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Foro Milicia y Democracia

Iberismo operativo sobre el terreno

El primer ministro de Portugal, Antonio Costa, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, comparecen en rueda de prensa, en la XXXI Cumbre Hispano-Portuguesa.

A finales del pasado mes de octubre, tuvo lugar en la ciudad extremeña de Trujillo la XXXII Cumbre/Cimera Hispano-Lusa con las respectivas delegaciones nacionales encabezadas al más alto nivel por el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro portugués, Antonio Costa. La cumbre anunció la renovación del Tratado de amistad y cooperación entre España y Portugal, suscrito originalmente en noviembre de 1977, así como otros acuerdos sectoriales sobre cooperación transfronteriza, energías sostenibles o tecnologías digitales.

A la conclusión de la cumbre, la Sociedad Iberista, una de las organizaciones civiles más activas en la promoción del iberismo del siglo XXI, hizo público un comunicado en el que valora los acuerdos adoptados en este encuentro bilateral. Para esta asociación ciudadana, representada a uno y otro lado de la raya, los resultados de la cumbre son insuficientes y no han contado con la sociedad civil organizada en su confección. La reedición del Tratado, aunque necesaria y valiosa por la voluntad política que pone de manifiesto, no profundiza en cambios estructurales, sino que se inscribe en el ámbito propio de las declaraciones de intenciones. El paso de la estrategia de los instrumentos diplomáticos a la táctica de la elaboración de planes detallados no siempre se produce, quedando los acuerdos en declaraciones retóricas.

Algunos de los asuntos acordados en esta cumbre resultan de urgente necesidad como la regulación del estatuto del trabajador transfronterizo, la transición energética coordinada para ganar autonomía o el desarrollo de infraestructuras viarias, que son condición para el desarrollo económico-social de ambos países y cuya ejecución contribuiría a reducir las actuales asimetrías del efecto frontera y a mejorar los estándares de calidad de vida de los ciudadanos con independencia de su respectiva nacionalidad. Garantizar unas conexiones dignas por carretera y ferrocarril –sin más dilaciones–, suprimir los bloqueos actuales, mejorar y compartir los servicios públicos, gestionar de forma conjunta e integral las infraestructuras, u homologar los procedimientos administrativos con criterios de integración, constituyen una demanda social que se expresa cuando hay ocasión tanto en la lengua de Cervantes como en la de Camões.

El Tratado aborda áreas amplias de cooperación, sea en los distintos dominios transfronterizos –reto demográfico, sanidad, medioambiente, o protección civil– como en los sectoriales: educación, cultura, tecnología, conectividad, energía, economía, trabajo,… La cooperación multilateral en el ámbito de la Unión Europea es objeto de un compromiso conjunto, que tiene en cuenta intereses mutuos como son la defensa del tratamiento de las regiones ultraperiféricas (Canarias, Azores), cuya condición de insularidad y lejanía exige medidas asistenciales de todo tipo. Sin embargo, la implementación efectiva de estos compromisos formales en la realidad sigue siendo escasa por falta de concreción.

Dada la temática de este blog, podemos tomar como referencia la cooperación en materia de seguridad y defensa, prevista en el artículo 11, en relación con las capacidades, misiones y operaciones conjuntas de las fuerzas armadas y la interoperabilidad de sistemas, así como la defensa de intereses comunes en las organizaciones internacionales de pertenencia. Pese a la desaparición total de la amenaza militar interestatal en la península, la experiencia sigue demostrando la resistencia para avanzar en resultados tangibles en estas cuestiones consideradas de Estado, no obstante la solemnidad del compromiso convencional adquirido y la clara conveniencia de agrupar y compartir los recursos –pooling & sharing ibérico– para la defensa de los respectivos espacios nacionales. La constitución de una Fuerza Iberoamericana de Paz con carácter permanente, que permitiría una potente presencia internacional de la comunidad, es un proyecto histórico que hasta la fecha no ha podido materializarse.

Contrasta con esta situación de las altas esferas de decisión política la progresiva integración social que desde la supresión de las aduanas se vive con absoluta naturalidad en las comunidades fronterizas. Un iberismo cotidiano, fraternal y transversal que se reconoce en las dos nacionalidades, que reclama ambas identidades, y que es capaz de transformar un contencioso histórico (Olivenza) en una sinergia de convivencia y oportunidad de desarrollo regional. El iberismo horizontal, respetuoso con las respectivas identidades nacionales, puede desempeñar un papel activo y dinamizador en una estrategia gubernamental ambiciosa de integración política, económica y social en la península ibérica. Frente al corsé diplomático al uso, un iberismo operativo sobre el terreno.

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Fidel Gómez Rosa, Doctor en Ciencias Políticas por la UCM. Secretario de la junta directiva del Foro Milicia y Democracia (FMD).

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