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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

La nueva legislatura

¿Y ahora qué? Feijóo se queda sin cartas para salvar la investidura a un mes de la votación

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, al inicio de la reunión mantenida este miércoles.

No por previsto resulta menos llamativo. El candidato del PP a la investidura, Alberto Núñez Feijóo, acaba de quedarse sin cartas para superar la votación que se le viene encima. Al no del PNV (cinco diputados) acaba de sumar el rechazo del PSOE (121) y ya únicamente le queda especular con la hipótesis de una abstención de Junts (siete escaños) que, hoy por hoy, parece muy improbable.

En su comparecencia ante la prensa, Feijóo repitió hasta en cinco ocasiones que él ha ganado las elecciones. “Siento tener que recordárselo al secretario general del Partido Socialista”, se justificó.

Y sigue diciendo que eso, aunque no se corresponda con el sistema parlamentario que rige en España y en la mayoría de los países de nuestro entorno, le da derecho a ser presidente. “Por costumbre democrática, porque así ocurre en las democracias occidentales y porque le conviene a España”. 

La lectura que Feijóo hace del resultado electoral es que, como él es el que debe gobernar, nadie tiene mayoría absoluta y hay que impedir que los votos de los independentistas cuenten, el PSOE debe dar el gobierno al PP para que, en el plazo de dos años, borre el “sanchismo” de la faz de la tierra.

La receta de Feijóo

Su receta para una “nación gobernable y un Estado estable” es un acuerdo PP-PSOE que eche a un lado las opciones preferidas por el 32% de los electores. Un acuerdo con capacidad para “acordar prácticamente todo, desde una reforma constitucional hasta cualquier ley orgánica referida a cualquier ámbito de la política nacional y también el posicionamiento de España en la política internacional”, defendió, alegando que el constitucionalismo representa el 94% de los votos en España (para llegar a esa abultada cifra incluyó en este capítulo la ultraderecha de Vox y a Sumar, a cuyos diputados normalmente rechaza por comunistas y populistas).

Un pacto que Feijóo trató de revestir de “responsabilidad histórica” y que contrapuso a un “independentismo envalentonado” que está “pidiendo la liberación de presos condenados por delitos de sangre, la ruptura de la nación, una amnistía general para los condenados por atentar contra la integridad del Estado y un referéndum de independencia”. “Estamos en un momento histórico en nuestro país” en el que hay que decidir si “pueden gobernar aquellos que claramente, sin mentirle a nadie, han dicho que no respetan la Constitución Española, no aceptan la jefatura del Estado y no aceptan la integridad del territorio y de la nación española”. 

Una situación de excepcionalidad en la que, en opinión de Feijóo, el PSOE está renunciado a asumir, junto al PP, su “obligación histórica” de “proteger al Estado” de los independentistas. 

Las exigencias de Junts, Esquerra y Bildu, razonó para justificar su tesis, “no la llevábamos ni el Partido Socialista, ni el Partido Popular, ni otros partidos en nuestro programa electoral”, y lo que no estaba en los programas no puede hacerse porque, según Feijóo, sería “volver a mentirle a los ciudadanos”. Un argumento que el PP ya utilizó durante la pasada legislatura para negar la legitimidad del Gobierno de coalición. 

Sin Vox

La oferta de un acuerdo PP-PSOE que excluyese a Vox —habló de 256 escaños— y le llevase a la Moncloa solamente tenía “un objetivo”, resumió: “Evitar que la igualdad entre los españoles sea rota por las cesiones que los independentistas que el Partido Socialista parece dispuesto a conceder”. Nada se sabe todavía de lo que opina la formación de extrema derecha sobre esta propuesta. Su líder, Santiago Abascal, guardará silencio hasta después de entrevistarse con el propio Feijóo, previsiblemente en los próximos días.

Para conseguir el apoyo del PSOE, Feijóo no le ofreció compartir el Gobierno, sino una legislatura corta —dos años— presidida por él mismo y acuerdos bipartidistas en seis ámbitos: lo que el PP llama “regeneración democrática”, el Estado del bienestar, el “saneamiento económico”, las familias, el agua y la reforma del Senado para transformarlo en una verdadera cámara de representación territorial.

Son materias, casi todas, en las que PP y PSOE han defendido en los últimos años posiciones diametralmente opuestas y en las que no hay indicio alguno de que ninguno de los dos tenga la menor intención de cambiar. Desde el modelo de elección del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), cuya renovación el PP lleva bloqueando cinco años, al sistema de designación de los miembros del Tribunal Constitucional, que la derecha discute únicamente desde que no son mayoritariamente conservadores. 

Se trata de asuntos que van del modelo sanitario a la educación pública, pasando por la igualdad, las pensiones, el desempleo, el uso de los fondos europeos o los trasvases en los que la distancia entre los dos partidos mayoritarios es prácticamente insalvable y que Feijóo no se mostró en ningún momento a negociar. La única garantía que le ofreció fue convocar elecciones en dos años: “He planteado una legislatura sometida a un plazo, sin trampa ni cartón. Volvamos a votar dentro de dos años si los pactos de Estado no funcionan. No debemos tenerle miedo a las elecciones”.

Contra Sánchez

En vez de esos pactos, trató de argumentar el candidato del PP, Sánchez prefiere “buscar encaje a las exigencias particulares de los partidos minoritarios que no respetan la Constitución, que plantean referéndums ilegales. Quiere seguir al frente del Gobierno a pesar de haber perdido las elecciones” y “negociar amnistías, referéndums, grupos parlamentarios que no cumplen los reglamentos de las Cámaras y desigualdades financieras entre territorios”. 

Esta propuesta, que parece tener muy difícil encaje para Vox, contrario a cualquier pacto con el PSOE, será la que Feijóo defienda el 26 de septiembre cuando suba a la tribuna del Congreso a intentar conseguir la investidura. “Un gran acuerdo nacional para parar la deriva que perjudica a España y que perjudica a los ciudadanos de nuestro país”. 

“De momento”, admitió, “me he encontrado con el ‘no es no’. Digo de momento, porque desde luego yo no voy a cejar en el empeño de seguir ofreciendo acuerdos y pactos”.

Lo que Feijóo no explicó, y eso que se lo preguntaron en la rueda de prensa, es si propondrá los mismos pactos de Estado para el caso de que Sánchez sea quien consiga la investidura con el objetivo de que la acción de gobierno no dependa de los independentistas. O si ya no los considera imprescindibles si el que gobierna no es él.

La misma oferta

Aclaró, no obstante, que lo que va a presentar a otros grupos parlamentarios, en particular al PNV y a Junts, es el mismo documento que trasladó este miércoles a Sánchez ofreciéndoles un pacto bipartidista. “¿Qué ofrecemos al resto de partidos políticos? Esto”, explicó señalando el documento. “Si le ofrezco a la segunda fuerza política esto, no le voy a ofrecer a la tercera, o a otros, cuestiones distintas”. 

Feijóo, a pesar de llevar prácticamente un año combatiendo el “sanchismo” y haber protagonizado una durísima oposición al Gobierno, al que ha boicoteado allí donde ha podido, se esforzó en justificar su oferta de pacto bipartidista alegando la necesidad de “sosegar España” y de “disminuir la tensión y la polarización de vida política”. “Estamos ante un momento histórico”, alegó por tercera vez. 

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¿Qué pasará a partir de ahora? En el PP son muy conscientes de que tienen por delante cuatro semanas durante las cuales será muy difícil mantener viva la expectativa de la investidura. Así que se lo van a tomar con calma. 

Lo que sí ha rectificado el PP es su decisión inicial de que Feijóo no acudiese al resto de reuniones, con la que pretendía evitar la foto con los representantes de Junts. El propio candidato aclaró que sí estará presente cuando el interlocutor sea otro líder político, como Santiago Abascal (Vox) o Yolanda Díaz (Sumar), y enviará a un representante, probablemente su portavoz parlamentaria en funciones, Cuca Gamarra, en el resto de supuestos (Junts, PNV y BNG).

Nada sugiere, en cualquier caso, que la propuesta de alianza bipartidista presentada al PSOE vaya a seducir a ninguno de ellos, lo que pone en evidencia una vez más el plazo excesivo que la presidenta del Congreso, la socialista Francina Armengol, aceptó dar a Feijóo para buscar apoyos. Algo de lo que Génova no se siente responsable y que atribuye exclusivamente a quien tomó la decisión para evitar que una eventual repetición electoral coincidiese con las fiestas navideñas.

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