Medio ambiente

La flota rusa de petroleros en la sombra dispara el riesgo de un nuevo ‘Prestige’

Momento del hundimiento del 'Prestige', tras partirse en dos, el 19 de noviembre de 2002.

El riesgo de una catástrofe medioambiental que de nuevo afecte a las costas españolas, en particular a Galicia, se ha sumado de manera casi imperceptible a la larga lista de consecuencias económicas, políticas y sociales de la invasión de Ucrania. Cada vez más petroleros ‘fantasma’, buques sin seguro, sin transpondedor y con décadas de antigüedad, navegan frente a Fisterra llevando crudo desde los puertos rusos a las refinerías de países como India.

Según un informe hecho público este jueves por el Centro de Investigación sobre Energía y Aire Limpio (CREA, por sus siglas en inglés), una organización de investigación independiente con base en Finlandia que se ha convertido en una referencia en el seguimiento del tráfico de combustibles fósiles con origen ruso, solo en el mes de mayo cruzaron frente a las costas europeas 213 buques fantasma con una edad media de 17 años, el 75% del total con origen en Rusia. Uno de cada cuatro tenía más de 20 años de antigüedad, la cifra límite a partir de la cual las navieras regulares jubilan estos barcos para no verse obligadas a afrontar elevadas cuotas para asegurar los riesgos de un accidente medioambiental.

Uno de ellos, según los datos recopilados por CREA, superaba incluso los 37 años: trece más que los que tenía el Prestige cuando se partió en dos y se hundió frente a las costas gallegas el 19 de noviembre de 2002. La carga, 63.000 toneladas de fuel pesado, se extendió por el océano, alcanzó a más de mil playas españolas, portuguesas y francesas, afectó gravemente a la fauna marina y a cientos de miles de aves, y causó daños millonarios en la economía gallega.

Riesgo de catástrofe

El riesgo de catástrofe medioambiental que representa el tráfico descontrolado de petroleros en malas condiciones es evidente. Los petroleros fantasma más antiguos que transportan petróleo y productos petrolíferos rusos a través de las Zonas Económicas Exclusivas, aguas territoriales y varios estrechos marítimos de los Estados miembros de la UE “plantean preocupaciones ambientales y financieras debido a su cuestionable cobertura” de riesgos. CREA sostiene que la mayoría de ellos, si no todos, carecen de un seguro de protección e indemnización suficiente para cubrir los gatos en caso de un derrame de petróleo o una catástrofe. Si se produce un accidente, serán los países de la UE quienes se verán obligados a soportar la carga financiera de la limpieza, sin mencionar las repercusiones de los daños económicos y medioambientales.

Rusia recurre a esta flota de petroleros en la sombra para abaratar precios y compensar el coste que supone tener que vender su crudo a países muy alejados, como la India. Son petroleros que, según los analistas del sector, operan bajo bandera de este país, pero también de China y Emiratos, y que han sido adquiridos en el mercado de segunda mano después de ser desechados por las navieras que no quieren correr el riesgo de un accidente. Muchos ni siquiera llevan el sistema que emite información en tiempo real sobre su posición para evitar ser detectados.

Antes de que Rusia invadiera Ucrania, la mayoría de ellos se utilizaban para desafiar las sanciones de Estados Unidos al crudo venezolano o iraní, pero ahora navegan frente a las costas europeas, incluido el estratégico corredor marítimo de Fisterra que discurre frente a Galicia y por el que pasan cada año decenas de miles de barcos en su ruta de ida vuelta desde y hacia los grandes puertos europeos del norte.

Sin supervisión

Esta flota imposible de rastrear opera sin someterse a la regulación y la supervisión nacional que se requieren a los barcos comerciales legítimos. Bloomberg citaba en una información reciente el caso de Turba, un petrolero de 27 años de edad que no ha tenido una inspección completa desde 2017 y que fue avistado recogiendo petróleo pesado, muy similar al que transportaba el Prestige, en el puerto de San Petersburgo.

Muchas empresas piensan en desguazar los barcos alrededor de los 15 años, según fuentes del sector. Los cascos de los más antiguos, a partir de los 20 años, sufren mucho en el mar y la corrosión natural del agua salada agrava el problema. Las navieras que operan de acuerdo a las normas se someten, según las mismas fuentes, a un sistema de inspecciones detalladas que se llevan a cabo al menos cada cinco años cuando un barco es joven y con mayor frecuencia a medida que envejece. Son exhaustivas y muy costosas: pueden suponer un gasto de hasta cuatro millones de dólares.

El problema se agrava cuando estos barcos ilegales traspasan su carga en el mar a otros que sí lo son para blanquear el crudo ruso mezclándolo con el que ha sido adquirido en países no sometidos a embargo. Son operaciones “muy arriesgadas” en las que la posibilidad de que se produzcan vertidos es extrema.

Necesidad de control

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Algunas voces reclaman una actuación inmediata de la Organización Marítima Internacional (OMI) para abordar los peligros de estas prácticas ilícitas y pedir a China y a India que dejen de impulsar estas transferencias de crudo en el mar, así como de utilizar petroleros obsoletos. E incluso reclaman que la ONU faculte a los guardacostas y a las armadas occidentales para hacer cumplir las normas internacionales.

Solo en el mes de mayo, según los datos recopilados por CREA, los buques que transportaban petróleo o productos petrolíferos rusos realizaron transferencias de carga de barco a barco valoradas en 700 millones de euros en aguas de la UE. La mayoría (63%, valorada en 444 millones de euros) de estas transferencias fueron facilitadas por petroleros cubiertos por seguros de la Unión Europea a pesar de que “socavan gravemente las sanciones al permitir que Rusia evada sanciones y topes de precios al dividir la carga entre múltiples compradores y mezclar petróleo ruso a menor precio con petróleo no ruso”. Los petroleros fantasma, con una edad promedio de 17 años, realizaron transferencias de barco a barco por un total de 256 millones de euros en aguas de la UE.

Algunos países han empezado a discutir el modo de hacer frente a la flota de petroleros en la sombra con la que opera Rusia. Uno de ellos es Dinamarca, que esta misma semana confirmó su preocupación por los buques de estas características que pasan frente a sus costas procedentes del Mar Báltico. La respuesta rusa, según una información publicada por Reuters, fue inmediata: el embajador en Copenhague hizo saber que cualquier movimiento de este tipo sería “inaceptable”.

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