecha cuyo escudo imitó el propio jugador a su llegada a Sevilla tras fichar por el Betis. 

 

El rechazo, no obstante, no ha sido sólo de la afición del Rayo. También en el año 2017, durante el partido de la Copa alemana entre el Bayern de Múnich y el Wolfsburgo, el equipo local desplegó una pancarta en el Allianz Arena en la que se podía leer: "Throw nazis out of football (fuera nazis del fútbol). Zozulya vete ya".

La Liga, el Rayo y el Albacete: la condena a los cánticos

La decisión fue consensuada entre los dos clubes y el equipo arbitral. Por eso, tanto el Rayo como el Albacete condenaron los cánticos. El presidente del equipo madrileño, Raúl Martín Presa, de hecho, no tardó en hacerlo. Al poco tiempo de suspenderse el partido ofreció una rueda de prensa en la que insistió, una y otra vez, en que Zozulya no era más que "una víctima". Igual que el Albacete, igual que el Rayo, igual que el fútbol, igual que el deporte e igual que una parte de la afición rayista. Porque insistió mucho en esa idea: quienes habían protagonizado la primera mitad del encuentro no eran más que unos "energúmenos" situados "en el fondo" del estadio. El resto, insistió, no había participado. Y por eso dijo que, ahora, quien tiene que actuar es la policía. "Tienen que coger las cámaras e identificar a todos los energúmenos que han empezado a insultar y a decir improperios que pueden constituir acoso. No queremos a esa gente dentro del Rayo", dijo. 

"Esto es fútbol, esto no es política, esto no es lucha de clases. El deporte es unión, no desunión. Estamos avergonzados", añadió. A preguntas de infoLibre, el equipo se remitió a estas palabras y rechazó hacer más declaraciones.

Este lunes fueron la primera plantilla y el cuerpo técnico los que se pronunciaron. A través de un comunicado, lamentaron "profundamente los hechos" e hicieron "un llamamiento para eliminar cualquier tipo de violencia, racismo y xenofobia" de los estadios. 

El Albacete se situó en la misma línea. "Sentimos indignación e impotencia cuando escuchamos que a Roman lo llaman de esa manera. Es un 10. Es un chico honesto, con carácter competitivo", defendió el entrenador del equipo, Luis Miguel Ramis. Víctor Varela, su vicepresidente, destacó en cambio que Zozulya llegó a jugar "llorando por todo lo que estaba sucediendo". "Ha llegado al vestuario totalmente destrozado", añadió. 

La Liga, por su parte, quiso hacer público "su acuerdo con la decisión tomada por José Antonio López Toca, el árbitro". Y aseguraron que trabajan "para erradicar la violencia, el racismo y la xenofobia en los estadios del fútbol profesional español". A preguntas de infoLibre, el organismo concretó que condenan y denuncian "tras cada jornada, ante el Comité de Competición de la RFEF [Real Federación Española de Fútbol] y ante la Comisión Nacional contra la Violencia, todos los cánticos violentos, racistas y/o xenófobos que se puedan producir en los estadios del fútbol profesional". "Estas denuncias se presentan ante los citados órganos desde hace cinco temporadas", concluyen.

La afición: la condena a Zozulya y el clima de descontento con Presa

Diego Rodríguez es miembro de la Plataforma ADRV, que agrupa a varias peñas rayistas. Estuvo presente en el partido de este domingo y, según dice, los "primeros sorprendidos" por lo que ocurrió en el Estadio de Vallecas fueron ellos, los aficionados. "Cualquiera ha escuchado de todo en un campo de fútbol, que se llegue a esto por señalar a una persona cuando hay pruebas de que hay alguna relación con lo que se le dice...", reflexiona. "Nos sorprendimos al ver que se iba a parar un partido por eso", admite. Pensaban, dice, que las amenazas de la megafonía de paralizar el encuentro no irían a más. Más que nada porque la primera que se hizo fue cuando se desplegó una pancarta en la que se podía leer "Evitar que un nazi vista la franja", un mensaje en el que, afirma, no se vinculaba expresamente a Zozulya con esa ideología. 

 

Es una medida drástica, dice. Y contundente. "Una vara de medir" que esperan que se use con el resto de aficiones y en el resto de estadios. Pero en cualquier caso, evita entrar en el debate de por qué se suspendió este encuentro y no otro en el que la grada insultara a algún jugador por, por ejemplo, su color de piel. Rodríguez, y el resto de miembros de las peñas rayistas, prefieren incidir en que la grada sólo le "describió". "Hay puebas más que evidentes de lo que es y parece que es un mártir", indica. Además, niega las palabras del vicepresidente del Albacete y señala que, más que destrozado, entró al túnel de vestuarios "riéndose". 

La polémica se produce además dentro del movimiento que los aficionados mantienen contra Presa. Su gestión del Rayo Vallecano ha provocado que, en cada encuentro, el estadio cante "Presa vete ya". Las instalaciones, explica Rodríguez, son lamentables, el equipo femenino es discriminado y los abonos cada vez son más caros. Y además, mantiene una lucha encarnizada contra algunas peñas y, sobre todo, contra Los bukaneros. Así que aprovechó la polémica para avivar el fuego. "Ayer [por el domingo] vio la oportunidad de atacar a Los bukaneros y a las peñas que están en su contra Los bukanerospor la gestión del Rayo", critica Rodríguez. De ahí su defensa de Zozulya.

Y su amenaza a quienes profirieron los cánticos. Amenaza que, no obstante, Rodríguez rebaja. "Estamos acostumbrados a estas campañas mediáticas", admite. 

La normativa contra la intolerancia en el deporte

Esta fue la primera vez que se suspendió un encuentro por los gritos que proferían las gradas. Pero ni mucho menos era la primera vez que un estadio coreaba algo contra un jugador. Por eso precisamente existe una ley que, en teoría, se aprobó para frenar "la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte". Y en ella se contempla la posibilidad de que un partido se suspenda. Lo hace en el artículo 15: "Cuando durante el desarrollo de una competición, prueba o espectáculo deportivo tuvieran lugar incidentes de público [...] el árbitro o juez deportivo que dirija el encuentro o prueba podrá decidir su suspensión provisional como medida para el restablecimiento de la legalidad".

¿Y cuándo puede hacerse? Pues cuando se detectan "actos racistas, xenófobos o intolerantes en el deporte". Por ejemplo, cuando se llevan a cabo "actuaciones que [...] supongan acoso, entendiendo por tal toda conducta no deseada relacionada con el origen racial o étnico, geográfico o social, así como la religión o convicciones, discapacidad, edad u orientación sexual de una persona, que tenga como objetivo o consecuencia atentar contra su dignidad y crear un entorno intimidatorio, humillante u ofensivo".

Esteban Ibarra es presidente del Movimiento contra la Intolerancia y, además, cuenta que tuvo que defender esta normativa en el Congreso de los Diputados y en el Senado. Y como la conoce bien, asegura en conversación con infoLibre que la decisión que se adoptó este domingo "se ajusta a Derecho". Pero, "¿es proporcional?". A esa pregunta prefiere no contestar. "Eso es algo que sólo lo saben quienes lo decidieron y que tendrá que valorar, en última instancia, la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo y la Intolerancia en el Deporte", dice. Sin embargo, técnicos de ese organismo aseguran a este diario que, de momento, no hay posición. Aclaran, por tanto, que de la próxima reunión saldrá un comunicado, si es que se aborda este tema.

Racismo y machismo desde la grada

Rodríguez dice que los aficionados se sorprendieron. Pero por la decisión de suspender el encuentro. Los cánticos, en cambio, son frecuentes en el fútbol. Y muy diferentes. Los gritos racistas y machistas, desgraciadamente, están a la orden del día. Y los ha sufrido el propio Rayo Vallecano. Wilfred Agbonavbare, más conocido como Willy, fue portero del equipo madrileño. Tuvo que escuchar frases como "Negro, cabrón, recoge el algodón". Pero no es el único. En enero, Bela, un jugador del Albacete, terminó el encuentro llorando por los insultos racistas que recibió. 

Pero la lista es mucho más larga. Un aficionado del Villareal lanzó un plátano al futbolista del FC Barcelona Daniel Alves. Su compañero de equipo, Samuel Etoo, estuvo a punto de abandonar La Romareda por un caso similar. 

Pero no sólo ha sido racismo. El machismo también ha estado muy presente en el fútbol. Rubén Castro, un jugador del Betis, estuvo inmerso en un procedimiento judicial en el que la Fiscalía solicitó dos años y un mes de cárcel por cuatro delitos de maltrato y un quinto delito de amenazas leves hacia su exnovia. La afición, en cambio, consideró adecuado cantar "Rubén Castro alé, Rubén Castro alé, no fue tu culpa, era una puta, lo hiciste bien". 

Este mismo mes, por otro lado, un espectador amenazó con violar a una árbitra asistente de 16 años en un partido de fútbol de categoría regional disputado en Fuerteventura. 

Y ha habido casos peores. En el año  2011, la afición del Atlético de Madrid cantó "Ea, ea, ea, Puerta se marea" en su encuentro contra el Sevilla. Se mofaron así del fallecimiento de Antonio Puerta, un jugador sevillista que había muerto cuatro años antes por un fallo cardiorrespiratorio durante otro partido. 

Los casos son incontables, pero Ibarra explica que no tiene sentido comparar unos con otros. Y que, por eso, no vale la crítica a la suspensión del partido de este domingo argumentando que en otras ocasiones no se ha tomado la misma medida. "Son analogías que no proceden", dice. Y añade que "si no se ha aplicado con anterioridad es porque hasta ahora se ha sido benévolo". Porque la ley hay que aplicarla. En todos los casos. 

La contundencia de otros países

Así lo hacen en otros países. Algunos han sido, o al menos lo han parecido, más contundentes contra este tipo de actuaciones. Sin ir más lejos, el pasado 22 de noviembre todos los partidos del fútbol profesional en los Países Bajos se detuvieron durante un minuto en forma de protesta contra el racismo. Una semana antes se había suspendido un encuentro por los insultos de la afición sobre un jugador del Excelsior Rotterdam, según anunció la Eredivisie.

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Un poco antes, a finales de octubre, Bulgaria fue sancionada con un partido a puerta cerrada y 85.000 euros de multa tras los incidentes racistas ocurridos el 14 de octubre durante un encuentro contra Inglaterra, clasificatorio para la Eurocopa 2020, y que generó indignación en Reino Unido. 

Y en Italia ocurrió algo parecido. Luca Castellini, hincha y líder ultra del Hellas Verona, fue sancionado con 11 años (hasta el 2030) sin poder entrar al estadio de su club por los graves insultos racistas vertidos contra Balotelli.

En España, lo que hace falta, dice Ibarra, es que se cumpla la ley que ya está vigente. 

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