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Los pronósticos fallaron: Europa esquiva la recesión con España creciendo más que sus socios
En septiembre, el consenso de los economistas consultados por Bloomberg coincidía en que había un 80% de probabilidad de tener una recesión en Europa en el primer trimestre de 2023. "La recesión parece casi inevitable", tituló la agencia. En los últimos meses, ese pronóstico negro fue despejándose hasta que, este viernes, los datos de las cuatro principales economías lo han desmentido del todo: España, Italia y Francia han seguido creciendo en este trimestre: 0,5% en el caso de los sureños y 0,2% en el de los galos. Alemania, el país más afectado por su dependencia energética de Rusia, ha esquivado la temida recesión por los pelos.
“Son datos positivos, todo lo que no sea recesión es evidentemente positivo”, explica el profesor Antoni Cunyat, que imparte Economía y Empresa en la Universitat Oberta de Catalunya. “El dato de España está bastante bien. No es galopante, pero las expectativas que teníamos en verano y a lo largo de septiembre eran muy malas… un poco más adelante se empezó a ser más optimista. Hemos esquivado la recesión, crecemos moderadamente”, añade el economista.
También este domingo se han publicado los índices de inflación de España, Francia y Alemania. En los dos primeros casos, repunta ligeramente: en España al 4,1% desde un 3,3% y Francia, pasa de 5,7% a 5,9%. En Alemania sí desciende de 7,4% a 7,2%. Este rebote en los precios españoles y franceses se da tras un fuerte descenso del índice en marzo.
España e Italia crecen bastante más de lo esperado
El dato ha sorprendido en toda Europa. La economía española ha crecido en los tres primeros meses del año un 0,5%, frente una previsión del 0,3%. Italia, otro 0,5%, frente una previsión del 0,2%. Francia sí ha cumplido con su expectativa de 0,2%. Alemania no ha crecido ni decrecido, lo que le ha permitido salvar por los pelos la recesión, que supone encadenar dos trimestres de crecimiento negativo. En el último trimestre de 2022 cerró con una caída del 0,5%.
“España se está comportando relativamente bien, sorprendentemente mejor de lo que se esperaba”, explica Cunyat. “Hay que resaltar, y esto es un elemento nuevo respecto a otros años, el tirón del sector exterior. El consumo ha estado estancado, lo que ha tirado han sido las exportaciones. Es el dato muy positivo, y creo que en general está siendo pasado por alto”, añade el economista.
¿Acaba de empezar un cambio de tendencia en los precios?
Los precios han rebotado ligeramente en España: tras la fuerte caída que se produjo en marzo al 3,3% desde un 6% de febrero, ahora en abril repunta ligeramente a un 4,1%. Era previsible. De hecho, según las previsiones del mercado, se esperaba que el IPC aumentara más, hasta el 4,4%. El IPC es una tasa de variación interanual de los precios. Esto quiere decir que se cogen los precios de abril de 2022 y de 2023 y se calcula el porcentaje de variación.
Teniendo en cuenta el fuerte incremento que se produjo en marzo de 2022, por el shock energético tras la invasión rusa de Ucrania, y la leve corrección del mes siguiente, los economistas esperaban este año el efecto inverso: un descenso fuerte en marzo y un leve repunte en abril. Y así ha sucedido. La previsión es que el IPC siga descendiendo, hasta alcanzar tasas bajas en verano, dado que el mayor incremento se produjo en el período estival de 2022.
“Hay que decir una cosa: un aspecto negativo de la inflación en España es que, aunque el IPC estaba cada vez más bajo que el resto de países de la eurozona, la tasa subyacente estaba siendo muy alta y parece que ha empezado a bajar”, apunta Antoni Cunyat. La evolución del IPC subyacente supone una gran preocupación para los responsables de la política monetaria. Muestra la evolución de los precios sin incluir las materias primas energéticas y alimentarias, que son las más volátiles. Es decir, cuando la economía recibe un shock inflacionista por una de estas dos vías, el IPC subyacente muestra cómo la inflación se va filtrando a otros sectores económicos.
En marzo de 2023, el IPC subyacente era de 7,5% en España y de 5,7% en la eurozona. Esto es la prueba de que los aumentos de precios no se han quedado en el crecimiento puntual de la energía y los alimentos, sino que se han extendido a otras partes de la economía. El riesgo está en que esa tasa no deje de crecer, lo que probaría una espiral inflacionista. Los expertos prácticamente han descartado que esto vaya a ocurrir en España, fundamentalmente porque los salarios apenas han crecido. La prueba es el primer retroceso de abril: la subyacente ha caído a un 6,6%.
“A mí me hace pensar que podríamos estar ante un cambio de tendencia en los precios”, opina Cunyat. “No está basado en nada empírico, solo en la observación del día a día. Por ejemplo, cuando el IPC general empezó a bajar en otoño, todos veíamos en el supermercado que los precios no dejaban de subir. Sin embargo, ahora sí estamos viendo bajadas. Pero no hay que lanzar campanas al vuelo. Para tener un dato más objetivo y científico hay que esperar al menos un par de meses más”, apunta.
Este economista, no obstante, no cree que este posible cambio de tendencia haga descarrilar al Banco Central Europeo de su plan de seguir subiendo los tipos de interés: “El BCE no se fija en los datos solo de España, sino de toda la eurozona. Hay países que siguen con una inflación muy alta. El objetivo de inflación del BCE es que la inflación esté por debajo del 2%. No hay ningún país que cumpla ese objetivo. Esto seguro de que los subirán o como mucho los mantendrán como están. Si los bajan de repente, no sé, me hago una media maratón”, añade con sarcasmo, convencido de su postura.
Las previsiones fallaron, de nuevo, aunque siguen siendo importantes
Las previsiones, aunque fallen, son básicas para la economía. Sirven para modelar las expectativas. Es el principio fundamental por el que el Banco Central Europeo sube los tipos de interés: enfriar la economía para modelar las expectativas de los trabajadores para que moderen sus exigencias salariales. Si los sindicatos tuvieran la certeza de que los precios iban a subir de manera indefinida, reclamarían con más contundencia mayores subidas, lo que generaría el temido círculo vicioso de precios-salarios. El BCE sube los tipos de manera acelerada, a riesgo de frenar la economía de manera excesiva, para que nadie dude de que los precios no seguirán creciendo desmesuradamente.
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Pero anunciar una recesión oficialmente crearía otro círculo vicioso, igual de negativo que pensar que los precios se mantendrán desbocados permanentemente. Una recesión, que implica una caída del consumo y de la inversión, puede provocar un descenso de los precios. “Ante la certeza de que los precios van a caer, quien se quiera comprar un coche o una casa posterga la decisión. Piensa: ‘Si los precios están cayendo, mejor compro el año que viene'. Esto hace caer el consumo y, el año siguiente, que piense: ‘Me espero otro año’. Así se llega a la pescadilla que se muerde la cola, hundiendo la economía”, señala Cunyat.
Así lo explicó en infoLibre Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universitat Pompeu Fabra y rector de dicha institución: “La economía depende mucho de las sensaciones. Si un Gobierno piensa que la economía crecerá un 2%, si en lugar de decir un 2%, dice un 1%, esto influirá en el estado de ánimo de las personas. Si el Gobierno dice que nos hundimos, el consumo caerá, las familias no se comprarán el coche... Acabaría provocando que se hunda la economía. Es lo que se llama profecía autocumplida. Esa es la explicación: los Gobiernos tratan de infundir un estado de ánimo en la economía”.
Todo en economía funciona con expectativas. Sin embargo, su complejidad hace que acertar no siempre sea fácil, especialmente en un contexto global con cada vez más incertidumbres, tras una pandemia y con realinamientos en las alianzas globales o los efectos del cambio climático, entre otras razones. “Los economistas no somos astrólogos. Emites una opinión con base a la información de la que dispones en ese momento, pero siempre estamos revisando, según llegan nuevos datos. Era lógico prever una recesión con los datos que había el año pasado”, remacha Cunyat.