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La brecha no se cierra: la segunda "jornada laboral" en casa empuja a las mujeres a copar el trabajo parcial

Una cuidadora ayuda a una persona mayor.

El 40,5% de las mujeres trabajadoras cobra menos de 1.366 euros, frente a un 20,2% de los hombres. Es uno de los datos que se desprende de la última estructura de salarios publicada por el Instituto Nacional de Estadística, con datos de 2021. La presencia de las mujeres va encogiendo según los salarios van aumentando: el 33,3% de las asalariadas cobra entre 1.366 y 2.343 euros, frente el 46,3% de los hombres. A partir de los 2.343, su presencia se reduce a un 26,3%, frente a un porcentaje masculino del 33,6%. “El motivo es que la parcialidad recae en mucha mayor medida sobre las mujeres”, explica la investigadora Lucía Gorjón, experta en la evaluación de políticas sociales y económicas. “Son ellas las que realizan los trabajos de menos horas, son las que en mayor medida cobran los salarios mensuales más bajos”, añade.

El motivo sigue siendo el de siempre: el reparto desigual entre hombres y mujeres en los cuidados, que penaliza a estas en el mercado laboral. Como explicó infoLibre, más del 90% de las excedencias para el cuidado son solicitadas por mujeres. “La falta de corresponsabilidad es la causa fundamental”, explica a este periódico Antonia Morillas, directora del Instituto de las Mujeres. “Pero hay más causas: los estereotipos de género siguen operando en el mercado laboral. Las mujeres estamos infrarrepresentadas en los principales sectores económicos, como el tecnológico y el digital, y estamos sobrerrepresentadas en los sectores más precarizados, como el hogar y los cuidados”, añade Morillas.

La presencia mayoritaria de las mujeres en las categorías salariales más bajas no ha evolucionado demasiado en los últimos años. Si dividimos la distribución salarial en 10 categorías idénticas, las mujeres son mayoría en los tres grupos de salarios más bajos, mientras que los hombres dominan los siete restantes. En 2006, en los tres primeros deciles de salarios más bajos, las mujeres suponían el 62,9%, frente el 37,1% de los hombres. En 2021 no ha cambiado demasiado: de hecho ha empeorado ligeramente. Las mujeres suponen hoy el 65,1% frente el 34,9% masculino. 

Si atendemos a la evolución de estos 14 años, llama la atención una pequeña distorsión en la gráfica: 2020, año de la pandemia, la proporción de mujeres en las tres categorías de salarios más bajos cayó a su mínimo histórico. Las causas que originan este pico ayuda a entender el motivo de la brecha salarial: “Con la pandemia parece que se estrecha ligeramente la brecha, pero es porque la gran crisis económica destruyó en mayor medida los empleos más precarios, dejando aquellos con mejores condiciones”, explica la investigadora Lucía Gorjón. 

El mayor lastre de la brecha salarial

La extraordinaria carga de las mujeres en el hogar sigue siendo un lastre para la vida laboral de las mujeres, entre otras muchas cosas, como la participación política o disfrutar del ocio. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística de los últimos 20 años, la presencia de las mujeres en los contratos a tiempo parcial apenas ha disminuido. En el tercer trimestre de 2002, el 79% de los contratos parciales eran femeninos. En el tercer trimestre de este año, dos décadas después, las mujeres siguen ocupando el 73% de este tipo de contrato. Es decir, este año, de 1,3 millones de asalariados a tiempo parcial, 1 millón está compuesto por mujeres. 

“Este es el mayor lastre que impide cerrar la brecha de género en el mercado laboral”, critica la investigadora Lucía Gorjón. “Si se atiende a los motivos de la parcialidad femenina, aproximadamente la mitad argumenta que no puede encontrar empleo a jornada completa y una cuarta parte culpa a la necesidad de conciliación familiar y laboral. Aunque es cierto que parece que se atisba una pequeña reducción de la brecha, esto es claramente insuficiente, ya que a este ritmo no cerraremos la brecha de género en el empleo”, añade.

La puesta en marcha de políticas públicas que permitan el reparto de las responsabilidades familiares ayudaría a reducir la brecha: “Es necesario fomentar el reparto de las responsabilidades familiares entre ambos miembros de la pareja, para que no sea la mujer la que, en su mayoría, se hace cargo, y por eso reduce su jornada laboral para poder compatibilizar la vida familiar y laboral”, explica Gorjón. “Los permisos de paternidad y maternidad intransferibles e iguales han sido una política clave, de la que será interesante evaluar sus resultados. Por el contrario, la oferta de centros educativos públicos y gratuitos de 0 a 3 años es un reto pendiente que ayudará a reducir esta brecha”, añade la investigadora.  

El derecho a cuidar –en igualdad– y a ser cuidados

El Instituto de las Mujeres aborda esta situación entendiendo que los cuidados es un "sector estratégico" de la economía y la sociedad y que requiere de un pacto de Estado, que implique a todas las instituciones, desde los ayuntamientos hasta el Gobierno central. “Hacemos una aproximación con triple enfoque”, explica la directora del organismo. 

“En primer lugar, el derecho de las personas a ser cuidadas. Esto significa que tiene que existir toda una red de servicios públicos que lo garantice. En segundo lugar, el derecho a cuidar. Esto tiene que ver con políticas públicas que permitan reducir la duración de la jornada laboral y su flexibilidad para compatibilizarlo. Por último, la necesidad de ejercer esos cuidados en igualdad. Esto implica aplicar un enfoque de corresponsabilidad entre hombres y mujeres y poner en marcha un sistema de permisos remunerados”, afirma Morillas. 

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La investigadora Laura Gorjón considera que sería necesario avanzar en las políticas públicas que profesionalicen el cuidado de las personas mayores: “El cuidado de estas también recae en las mujeres y vuelve a ser otro de los motivos por los que ellas reducen sus jornadas laborales o ni si quiera se plantean trabajar a jornada completa. Esto las que trabajan, ya que muchas ni siquiera entran al mercado laboral”, lamenta la investigadora.

La “desfemenización” del empleo a tiempo parcial ayudaría a reducir la brecha de salarios, que se mantiene abierta sin apenas acercamiento. En 2006, el salario medio masculino era de 1.731 euros, frente los 1.361 de las mujeres. En 2021, es de 2.276 frente a 1.883. El salario medio femenino actual es el que tenían los asalariados varones de media entre 2007 y 2008. 

“Creo que es necesario ir reduciendo la segregación ocupacional, puesto que esta es responsable de gran parte de la brecha salarial. Una opción es trabajar desde pequeños, rompiendo los estereotipos de género, haciendo conscientes al profesorado de sus sesgos y enseñándoles a eliminarlos con el fin de garantizar la igualdad de trato a niñas y niños”, explica la investigadora Lucía Gorjón. “Por ejemplo, informar sobre las salidas laborales de las distintas especialidades y mostrando referentes femeninos en profesiones típicamente masculinizadas y referentes masculinos en profesiones feminizadas”, añade. 

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