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Turismo

Todo incluido (también una tasa): expertos avalan los impuestos pero ven más vías contra la turistificación

Cientos de personas participan en la manifestación por el derecho a la vivienda 'Málaga para vivir, no para sobrevivir', convocada por el Sindicato de Inquilinas e Inquilinos.

El turismo, que acusó el zarandeo global del covid más que otros sectores, se ha recuperado con vigor para seguir demostrando con números que es un motor incuestionable de la economía española. Representa alrededor del 13% del Producto Interior Bruto (PIB) y sigue encadenando récords. En 2023, el país recibió más de 84 millones de turistas internacionales. Pero, en paralelo, se suceden polvaredas levantadas a golpe de propuestas como la lanzada por el alcalde de Sevilla, el popular José Luis Sanz, de cobrar por visitar la Plaza de España de la ciudad; o de manifestaciones multitudinarias contra la masificación como las promovidas en Canarias, Baleares o Málaga, en Andalucía. Incluso desde Exceltur, la alianza turística compuesta por más de 30 empresas y cinco patronales del área, reconocen ya que "el turismo de masas y excesos" es un problema que "conlleva un malestar para los ciudadanos".

En ese dibujo de situación, hay territorios que han movido ficha y otros que no. Ocurre algo similar a lo que está pasando en el ámbito de la vivienda. En comunidades como Cataluña o Baleares se ha optado por la aplicación de tasas turísticas y en Euskadi, el consejero de Turismo, Comercio y Consumo, Javier Hurtado, ha planteado que es "el momento" de abordar el establecimiento de un impuesto a las estancias turísticas "en colaboración" de todas las instituciones y del sector, porque "el que viene a disfrutar de Euskadi tiene que contribuir a mantener Euskadi", según recogió Ep.

Algunos municipios también han tomado la iniciativa. Lo han hecho ciudades como Barcelona, donde el ayuntamiento ha aprobado recientemente subir de los 3,25 euros hasta los 4 la tasa turística para todas las modalidades de alojamiento; Tarragona, Ibiza, Girona, Menorca o Palma. Y Santiago de Compostela quiere sumarse, con un gravamen que oscilaría entre 1 y 2,5 euros por noche, con la que el Gobierno local prevé recaudar tres millones al año. En un documento armado gracias a un convenio con la Universidad de Santiago (USC) consta que la ciudad soporta una presión turística de 9,4 visitantes por habitante, lo que la sitúa en una situación de “sobreturistificación”. Pero Galicia carece de esta normativa y los expertos en derecho que han elaborado el informe consideran que fórmulas como la aplicada en Venecia, cobrar 5 euros a los turistas por visitarla dentro de un horario, con independencia de si pernoctan allí o no; no tendrían cabida en el ordenamiento jurídico español. Para el catedrático de Derecho Financiero y Tributario de la USC César García, la figura tributaria correspondiente sería la de “impuesto propio de la comunidad, cedido a los ayuntamientos”, dado que las administraciones locales no pueden crear tributos. Así podrían adherirse los consistorios que lo consideraran y solicitasen ser declarados como municipios de alto impacto turístico o alto impacto turístico estacional. Falta por conocer la postura de la Xunta, la Administración que debería dar luz verde a la propuesta.

¿Ese sería un camino a replicar en otras partes de España o convendría crear un impuesto estatal, por ejemplo? El catedrático de Economía de la Empresa en la Universitat de les Illes Balears, Aleix Calveras, no apuesta por un gravamen estatal “porque todos los territorios no tienen las mismas necesidades”. “Debería ser a nivel de comunidad, con implicaciones municipales”, comparte. Defiende que no se debe medir la masificación “sólo por el número de turistas”, ya que esto no permite comparaciones “entre destinos con diferentes geografías ni muestra la evolución temporal dentro del mismo” punto. A su juicio, sería mejor recurrir a conceptos como la densidad o la intensidad turística, sin olvidar que, aunque puede analizarse con datos, también es un fenómeno psicológico.

Perjuicios a varios niveles y detractores "miopes"

Calveras cree que la saturación turística puede ser nociva a distintos niveles:Para los residentes, quienes soportan problemas como los atascos en las carreteras, de acceso a la vivienda, etc. De ahí las recientes manifestaciones; y para la experiencia turística en sí. De hecho, la masificación puede dañar a la misma industria, ya que empeora la experiencia de los visitantes, especialmente para los turistas con mayor capacidad de gasto, quienes podrían decidir evitar destinos saturados”, condensa. Se muestra a favor de las tasas, sobre todo teniendo en cuenta que, en materia tributaria, “el IVA de hoteles, restauración, y transporte aéreo doméstico es solamente del 10%, frente al general del 21%, y el combustible de los aviones no está sujeto a impuestos”.

Con todo, avisa de que para que tuvieran impacto en la demanda y sirvieran para descongestionar “tendría que ser una tasa significativa, no pequeña”. Y hay margen, dado que ninguna de las cargas aprobadas en el mapa nacional alcanza “la tarifa máxima de 14,95 euros por persona y noche en estancia en un palacio impuesta en París o a las cifras de Ámsterdam”. “Sorprendentemente, algunas de las críticas a los impuestos turísticos vienen de su posible efecto elitista al dificultar el acceso al destino a determinados segmentos de turistas", asevera, para completar: "Sin embargo, los problemas de desigualdad deben de atacarse mediante políticas de redistribución de rentas, no manteniendo los precios turísticos bajos generando congestión y sus problemas", dice, consciente de que no todas las reacciones a este tema son suaves como un ala.

Sondeado en concreto sobre por qué piensa que la patronal suele posicionarse en contra de esas medidas, anota que “es porque no quieren que se les ponga un impuesto, pero no porque no funcionen. Se oponen probablemente de una forma miope, en contra de sus propios intereses a largo plazo”. De lo que sí advierte el profesor es de que los gravámenes podrían provocar que surja “una oferta ilegal”, como en la esfera de la vivienda. Para impedirlo, “habría que implementar sistemas de inspección turística efectivos” o contemplar cargas impositivas “de difícil evasión” en zonas como los puertos o los aeropuertos.

"Es momento de poner límites"

Por su parte, Alberto Ibáñez, portavoz de Turismo de Sumar se coloca igualmente del lado de que "exista un impuesto turístico de diseño o normativización autonómica, pero de aplicación municipal, que se destine a la desaturación de servicios públicos, así como a la protección medioambiental y la descarbonización del sector”. “Pero es importante también -enlaza-, y más ahora que está habiendo manifestaciones masivas en Andalucía, Baleares, Canarias o en breve en Alicante -la plataforma ciudadana de reciente creación 'Alicante, ¿dónde vas?' ha convocado una protesta el próximo 13 de julio-; dejar claro que la masificación turística no se resuelve sólo poniendo tasas turísticas, tiene que haber otras medidas que desincentiven ese turismo que está colapsando las ciudades”.

Para Ibáñez “es demagógico decir que una tasa turística es clasista, porque nadie deja de viajar por pagar 2 euros la noche, pero sí que pensamos que el debate tiene que ser más amplio. No es una cuestión de impuestos y nada más, tiene que haber otras medidas regulatorias”. Es más, Sumar ha planteado que se restrinja “la llegada de cruceros a las ciudades que están colapsadísimas”. “Es competencia autonómica, pero pensamos que ha llegado el momento de poner límites”, confirma.

Insiste en que “el diseño del impuesto tiene que ser autonómico”, para añadir: “Y ha de ser progresivo, porque no puede pagar lo mismo la persona que va a un camping que la que se queda en un hotel de cinco estrellas; y estar dirigido en fondos finalistas para la protección del medio ambiente o el fortalecimiento de los servicios públicos que se ven mermados por la saturación turística”. En relación a esto último, apostilla: “No es lo mismo una ciudad ultra saturada, que un pueblo del interior, donde no cierre la panadería gracias a que van turistas. La dimensión municipalista de este impuesto es fundamental y las medidas fiscales han de ir acompañadas de medidas restrictivas en zonas del país que ya tienen una saturación insoportable y las hacen inhabitables”, cierra.

Desde Exceltur suelen señalar que crear nuevas tasas turísticas sería un “error” porque no reducen la afluencia de turistas. Si bien, en el Manifiesto Por un turismo con propósito, responsable, inclusivo y regenerativo que han difundido recientemente se apunta a la idea de consensuar “con gobiernos autonómicos y locales donde inevitablemente se apliquen tasas turísticas”, el que “los ingresos de éstas reviertan exclusivamente”, o en “la mejora de la calidad de vida del residente”, o en acciones que optimicen “la experiencia final de aquellos turistas de mayor valor añadido para cada uno de los destinos”.

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