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¿Y si el altruismo (y no la competencia) es el impulso del ser humano?

Albino Prada

Dignos de ser humanos

Rutger Bregman

Anagrama (Madrid, 2021)

Rutger Bregman es un joven historiador al que no le cuesta reconocer que aprende de sus propios errores. En este ensayo más de una vez asume que planteamientos defendidos en otros suyos anteriores se ha visto obligado a modificarlos en favor de la coherencia y realismo de los mismos.

No es un mal punto de partida para enfrentar el asunto de Dignos de ser humanos, pues su tesis central es que el altruismo prevalece sobre la ley de la selva. Una tesis que desde Hobbes han venido propagando los publicistas del darwinismo social, del hombre lobo para el hombre, de los vicios privados públicas virtudes y últimamente los del gen egoísta. Toda una tropa de vips del pensamiento occidental (pongamos W. Golding, R. Dawkins, J. Diamond, P. Zimbardo, S. Milgram,…) muy bien considerados por los que mandan. 

Solo por eso es ya muy recomendable el libro de Bergman. Por ir en sentido contrario. Aunque para redondear esta tarea no haría estaría mal que evitase la ausencia en su índice de autores de un pionero en el asunto llamado Kropotkin (El apoyo mutuo, 1902).

Es muy cierto eso de que "somos entrenados para ver egoísmo en todas partes". Sin duda porque, entre otros muchos teóricos sociales: "Los economistas están siendo adoctrinados en una maqueta de la naturaleza humana que dan por buena hasta tal punto que su propio comportamiento ha comenzado a parecerse a ella… La exposición clase tras clase al modelo capitalista del interés propio parece matar cualquier tendencia pro social de entrada". Poco importa que, para empezar, en muchos grupos animales no rija la rivalidad, grupos en los que, según un artículo citado por el autor: "El modelo canónico del egoísmo se viola sistemáticamente".

Y también me parece clarificador el que –contra Hayek y todos los hobbesianos anteriores y posteriores— sostenga que la guerra y el egoísmo se disparan después de los pueblos cazadores-recolectores, pues en estos pueblos (como he reflexionado para los aborígenes australianos) el altruismo, no egoísmo, buena vida, empatía, bondad intrínseca humana, esperanza de vida, no guerra, etc. se comprueba se erosionan con el incremento del tamaño del grupo social y la vida sedentaria que propicia la agricultura y luego el mundo industrial. También el auge, declive y ascenso del pro-común colaborativo tendría este punto de inflexión.

El ensayo de Bregman es muy recomendable porque además sus propuestas ocupan nada menos que de los capítulos 13 al 18. Entre las más afortunadas y pragmáticas destaco aquí a modo de ejemplo algunas que se alejan, como defiende su autor, del tan habitual hoy repertorio de autoayuda personal.

Así potenciar las actividades que no se hacen por dinero (ONG, cuidados, etc.) y un pro-común colaborativo como alternativa al comunismo de Estado del siglo XX. Desmercantilizar, no monetizar, no estropear en muchas actividades (por ejemplo educativas) lo cualitativo por lo cuantitativo (usualmente por medio de incentivos). Favorecer la autogestión de los que hacen el trabajo directo a ser posible en un entorno de pequeña escala y de proximidad (por ejemplo en los cuidados a mayores en su domicilio).Y para la infancia jugar más y competir menos. A escala municipal generalizar presupuestos participativos y a escala nacional un dividendo ciudadano (RBU). A escala global potenciar el contacto entre los diferentes para evitar todo tipo de xenofobias, pues somos más semejantes de lo que nos dicen.

Estamos en el tiempo de las no-cosas

Por último, me gustaría señalar que quizás a este encomiable ensayo, a favor de la empatía y contra la ley de la selva, y a sus propuestas más que razonables, le falte un eslabón analítico sobre quiénes y por qué trabajan para que rememos al revés.

Pue si bien el ensayo polemiza, acertadamente, con los autores de cabecera del ideologema del egoísmo (el hombre es un lobo para el hombre) quizás queden en una zona de sombra los intereses de fondo que catapultan a estos autores. Ya que el que tengamos una imagen incorrecta de nosotros mismos como especie, como sostiene Bregman, no sería más que una lastimosa prueba de la hegemonía social de aquellos que así detentan por una suerte de ley de la gravedad el poder (político, económico y… cultural).

Albino Prada es ensayista e investigador.

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