Eva Gª Sáenz de Urturi: "La comunicación entre lector y escritor no tiene nada que ver con ventas o premios"
Eva García Sáenz de Urturi (Vitoria, 1972) camina por las calles de Venecia señalando aquí y allá, contando la historia del Museo Peggy Guggenheim o relatando la leyenda del puente de Rialto. Un paseo una tarde de marzo cualquiera por este "museo al aire libre" que, con la llegada de la primavera, comienza a ser invadido por tierra, mar y aire por turistas atolondrados por tanta belleza. "Es que todas las fachadas son fotografiables. Cuando vine con veintipocos años me volví loca y gasté nueve carretes de los de entonces, con la cámara analógica", rememora divertida la escritora en conversación con infoLibre en el Hotel Danieli, a orillas del Mar Adriático.
Esta popular y evocadora hospedería es, junto a otros muchos enclaves de la ciudad italiana, uno de los múltiples escenarios de El ángel de la ciudad (Planeta), su nueva novela, ya en librerías desde este miércoles para alegría, alboroto y gozo de sus numerosos y fieles lectores. Más de tres millones en todo el mundo, a pesar de lo cual la ganadora en 2020 del Premio Planeta no siente la presión de la expectación.
"Cuando me meto en el despacho, la labor es personal y muy introspectiva. No puedes tener el peso de tres millones de lectores ni la presión de la industria editorial. O te concentras en el trabajo creativo puro y duro o te paralizas. No te haces ese tipo de disquisiciones. Hay una comunicación entre el lector y el escritor que no tiene nada que ver con todo lo que le rodea de cifras de ventas o de premios... no tiene nada que ver con el mundo real", reflexiona.
El ángel de la ciudad devuelve a los lectores a Kraken, el personaje que dio inicio a la saga en 2016 con El silencio de la cruz blanca, siguió con Los ritos del agua y Los señores del tiempo y continuó con El libro negro de las horas, que fue la novela más vendida en castellano el año pasado. Éxito de ventas indiscutible, la trilogía cuenta con más de cien ediciones, su publicación en más de veinte países como Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Polonía o Brasil, y una adaptación al cine dirigida por Daniel Calparsoro.
"Que me lean en Vietman me sorprende muchísimo", confiesa. "O que en Polonia sea número uno, en Alemania el cuatro, o lo de Estados Unidos. En Latinoamérica tengo lectores de México, de Argentina, de Chile o de Perú", enumera. "Que culturas tan diferentes lean algo tan local siempre me ha sorprendido", admite, tratando de explicar de alguna forma la clave de todo esto: "Los éxitos siempre se pueden analizar a posteriori, pero nunca antes. A posteriori, pienso que mis novelas se demandan y se leen mucho por la humanidad de los personajes. Por la conexión humana".
"Todos los lectores y lectoras me hablan de los personajes como si hubiesen nacido", relata sin salir de cierto tipo de asombro, asegurando que prácticamente les tiene que "recordar que Kraken no ha nacido, que es un personaje de papel". "Y que se preocupen por él cuando no ha nacido... mucha gente siente que es real algo que tú sabes que es una novela. Y pueden tener a la autora diciéndoles que no es real, pero no les da la gana creerla. Prefieren elegir que Kraken es real y por eso tengo que hacer también yo mi trabajo emocional de aceptar que eso es un halago en realidad", destaca.
En esta ocasión, el inspector Kraken se enfrenta en una Venecia rodeada de misterio a la encrucijada más compleja de su vida: resolver el pasado o apostar por el futuro. Así se convierte esta historia en un paseo por una ciudad donde las leyendas y la perturbadora figura del ángel de la ciudad, mitad mecenas, mitad demonio, mueven los hilos de una vertiginosa trama repleta de amor al arte y de la búsqueda de la propia identidad conectando Venecia con Vitoria. Un thriller en el universo de las falsificaciones de grandes pintores, los museos y los libros antiguos, donde coleccionistas y delincuentes juegan su papel.
Una trama con tres casos, dos ciudades y dos líneas temporales. Todo ello contado con dos puntos de vista, uno en primera y otro en segunda persona, por una voz masculina y otra femenina. "La documentación y la planificación de la estructura es muy importante", subraya la autora, quien asegura que, de no ser así, "se te cae todo en la página 200". "Detrás hay mucho oficio", afirma.
Y prosigue: "Muchas veces, cuando hablas de planificación y estructura la gente se echa para atrás porque parece que contradice al mito de que el escritor o la escritora escribe si está la inspiración de la musa. Y cuando hablas de planificación y estructura parece todo como muy cuadriculado y rechazan esa idea. Pero la verdad es que es así. Hemingway decía 'deja que piensen que no cuesta'. Pero él mismo decía que cuando le costaba mucho se volvía hacia su biblioteca y miraba los lomos de las novelas que había publicado porque así se acordaba de lo que costaron todas y cada una de ellas".
El ángel de la ciudad es también una invitación a visitar Venecia. No en vano, su mezcla de realidad y ficción se desarrolla en lugares muy concretos con un importante poder de atracción. Tampoco es algo nuevo para García Sáenz de Urturi, pues ella misma recuerda que ya introdujo sitios reales en anteriores novelas de Kraken que se desarrollan en Vitoria o en el Barrio de las Letras de Madrid. "Yo hago una escritura muy visual y me viene muy bien basarme en el físico real de los escenarios", indica, destacando a su vez que en Vitoria, de hecho, hay rutas de El silencio de la ciudad blanca y de Los ritos del agua puestas en marcha por el ayuntamiento del Gobierno vasco.
"Son las más visitadas de las treinta rutas que ofrece Vitoria. No imaginas la cantidad de personas que llegaban a Vitoria con el libro debajo del brazo e iban a la Casa del Cordón a preguntar dónde están los cadáveres", señala, explicando que justo por eso se hizo una proyección de los cadáveres y una audición de esos capítulos en concreto. "Eso sigue en la Casa del Cordón, están los cadáveres proyectados en holografía", remarca.
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Tal es el poder del arte, que lleva a tantos millones de personas a visitar lugares importantes para ellos a través del cine, la música o, en este caso, la literatura: "Es así. Además, el turismo literario es un turismo que siempre ha sido muy bien recibido por alcaldes y políticos porque es turismo de calidad. Es turismo cultural que se deja dinero, porque la gente que por ejemplo va a Vitoria a hacer la ruta de Kraken después visita los restaurantes donde come él, lo cual lo convierte también en turismo gastronómico. Está muy bien ese movimiento espontáneo de gente que va con el libro buscando la casa del asesino o lo que sea, que va sacando fotos y subiéndolas a las redes sociales. Eso es muy bonito porque ellos mismos están creando contenidos de la novela. Los lectores de Kraken ya están diciendo 'ay, Eva, ahora me toca Venecia, qué ganas'".
Una Venecia que a lo largo de los siglos ha atraído a "generaciones enteras de escritoras y escritores" y que tiene, en palabras de la autora, "algo de opulencia, de exceso, de decadencia.". "Todo eso atrae a la creación y también es cierto que te da el escenario y la máquina del tiempo. Es una ciudad que se presta mucho a crear escenarios interesantes y vistosos", plantea, explicando que para El ángel de la ciudad buscaba la energía de esta ciudad en noviembre, no en agosto a las 12 del mediodía, atestada de turistas. "O la energía que tiene por la noche, cuando cualquier cosa puede pasar en sus callejones y no se enteraría nadie", apostilla divertida.
De la autoedición a los tres millones de lectores en todo el mundo. De Vitoria a Venecia. De lo local a lo universal en apenas una década. Un camino que la escritora, que llegó al mundo editorial "con treinta y pico años y sin conocer a nadie", ha ido asimilando "paso a paso", centrada en contar sus historias. "¿Qué quiero hoy? ¿Emocionar? ¿Divertir? ¿Cómo lo hago? Esa es mi función día a día al escribir. No te haces las grandes preguntas cuando estás escribiendo. Las grandes respuestas nunca te las das tú, te las da la vida", argumenta García Sáenz de Urturi, escritora superventas, con todo lo que eso conlleva de éxito para las editoriales y de reticencia o suspicacia para la crítica, pero con lo que ella no tiene en absoluto ningún problema: "Hay tres millones de lectores a los que les encantan las novelas. En el mundo real nunca se usa la palabra best seller de manera peyorativa. Eso es algo que solo muy de vez en cuando sale en las entrevistas".