La Francia Insumisa de Mélenchon se desgarra y teme una hemorragia de militantes
Los dirigentes de La Francia Insumisa (LFI) saben desde Lenin que una situación se vuelve revolucionaria cuando "los de abajo" no quieren seguir viviendo a la vieja usanza y "los de arriba" ya no pueden más. Probablemente nunca pensaron que el diagnóstico se aplicaría a su propia organización. Sin embargo, esto es lo que parece estar tomando forma poco a poco dentro del movimiento de izquierdas.
En la cúpula, está abierta la crisis política desde que se anunció, la víspera de la asamblea representativa del 10 de diciembre (que debía dar un paso hacia la reestructuración interna del movimiento), la designación de Manuel Bompard como su nuevo coordinador de facto. El carácter unilateral de esta decisión, y el hecho de que varias personalidades de LFI con sensibilidades diferentes a las del líder Jean-Luc Mélenchon queden excluidas de la coordinación (a pesar de invitarles a formar parte de un "consejo político" ideado en el último momento), en beneficio de personas próximas a Mélenchon, han suscitado desde entonces un movimiento de protesta sin precedentes.
Los diputados Clémentine Autain, Raquel Garrido, Alexis Corbière y François Ruffin han expresado públicamente su desacuerdo en duros términos. La palabra "fracaso" fue utilizada por Raquel Garrido, así como por el economista Cédric Durand y el sociólogo Razmig Keucheyan, ambos comprometidos sin embargo con el Instituto La Boétie, copresidido por la diputada Clémence Guetté y Jean-Luc Mélenchon.
En un artículo publicado en Mediapart, estos dos intelectuales escriben: "La organización debe tener una dirección legítima, que aglutine fuerzas. Y ahí, tenemos que admitir que es un fracaso. Se ha hecho un esfuerzo encomiable por formalizar los órganos, pero la designación "por consenso" de una secretaría de organización al final de la "asamblea representativa del movimiento" es, por decirlo suavemente, torpe. Se trata sin duda del último suspiro de un modo de funcionamiento que propulsó a LFI a la primera línea política, y del que por eso es difícil deshacerse, pero que ya no se adapta a las tareas actuales.”
Cansancio de la militancia
Poco después, el 13 de diciembre, el ex coordinador nacional de LFI, Adrien Quatennens, fue condenado a cuatro meses de prisión condicional por violencia doméstica contra su ex esposa. El grupo parlamentario LFI tomó la decisión, tras un debate interno y una votación en varias fases, de suspender al diputado por la circunscripción del Norte durante cuatro meses. Pero se anuncia ya su regreso al final de ese periodo, condicionado a que siga un curso de sensibilización sobre la violencia contra las mujeres.
Se trata de una posición intermedia, resultado de las reflexiones sobre la proporcionalidad de las sanciones tras el #MeToo, pero considerada incompatible con los compromisos feministas de LFI por algunos militantes, que ya habían desaprobado la reacción de Jean-Luc Mélenchon en el momento de la suspensión de Adrien Quatennens. Las dos entrevistas que este concedió inmediatamente después de su condena, en La Voix du Nord y BFMTV, en las que se hace pasar por víctima e invierte la acusación, han vuelto la situación explosiva. Algunos diputados se desmarcaron de él; algunas, como la diputada por Dordoña Pascale Martin, afirmaron que debería haber sido "excluido del grupo".
“Una exclusión pura y simple habría significado que Adrien no podría mejorar en nada", defendió sin embargo Antoine Léaument, diputado por Essonne. “Cometió una falta, se declaró culpable y reconoció que era una falta grave. La decisión colectiva que hemos tomado tiene en cuenta tanto nuestros compromisos feministas como nuestra lógica en términos de derecho y justicia. También debemos prever cómo rehabilitarle.”
Argumentos que no sigue una parte de las bases de LFI, colocada por primera vez en una posición de desconfianza permanente hacia la dirección. En una tribuna publicada en Mediapart, unos cincuenta insumisos, muchos de ellos jóvenes y miembros del colectivo "Relève féministe", vinculan los dos aspectos de la crisis que atraviesa la organización: "La mala gestión del asunto Quatennens es también para nosotros el síntoma de un problema recurrente en el seno de La France insoumise: la falta de democracia interna. Para eliminar las fracturas y las disputas, nuestro movimiento debe más que nunca escuchar a las bases y dar curso a la dimisión de Adrien Quatennens".
Tenemos que funcionar de forma más democrática si queremos que el movimiento se fortalezca.
Como prueba de este doble problema, algunos mencionan un mensaje enviado por la diputada por París Sophia Chikirou en un grupo de Telegram en el que participaba un centenar de cargos de LFI, pocas horas antes de la condena de Adrien Quatennens. La corresponsable del espacio "batalla mediática" en la nueva coordinación enunció una lista de "elementos" para preparar el "alboroto mediático" al que se "sometería" Quatennens. Uno de ellos, este que precede a la decisión colectiva tomada más tarde por el grupo: "Él (Quatennens) debe poder volver porque tiene que haber una graduación en las sanciones". Esta tendencia a la verticalidad del poder, concentrada en torno al círculo próximo de Jean-Luc Mélenchon, irrita internamente.
Mientras Mélenchon, tres veces candidato presidencial, reaccionaba a las críticas el 16 de diciembre en un mitin en Saint-Étienne (Loira), diciendo que lamentaba servir a veces de "pararrayos" para "todas las ambiciones de (sus) amigos", una miembro de LFI replicaba, desde el anonimato: "Él no es el pararrayos, es el que da las órdenes".
Basándose en estas críticas, una docena de grupos de acción de los Jóvenes Insumisos se han declarado en "huelga militante" (a pesar de su dependencia estatutaria de LFI) para exigir que Adrien Quatennens deje de representar al movimiento. Está previsto que se reúnan para adoptar una posición pública común a finales de diciembre.
“La opacidad del proceso de toma de decisiones en LFI y la falta de una amplia inclusión de todos los militantes hacen que no sean compartidas las decisiones tomadas por la coordinación o el grupo parlamentario, especialmente por los jóvenes", critica Lou Toussaint, joven insumisa de Estrasburgo. “Tenemos que funcionar de forma más democrática si queremos que el movimiento se fortalezca.”
Jóvenes insumisos intentaron incluir la cuestión de la democracia interna en el orden del día de sus jornadas de formación en agosto de 2022, tras la publicación de una entrada en el blog de Clémentine Autain, pero en la dirección no fueron receptivos. "Nos dijeron que no era el marco adecuado", resumió un testigo. El co-líder de los Jóvenes Insumisos, Aurélien Le Coq (ex jefe de campaña de Adrien Quatennens), contactado para este artículo, no nos respondió.
El movimiento aparece pues dividido tanto por arriba como por abajo. En las redes sociales, los partidarios de Adrien Quatennens han lanzado las etiquetas #AdrienReviens y #SoutienAdrienQuatennens, con imágenes lamentando su "doble castigo" y otras peticiones contra el "ensañamiento político". Algunos cargos intermedios intentan calmar los ánimos en nombre del sindicato que respalda el programa "Futuro común", como Maxime Da Silva, ex candidato a las legislativas, que anima en Twitter a "pensar en las consecuencias antes de publicar o responder a los periodistas".
Cuando se está en un movimiento en el que no hay divergencia de líneas políticas, votar no siempre es la mejor herramienta para la toma democrática de decisiones.
Antoine Léaument, ex responsable de comunicación digital de Jean-Luc Mélenchon, encargado ahora de la "vida del movimiento" en el nuevo equipo coordinador, aboga también por reanudar el diálogo. Convencido de que la nueva organización cuenta con un amplio consenso entre los militantes, se muestra sin embargo contrario a la idea de las votaciones internas: "Cuando se está en un movimiento en el que no hay divergencias de líneas políticas, el voto no siempre es la mejor herramienta para la toma democrática de decisiones. No menosprecio a los militantes que piensan que podríamos haberlo hecho mejor. Espero que consigamos movilizar al mayor número posible de personas y que, en primer lugar, logremos bloquear la reforma de las pensiones", declaró, precisando que, de aquí a la próxima asamblea representativa, dentro de seis meses, podría haber cambios en la estructura del movimiento.
Esperanza de convergencia con el grupo parlamentario
En este contexto, a muchos les preocupa, no obstante, una posible hemorragia de militantes, como la que LFI conoció en 2017. Discord Insoumis, una comunidad autónoma dentro de LFI creada en 2016 con 17.500 miembros más o menos activos, y que fue considerado como "un equipo de comunicación bis" en 2017 por la directora de comunicación de Jean-Luc Mélenchon, Sophia Chikirou, también ha suspendido oficialmente sus acciones en señal de protesta.
Contactados por Mediapart, Discord Insoumis nos respondió colectivamente por escrito (ver Caja Negra). Sin cuestionar la organización del movimiento "en esta fase", una parte de la comunidad habría deseado sin embargo "una consulta más amplia" al movimiento sobre la reincorporación del diputado del Norte, "dado que el alcance de la decisión compromete la credibilidad de los militantes en el día a día y, más allá, (sus) alianzas con otros partidos de izquierda". En efecto, varias personalidades de la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (Nupes) han manifestado su malestar por el posible regreso a sus filas de Adrien Quatennens.
Sin embargo, el colectivo afirma que no desea una escisión, y tiene "buenas razones para dudar de que su regreso al grupo LFI sea la postura mayoritaria": "Hemos hablado públicamente, por primera vez, para cuestionar a la dirección de LFI para animarles a revisar su postura. Excluir definitivamente y lo antes posible a Adrien Quatennens del grupo parlamentario nos permitiría evitar alejarnos de las bases."
Por el momento, sin embargo, los que quedan al margen son sobre todo los manifestantes contrarios al regreso de Adrien Quatennens. Cécilia Potier, militante feminista que se unió a los grupos de acción (GA) de LFI durante las elecciones presidenciales en Bouches-du-Rhône, denuncia haber sido "excluida" sin previo aviso de un grupo de Telegram. "Es difícil expresarse si no se está de acuerdo con lo que dice la cúpula del movimiento. Extraoficialmente, sé que muchos militantes están cabreados, especialmente las mujeres", explica.
En el trasfondo de estas preocupaciones sobre el futuro del movimiento, se plantea también la cuestión de la posible sucesión de Jean-Luc Mélenchon
Alma (nombre ficticio a petición propia) afirma que tampoco ha podido publicar mensajes en el grupo de Instagram de su GA, desde que colgó la portada de Libération dedicada a la bronca de Clémentine Autain respecto a la democratización de LFI. "Es realmente preocupante, si esto es la Sexta República, en las próximas elecciones votaré en blanco", denuncia, asegurando que espera una solución gracias a los miembros del grupo parlamentario que han transmitido su desacuerdo.
Lou Toussaint también deposita muchas esperanzas en el grupo de 75 diputados de la LFI que han instaurado, bajo los auspicios de su presidenta Mathilde Panot, un modo de funcionamiento en el que el voto no es tabú y sin que la expresión individual se considere sistemáticamente un signo de deslealtad. "Espero que gracias a ellos seamos escuchados por la coordinación nacional, y que haya un verdadero acto de refundación con nuestras juventudes", confiesa esta militante comprometida con LFI desde 2016.
En el transfondo de estas preocupaciones sobre el futuro del movimiento está también la cuestión de la posible sucesión de Jean-Luc Mélenchon. Él había declarado tras las elecciones legislativas que quería ser "sustituido" por "el que sea querido por más gente". Pero el bloqueo del aparato insumiso podría impedir esa vía.
Un joven militante insumiso de Puy-de-Dôme, que desea permanecer en el anonimato, afirma que "los militantes quieren opinar sobre quién sucederá a Mélenchon, si es que alguien le sucede realmente.” "Nos gustaría dar nuestra opinión y que no nos enteremos por la prensa de los hechos consumados, como ocurrió con nuestro nuevo coordinador, Manuel Bompard", declaró. Nunca había sido tan respetada en La Francia Insumisa la regla de no “esperar instrucciones”.
Caja negra
Discord Insoumis nos respondieron colectivamente por escrito el 19 de diciembre. Más concretamente, un círculo de cien personas encargadas de tomar decisiones estratégicas se puso manos a la obra. "No obstante, tratamos regularmente en espacios públicos textuales y vocales con todos los miembros y parece que nuestras decisiones reflejan el estado de ánimo general del conjunto de la Discord Insoumis sin representar obviamente la opinion de la totalidad de los 17.500 miembros", precisa el colectivo.
Traducción de Miguel López
El movimiento Francia Insumisa de Mélenchon busca la hegemonía en la izquierda
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