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Estados Unidos, Francia o Alemania rechazan abrir la puerta de la OTAN a Ucrania

Volodymyr Zelensky y Jens Stoltenberg tras una conferencia de prensa conjunta este jueves tras su reunión en Kiev. Es la primera vez que el secretario general de la OTAN viaja a Ucrania desde el inicio de la guerra.

La OTAN invitó a Ucrania en 2008, en una cumbre en Bucarest, a empezar a negociar su adhesión. En aquella reunión, mientras Estados Unidos y el Reino Unido defendieron aquella invitación, Francia y Alemania mostraron sus reticencias. Alegaron que la iniciativa podría provocar las iras de Moscú. La historia reciente del país del este europeo hizo que la invitación quedara congelada, pero la agresión rusa a Ucrania la sacó del cajón donde acumulaba polvo.

¿Debe Ucrania entrar en la OTAN, convirtiendo así su guerra contra Rusia en una guerra entre Rusia y los ya 31 Estados miembro de la Alianza Atlántica después del ingreso de Finlandia? Los gobiernos vecinos de Ucrania, como los bálticos o el polaco, consideran que el país debe ser miembro lo antes posible. La entrada en la OTAN no llevaría, en tiempos de paz, el largo proceso de negociaciones que llevaría entrar en la Unión Europea, pero no son tiempos de paz y pocos esperan que Ucrania se convierta en Estado miembro mientras esté en guerra.

¿Y después? Mientras las capitales del este empujan en esa dirección, Washington y las capitales de Europa occidental arrastran los pies. Ni siquiera aceptan que en la próxima cumbre anual de la OTAN, a celebrar en Vilnius a mediados de julio, se dé una señal clara al Gobierno de Zelenski. A lo más que puede aspirar Ucrania en esa cumbre es a declaraciones simbólicas, no a compromisos firmes de su próxima entrada en la organización militar transatlántica.

Además de la negativa de Hungría (el país de la Unión Europea que mejor cumple los deseos del Kremlin), fuentes diplomáticas en Bruselas aseguran que la Administración de Joe Biden y los gobiernos alemán y francés se niegan a dar en la cumbre de julio o a medio plazo una señal que abra la puerta de la OTAN a Ucrania.

La idea es recalcar que el apoyo financiero y militar seguirá adelante, pero no habrá compromisos formales de aceptar al país en la Alianza Atlántica, como quieren Vilnius, Riga, Tallin y Varsovia. De confirmarse esa negativa a dar pasos hacia la aceptación de Ucrania en la OTAN el presidente ucraniano Volodimir Zelenski podría no acudir a la cumbre, a la que está invitado.

Ucrania pidió oficialmente el año pasado otra vez su ingreso en la OTAN, justo después de la invasión rusa. A la vez lo hicieron Finlandia (que ya entró) y Suecia (que entrará en cuanto Turquía levante su veto, probablemente después de las elecciones presidenciales turcas del 14 de mayo). Ucrania no tiene fechas.

Los gobiernos de Estados miembro de la OTAN discuten qué se puede ofrecer a Ucrania con el respaldo de todos ellos. Sólo hay acuerdo en que a corto plazo no debe entrar Ucrania en la Alianza militar y que nada será negociado mientras el país esté en guerra. ¿Pero puede haber algún compromiso político que recoja la invitación oficial hecha en 2008? Según las fuentes, Estados Unidos se niega por ahora a hacer promesas políticas si no hay intención de cumplirás.

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Washington parece ignorar el juego europeo de las promesas y pide a sus socios europeos que dejen el debate para centrarse en cumplir las otras promesas, las de entregas de armas y municiones.

Los diplomáticos estadounidenses, cuentan las fuentes, argumentaron ante sus homólogos que discutir sobre una eventual adhesión de Ucrania a la OTAN es una forma de olvidar lo urgente. Lo primero, cree la Administración de Biden, es que Ucrania resista. Del futuro se hablará cuando la guerra acabe, aunque “la puerta sigue abierta”, en palabras del secretario de Estado Antony Blinken.

El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, nada y guarda la ropa. En las últimas reuniones antes de las vacaciones de Semana Santa dijo que lo primero es que Ucrania siga siendo “una nación independiente y soberana”. Sin cerrarle la puerta pero sin permitirle todavía entrar.

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