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Sánchez arranca a la UE el compromiso de bajar con "urgencia" los precios de la energía

Pedro Sánchez y Antonio Costa durante su rueda de prensa conjunta al término de la segunda jornada de una cumbre europea sobre Ucrania en el Consejo Europeo de Bruselas.

Pedro Sánchez no regresa a España de vacío. Tras una maratoniana jornada de reuniones en el seno del Consejo Europeo, el presidente del Gobierno vuelve a casa con el compromiso de Bruselas de que podrá imponer un límite al precio del gas generador de electricidad. Un logro político tras meses de dura batalla en Europa y que permitirá bajar la factura de la luz a consumidores y empresas.

"Es un éxito" de carácter "histórico", valoraban eufóricos en Moncloa tras la publicación de las conclusiones del Consejo (que puedes consultar aquí). Todo antes del Consejo de Ministros del próximo martes, una fecha marcada en rojo en el calendario ya que es la avanzada por el Ejecutivo para un plan de choque que ha impacientado a la oposición y exasperado a algunos sectores que han protagonizado importantes movilizaciones.

Sánchez se dirigió a la prensa tras la reunión junto al primer ministro portugués, Antonio Costa. Las comparecencias conjuntas no son habituales en este tipo de formatos, pero España y Portugal han librado de la mano una ardua contienda política por conseguir un tratamiento distinguido en el seno de la Unión Europea en el capítulo de las energías. Según explicó el jefe del Ejecutivo español, la cumbre considera a la península Ibérica como "una isla energética" con escasas conexiones con el resto del continente (por Francia y menos del 3%). En virtud de ese criterio distintivo, ambos países podrán ahora adoptar medidas "extraordinarias y temporales", remarcó.

"Excepcional y temporal"

Sánchez subrayó que se trata de "una medida excepcional y temporal que no supone subvencionar al gas, que no distorsiona los incentivos para las renovables ni los flujos eléctricos entre países y que nos va a permitir a ambos gobiernos rebajar los precios de la energía", además de destacar que, en contra de lo que temían algunos socios europeos, "no distorsiona el mercado de la electricidad". Las empresas gasísticas no recibirán "ayudas públicas" a cambio de aplicar un tope al precio, advirtió Sánchez.

"Esta decisión cubre la expectativas porque vamos a poder poner un precio de referencia al gas con el que se fabrica la electricidad y eso bajará la factura", añadió. Minutos antes, la propia presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, había confirmado un "tratamiento especial" para España y Portugal: "La península ibérica tiene una situación muy específica, con un alto porcentaje de renovables pero pocas interconexiones".

Sin embargo, España y Portugal no estuvieron solos. La demanda de poner un tope a los precios del gas provenía también de Italia, Grecia y Francia, entre otros países. En frente, Alemania y Países Bajos. En medio, una gran discusión y la posibilidad de que los países del sur alargaran la cumbre (la semana en Bruselas ha sido extenuante para la UE y la OTAN) o incluso planteasen un veto a unas conclusiones conjuntas que tenían importancia por otros muchos motivos, como la posición común ante Rusia. Sánchez achacó a una "filtración" la posibilidad de ese veto por su parte, que desmintió.

Según explicaron Sánchez y Costa durante su comparecencia, el acuerdo contempla ahora que España y Portugal manden en cuestión de días una propuesta detallada de limitación del precio del gas que demuestre que no supone perjuicio alguno para el conjunto del mercado de la UE. El primer ministro portugués prometió que sería "la próxima semana", pero el presidente español evitó comprometer un marco temporal concreto.

Quedan muchos detalles aún por conocer. Entre ellos, si la intervención pública supondrá, de alguna manera, algún recargo en la factura de la luz, aunque sea a futuro, o en la participación de partidas presupuestarias que al rebajar temporalmente el precio del gas, arrastren a la baja el recibo de la electricidad.

En el texto del acuerdo se menciona "el carácter urgente " de las medidas y se especifica que será después la Comisión y el Consejo los que terminen dando su visto bueno. Es decir, que España y Portugal no disponen de un margen de maniobra absoluto sino que tendrán que presentar sus propuestas. Según se desprende de lo dicho por Sánchez y Costa, la predisposición es ahora muy distinta y favorable respecto a la que había antes de la cumbre.

Qué dicen las conclusiones

En ese texto se introduce además "el tope de precios" como una de las posibilidades con las que pueden actuar los estados, un asunto absolutamente tabú hasta ahora y en el que se ha avanzado tras muchos meses de insistencia por parte de países como España. En el acuerdo, además, se deja claro que puede ser una cuestión de días la puesta en marcha de las medidas y que, en todo caso, la Comisión permanecerá vigilante sobre los posibles efectos adversos para otros países de la UE.

"La Comisión también garantizará, a través de un procedimiento acelerado, que se cumplen las siguientes condiciones: que las medidas reducen los precios de mercado de la electricidad para empresas y consumidores y que no tienen efectos contrarios al interés común", reza el acuerdo.

El léxico de las conclusiones de la cumbre es rico en términos que España venía conjugando con insistencia. Entre ellos, las "intervenciones regulatorias en los beneficios caídos del cielo", ya planteados por el Gobierno, que ahora para la UE "pueden ser una fuente de financiación nacional útil".

También se mencionan las ayudas directas en materia energética o "cheques", la compra conjunta de gas o incluso nuevas decisiones comunitarias que permitan una fiscalidad más baja. Todo con tal de evitar el "efecto contagio" del gas en el recibo de la luz. No en vano, un 45% de la energía que consume España proviene de fuentes renovables, más baratas y sin estar sometidas a las fluctuaciones del mercado por acontecimientos como las guerras. En el caso de Portugal el porcentaje asciende al 60%, como reconoció Sánchez con cierta envidia y una sonrisa dedicada a su homólogo luso.

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