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La dictadura tunecina se convierte en el nuevo gendarme fronterizo europeo

La delegación de la UE junto con el presidente de Túnez, Kais Saied.

Túnez fue el origen de las primaveras árabes y el único país de aquel estallido popular que parecía encaminarse a la democracia hasta que llegó al poder Kais Said y los avances democráticos retrocedieron y se afianzó un sistema autocrático. La reacción europea ante las dictaduras depende de varias ecuaciones, entre ellas la capacidad de ese régimen de ser útil a Europa. Y Said ha aprendido de otros autócratas, como el egipcio Al Sisi, a ser útil usando la llave de la presión migratoria.

Túnez se ha convertido, en parte por el control que ejercen las milicias libias de las salidas de barcazas hacia la orilla norte del Mediterráneo, en la nueva gran puerta migratoria de África a Europa. La mayoría de quienes salen de la costa tunecina, si no mueren en el mar, llegan a Italia o son rescatados por guardacostas italianos o por ong’s que terminan normalmente por desembarcarlos en Italia.

Así que la Comisión Europea ha sacado el viejo manual para comprar la voluntad del autócrata de turno y este domingo su presidenta Úrsula Von der Leyen viajó a Túnez con la primera ministra italiano Giorgia Meloni y con el primer ministro holandés Mark Rutte. Además de dejar para la historia la primera rueda de prensa al vacío, sin periodistas, que se recuerde de un presidente de la Comisión Europea, Von der Leyen llevó la chequera.

La jefa del Ejecutivo comunitario ofreció a Said más de 1.000 millones de euros (la mayoría préstamos en muy buenas condiciones pero también subvenciones a fondo perdido) para estabilizar una economía tunecina que está al borde de la quiebra. 105 millones de euros llegarán inmediatamente, en las próximas semanas.

El ministro de Exteriores italiano, Antonio Tajani, viajó a Washington para convencer al FMI de que desbloquee un préstamo de 1.900 millones para Túnez. A cambio, el régimen tunecino cerrará la puerta a la emigración y, aunque no se oficialice, no habrá críticas del Ejecutivo comunitario a la deriva autoritaria tunecina. Von der Leyen también habló de modernización de los acuerdos comerciales y de inversiones en digitalización, pero fuentes comunitarias cuentan que son proyectos en curso con financiación ya prevista.

La presencia de Giorgia Meloni, la ultraderechista jefa del Gobierno italiano, se explica porque es a Italia a donde llegan la mayoría de migrantes y solicitantes de asilo que salen de Túnez, pero también porque Meloni va dando pasos hacia el Partido Popular Europeo. Su partido, Hermanos de Italia, es el mayor del grupo europeo de ECR (el mismo al que pertenece VOX) y su jefe de filas, el bávaro Manfred Weber, intenta mover a los suyos a un pacto con la extrema derecha para influir en las políticas y en el reparto de cargos a partir de las europeas de junio de 2024. Así que hay que normalizar a Meloni.

La presencia del holandés Rutte se entiende porque los temas migratorios son debate político continuo en su país y debe mostrar mano firme contra los migrantes ante el empuje de la extrema derecha. Meloni es la gran beneficiada de un viaje que en la Comisión Europea se vio con un cierto tinte de vergüenza pero que a la italiana le sirvió para aparecer de nuevo junto a Von der Leyen y para mostrar en Italia que no sólo tiene discurso anti-inmigratorio sino que también toma medidas que supuestamente frenarán la llegada de migrantes.

Bruselas también teme que Túnez colapse económicamente porque entonces sí se abriría de par en par la puerta a la emigración. El pasado mes de marzo el Alto Representante para la Política Exterior, Josep Borrell, ya dijo que es “imperativo evitar el hundimiento económico y social del país”. El dinero europeo es necesario de urgencia porque el viernes pasado la agencia Fitch degradó de nuevo la nota crediticia del país hasta CCC- (lo que equivale a alto riesgo de quiebra).

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En Túnez Von der Leyen usó otro lenguaje: “Tenemos que invertir en la estabilidad y prosperidad” de Túnez. Lo dijo en un nuevo tipo de conferencia de prensa: sin periodistas. Von der Leyen se plegó a una práctica del régimen tunecino, nuevo guardián de las fronteras europeas. Otro, como el turco Erdogan o el marroquí Mohammed VI, con una palanca para chantajear a los gobiernos europeos.

Parte del dinero que prometió la presidenta de la Comisión Europea irá a reforzar a los guardacostas tunecinos, a repatriar a su país a los tunecinos que entren irregularmente en Europa y a ciudadanos de países del África subsahariana que salieron desde Túnez. Lo que haga después Said con ellos ya importa menos.

Falta por saber si Said cumplirá a exigirá el dinero sin condición alguna: “Rechazamos que nuestro país sea reducido a un simple gendarme que vigila escrupulosamente las fronteras de otros países”, dijo un día antes de reunirse con Von der Leyen, Meloni y Rutte.

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