Los guionistas españoles tienen problemas similares a los de Hollywood: “Las plataformas nos uberizan”
Remuneración justa y transparente por los visionados en las grandes plataformas audiovisuales, mínimos salariales, más escritores por producción, mayores ingresos residuales, mejores condiciones laborales, menos exclusividad en proyectos individuales. A grandes rasgos, esas son las reivindicaciones que mantienen a los guionistas de Hollywood en huelga quince años después del último gran parón, motivado entonces en buena parte por el reparto de beneficios generados por los DVD, sustituidos como problema ahora por el streaming y que ya motivaron otras protestas en los ochenta con la irrupción del vídeo doméstico.
Cambios de modelo que siempre benefician a los que controlan el negocio. Es por ello que los 11.500 miembros del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA por sus siglas en inglés) dejaron caer sus bolígrafos al suelo y apagaron sus ordenadores este pasado 2 de mayo. Una medida de presión que detiene la producción de series, películas y programas de televisión como los late nights -los primeros afectados al trabajar más al día y emitirse en vivo- porque, en definitiva, el dinero se mueve en la dirección equivocada.
"Los escritores son la materia prima de esta industria, son los que ponen esto en marcha. Sin historias escritas por nosotros, ¿qué hace el resto?", argumenta a infoLibre Olatz Arroyo, guionista y miembro de la junta de ALMA, el mayor sindicato de guionistas de España con cerca del millar de afiliados. "Desde que han llegado las plataformas ha cambiado mucho la forma de trabajar, de escribir y de hacer series. Han cambiado mucho las condiciones y es verdad que estos gigantes tienen mucho poder y de repente hemos visto mermados muchos derechos que teníamos ganados como escritores y guionistas", plantea.
Es por ello que destaca que sus colegas estadounidenses no están haciendo otra cosa que no sea "pelear para equilibrar de nuevo un poco la balanza" después de no haber alcanzado ningún acuerdo negociando con la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), patronal de los grandes estudios y plataformas que aglutina, entre otros muchos, a Universal, Netflix, Disney o Amazon: "Es la base del ecosistema, pero el trabajo del guionista se está uberizando en muchos aspectos y las grandes plataformas están precarizando las condiciones".
Coincide con estos planteamientos el director del Foro de Asociaciones de Guionistas Audiovisuales (FAGA), Rodolf Giner, quien señala a su vez a infoLibre que la irrupción de las plataformas ha "cambiado completamente las relaciones laborales" de los guionistas americanos, ya que está suponiendo "pérdida sobre todo de derechos de exhibición y pérdida de remuneraciones en las fases previas del trabajo". "En los momentos en que el proyecto se está presentando a las productoras hay un trabajo del guionista que en principio sí estaba remunerado en Estados Unidos, pero ahora se está implantando la costumbre de no hacerlo, de manera que ese esfuerzo creativo inicial corra a cuenta de los guionista", explica.
Más tarde en el proceso, cuando la obra ya está terminada y en emisión, está habiendo problemas también a la hora de tener "información clara" sobre el beneficio que está produciendo la obra en plataformas y la "compensación" que hay por ese rendimiento. "Sus condiciones están empeorando", apostilla Giner, quien aclara que aún siendo contextos laborales y legales diferentes, los escritores españoles tienen problemas comunes con los norteamericanos como "la falta de transparencia en cuanto al recorrido comercial de la obra y de la explotación y, por lo tanto, en cuanto a los derechos que esa obra genera".
Una diferencia importante entre España y Estados Unidos es que allí no tienen derechos de autor, mientras que en nuestro país y el resto de Europa sí que están protegidos. Los estadounidenses cuentan, por contra, con otra figura, los residuals, con los que reciben dinero cada vez que se emiten sus series, cada vez que se venden sus series fuera de su país o cada vez que se venden de una plataforma a otra. "Pero claro, ahora tú vendes tu serie a una plataforma y ellos la mueven a escala mundial, por lo que están perdiendo mucho dinero en forma de residuals", indica Arroyo, quien incide en la falta de transparencia en los datos de audiencia: "De repente, tu serie es un éxito que se ve en todo el mundo pero tú no recibes lo que deberías recibir en proporción mientras ellas se están forrando".
No acaban aquí los contratiempos para unos guionistas que, acuciados por los cada vez más cortos tiempos de producción, se ven obligados a trabajar de una manera que no significa necesariamente más trabajo, tal y como destaca Arroyo: "Antes con las cadenas es verdad que las temporadas eran muchísimo más largas, de veinte capítulos, y se necesitaban equipos de guionistas muy grandes porque las temporadas se hacían constantemente. Había un trabajo mucho más continuo para mucha más gente, mientras ahora las plataformas están haciendo temporadas más cortas que escriben muy pocos guionistas. Aunque parezca que hay una burbuja, no es verdad, hay menos trabajo. De repente las series son mucho más cortas y las escribe mucha menos gente".
"Es cierto que se produce mucho pero escribe mucha menos gente", tercia Giner, quien aborda otra cuestión al hablar del "proceso de desequilibrio" producido por tender a sobrecargar de trabajo a guionistas que se supone que ofrecen una "cierta garantía de éxito" con su nombre. Una tendencia que va en detrimento de otros compañeros que eran "más la clase media de la escritura y que se van quedando descolgados", avisa. "Los guionistas de más prestigio siguen teniendo trabajo, porque es verdad que las plataformas están pidiendo trabajo directamente a los escritores, que eso es un cambio muy positivo, pero hay un cuerpo de guionistas que son más de writer's room y de equipo, que de repente ven que no hay trabajo y es un drama para ellos", apostilla Arroyo.
Ante esta situación, apunta Giner que los guionistas españoles tienen los mismos problemas y también otros problemas propios. Y lanza una reflexión: "Se tiene la sensación de que destinar dinero público a la escritura de guiones cinematográficos o de series es tirar el dinero. Obviamente, es una idea generalizada entre los productores y bastante extendida en las administraciones públicas. Pero no tienen esa sensación cuando esa película ya se ha producido y si le han dado 650.000 euros de ayudas públicas, luego se ha estrenado y es un fracaso. Una ayuda de guion en el mejor de los casos son 10.000 euros y eso te permite tener calidad, pero se considera que en esa fase es un desperdicio el apoyo directo al talento, y el dinero está más destinado a la producción. Nosotros estamos en el estadio en el que arranca la obra, con la incertidumbre de si eso que se está creando al final se va a convertir o no en una película o una serie. Esa parte de trabajo especulativo te sitúa en una posición de debilidad junto a la sensación de que todo el mundo puede escribir porque todo el mundo sabe leer y escribir, lo cual es bastante discutible".
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Arroyo, por su parte, pone un ejemplo de esa situación de debilidad cuando un guionista vende una serie a una plataforma y de repente "te están pidiendo en contrato que se rija por las leyes de Estados Unidos y no las de España". "Eso no se puede permitir porque estás perdiendo derechos por el camino", subraya, por lo que aboga por seguir defendiendo los derechos de autor y la figura del creador, no solo la del productor, como "generador de cultura al margen de los intereses mercantiles y empresariales". "En España, si Dios quiere, se empezará a proteger más a los autores, que es por lo que estamos peleando en ALMA, que está negociando ahora las leyes audiovisuales", señala, insistiendo en la importancia de elaborar leyes españolas y europeas que les hagan "fuertes frente a las negociaciones: con plataformas: "Que nos protejan y nos den herramientas para defendernos de las cláusulas abusivas que muchas veces hacen firmar a los guionistas".
Mientras Giner habla de "precariedad, inestabilidad y discontinuidad", recuerda que los americanos han podido ir a la huelga porque por lo general están todos sindicados y son miembros de la WGA, lo cual les da "una fuerza que les permite plantear un paro". "Aquí eso es inviable", afirma el guionista, coincidiendo de nuevo con Arroyo: "Nosotros apoyamos la huelga en Estados Unidos, donde tienen otras condiciones distintas a las nuestras y, de hecho, tenemos un acuerdo tácito de no aceptar trabajo que venga de allí. Aquí estamos negociando con los partidos políticos por las leyes audiovisuales e intentando que se proteja la figura del autor desde la negociación. El escenario de la huelga no lo contemplamos porque esperamos que las negociaciones surtan efecto".
"En España estamos en esa fase expansiva de las plataformas todavía, por lo que tendremos que ver qué pasa después con la producción y la oferta a largo plazo", plantea Giner, quien termina destacando que los guionistas americanos "se han dado cuenta de que las condiciones de trabajo han empeorado, el volumen de trabajo ha empeorado y la carga de trabajo cuando se contrata una obra también ha empeorado". "En general, las condiciones de su trabajo están empeorando", remacha.