‘No mires arriba’: Es el cambio climático, estúpidos
El asesor demócrata James Carville adiestraba al equipo de campaña de Clinton contra Bush en las elecciones presidenciales de 1992. Para que centraran sus esfuerzos les dio pocas y breves consignas. “The economy, stupid” fue una de ellas. Hizo fortuna y se convirtió en una frase mil veces citada. La película No mires arriba, recién estrenada en Netflix, nos grita con la misma contundencia: “Es el cambio climático, estúpidos”.
En el argumento, un cometa amenaza la existencia de toda la humanidad, y aún más, del propio planeta, y los científicos que lo han descubierto no consiguen hacerse oír. El guion fue escrito por Adam McKay antes de que comenzara la pandemia del coronavirus.
La historia más grande desde que existe la humanidad
En una extensa entrevista concedida a la edición estadounidense de Vanity Fair, el guionista y director explica el origen de su película, que cuenta en sus palabras “la historia más grande en 66 millones de años, desde que los monos se pusieron de pie”. Cuando McKay leyó en 2018 un informe de la ONU (aquí actualizado) en el que se destacaban los consensos científicos en torno al calentamiento global, se quedó aterrado: “No pude dormir durante dos noches” desvela. Pasó de sentir que había que hacer algo a percibir de manera nítida que no era un reto de futuro. Está pasando ahora.
Un amigo de McKay, el periodista David Sirota, fue quien, en una conversación casual, hizo el símil del cambio climático con un cometa que se acercase y al que nadie hace caso. McKay había dado muchas vueltas a varias formas de enfocar el asunto en un guion y sintió que esta comparación era la mejor para él.
DiCaprio insistió en incluir un discurso de atención a la ciencia
Entre el reparto estelar de la filmación, en el que destacan Jennifer Lawrence y Meryl Streep, se encuentra Leonardo DiCaprio, el actor más notoriamente involucrado en la lucha por el clima. En las discusiones sobre el guion, DiCaprio abogaba por incluir un discurso, a la manera del monólogo de la película Network, escrito por Paddy Chayefsky. McKay argumentaba que los discursos se aguantaban en los años setenta, pero que ahora no tienen cabida.
DiCaprio sugirió entonces combinarlo con comedia. Ahí tuvieron un acuerdo, aunque les costó quince versiones encontrar el que ha quedado en la película, en el que al personaje interpretado por DiCaprio se le descolocan las gafas de indignación. En un pase anterior al estreno en el que se testaba la película, el discurso fue uno de los momentos que generaron mayores carcajadas.
McKay define su película como populista y quería que llegase a la mayor cantidad de personas posible. Lo ha conseguido a la vista de la notoriedad de la cinta en redes sociales, artículos y por lo que empieza a manifestar Netflix, siempre parca a la hora de comunicar datos completos sobre los títulos vistos por sus suscriptores.
El director se curtió en comedias puras antes de hacer sátiras
El tono de la cinta es el de una sátira bastante gamberra y acelerada. McKay ha hecho la mayor parte de su carrera en comedias puras, durante 25 años, asociado al actor y cómico Will Ferrell. Él mismo, que fue monologuista cómico, tuvo su cuota de pantalla en el programa por excelencia de humor de Estados Unidos, Saturday Night Live, donde hacía exactamente lo mismo que Jordi Évole en el programa de Buenafuente cuando se dio a conocer, interpretar a un follonero escondido entre el público que saboteaba el monólogo inicial del invitado del programa.
McKay se pasó, terminada su asociación con Ferrell, a los grandes temas. Escribió y dirigió la película La gran apuesta, basada en el libro de Michael Lewis, en el que se recogían las desastrosas prácticas que llevaron a la quiebra del sistema financiero en 2008. Está película le valió el Óscar al guion adaptado.
En la misma línea, en 2018, McKay firmó una película en la que se hacía un traje a medida devastador a Dick Cheney, Vice, aportando información real sobre su biografía y con un estilo desmelenado e irónico que le hizo merecer el apelativo de sucesor de Michael Moore.
Ambos comparten el activismo político. McKay se define como socialista, lo que le sitúa en el lado más izquierdista del partido demócrata. Se declara seguidor del senador Bernie Sanders. McKay fue también el encargado de dirigir el episodio piloto de Succession.
La película nos interpela a todos nosotros
No mires arriba se estrenó en Netflix el 24 de diciembre, en plena ola de cuarentenas por las variantes delta y sobre todo ómicron del coronavirus, es decir, con mucha gente en casa y con pocas opciones de ocio. Inmediatamente entró a formar parte de la conversación global. No deja títere con cabeza, y no solo se ensaña con los políticos y los medios de comunicación. Apela directamente a cada uno de nosotros. Todos hemos escuchado ya que hay un consenso científico según el cual cada grado de calentamiento provocado por la acción humana que no paremos, tendrá numerosas consecuencias desastrosas para nuestra especie y para la biodiversidad.
Sin embargo, los problemas medioambientales no aparecen entre los principales para los ciudadanos. En España, históricamente, nunca llega al cinco por ciento quienes lo citan como una de las principales preocupaciones (CIS). Incluso el presidente de gobierno quitó hierro a la recomendación hecha por su ministro de Consumo, Alberto Garzón, de lo conveniente de reducir el consumo de carne, cuando la ganadería de vacuno y porcino generan más contaminación ya que los coches. Por no decir la cantidad de insultos y burlas que cosechó la propuesta. Aun así, simultáneamente se hacen progresos, sin duda. Como la Ley de cambio climático y transición energética publicada en el BOE el 20 de mayo de 2021.
En el filme, los ciudadanos no conseguimos concentrarnos. Estamos dispersos ante la cantidad de estímulos de información, entretenimiento, redes sociales a los que nos sometemos. En este costumbrismo que se retrata destacan las críticas a la cultura de los famosos. La intervención de la cantante Ariana Grande y su subtrama es espectacular.
Denuncia a políticos y medios de comunicación
Los políticos negacionistas de la ciencia son vapuleados en la sátira de McKay. Meryl Streep encarna a una versión femenina que condensa varios rasgos de distintos mandatarios, muy especialmente de Donald Trump, ya que la película aborda un tema planetario desde una óptica muy nacional.
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Otro estamento fundamental en toda crítica social es la prensa. En este guion se centra en los programas matinales, con unos divertidísimos Cate Blanchet y Tyler Perry como presentadores con inquietantes blanqueamientos dentales. Integran cualquier noticia en el tono del programa, aunque se trate de la destrucción total inminente. La parodia funciona como un espejo. Estos días estamos viviendo una ola de calor en pleno invierno y las televisiones españolas entrevistan a quienes disfrutan paseos y cervezas en terrazas, a menudo sin señalar que estas temperaturas de récord son síntoma de una enfermedad planetaria como denuncian los científicos.
La amenaza de los billonarios
Resulta especialmente atractiva la crítica feroz a los billonarios con delirios de grandeza, que creen tener soluciones individuales para problemas mundiales cuando podría ser lo contrario, que agudicen varios de los problemas actuales. Concretamente, el millonario que aparece en la ficción es un resumen de Elon Musk, de Tesla, Richard Branson, de Virgin y Jeff Bezos, de Amazon, y sus competiciones para desarrollar el turismo espacial.
Haga más o menos gracia, convenza en unas partes más que en otras, el mensaje de la película es rotundo, oportuno y urgente. No podremos decir que no estábamos avisados.