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Plaza Pública

Serás sus ojos

Serás sus ojos

Te vas igual que llegaste, deshaciéndote a cada momento de agradecimiento y placer. Jugar, comer, dormir, jugar, gozar, amar. Todo sucede aquí y ahora, la vida nunca estuvo en otro lugar, para ti.

Te vas como llegaste, desbaratando todo, ahora sé que para bien. Zambulléndote sin reservas en cada juego, en cada ejercicio, en cada búsqueda, sólo para volver a darte entero en la siguiente. La vida aquí, el goce ahora. Nunca la hierba es más mullida al otro lado de ninguna valla.

Te vas como viniste, desmontando esquemas y muebles, máquina inagotable de explorar, de aprender y, ahora lo sé, claro, de enseñar. Te vas y no sé dónde poner todo esto que traías para darnos.

Fuiste un quebradero de cabeza y un analgésico infalible. La interrupción inoportuna para el paseo que desata la idea feliz; la rutina cargante que de pronto ya es hábito liberador; el martirio que cura, la travesura que instruye.

Fuiste el rabo de ciclón que sacude mesas y sillas desde el primer bostezo de la mañana, la pata que rasca la puerta antes de que ningún pie asome fuera de las sábanas. Fuiste la insistencia despiadada que conquista derecho a sofá; la mirada abnegada que devuelve implacable el reflejo de nuestras virtudes y miserias. Fuiste el peor discípulo porque eras el mejor maestro.

Fuiste risas y babas. El pis en la alfombra y la carcajada imprevisible; un púgil de paciencia infinita y un permanente manantial de ternura y serotonina, de dopamina y demás buenrrollinas que ahuyentan nuestros fantasmas. Fuiste amor y amigo en sentido pleno. Pronto, muy pronto, serás sus ojos.

Socialismo y municipalismo

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Creímos que desbaratabas nuestra vida, no entendimos que la estabas reordenando. Fuiste el mejor Prozac y el Lexatín, el psicólogo que atiende sin juzgar y el bufón que nunca falta a su tarea, sea un día de sol o día gris. Fuiste todo eso y mucho más, pero te vas para ser sus ojos.

No puedo decir que me alegre, pero sí que estoy orgulloso. De tu entrega y de haber aprendido, creo, la dignidad de entregarse a tu manera. Serás sus ojos, pero le darás, aunque aún no lo sepa, mucho más que una vista prestada. Una guía que no sólo protege de escalones y baches, de postes y obstáculos, una guía para la vida y la construcción de vínculos indestructibles. Afortunada es, aunque aún no lo sepa, la tribu que te acoge.

Has sido, no me avergüenzo, mi brújula en este tramo del camino. Te vas sin miedo, lo sé, capaz como eres de enlazar una entrega absoluta con la siguiente, sin traicionar ninguna de ellas —quién pudiera—. Has sido ya el mejor guía. Lo que aprenderás ahora, en la ONCE, es sólo a depurar tu estilo. Serás un gran lazarillo, sé que eso te llena y te hace feliz. Buen camino, compañero, alumbrarás mucho más que sus pasos, y serás mucho, mucho más que sus ojos.

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