Anarco payaso

Verónica Barcina

Leo en el DRAE “Anarquismo: Doctrina que propugna la supresión del Estado y del poder gubernativo en defensa de la libertad absoluta del individuo” y también leo “Anarquía: 1 f. Ausencia de poder público. 2. f. Desconcierto, incoherencia, barullo”. El diccionario propone como sinónimos de la segunda acepción “desorden, caos, confusión, desgobierno”.

En clase de Filosofía aprendí que Homero, Herodoto, Esquilo, Jenofonte, Sócrates o Platón usaron la palabra anarquía en el sentido de ausencia de poder o mando y, en última instancia, desgobierno, caos. En clase de Literatura estudié que el término llegó a Europa en el siglo XIV, a partir de traducciones al latín de Aristóteles traducidas a su vez al francés, junto a otros términos como democracia, oligarquía, tiranía, monarquía, aristocracia, etc. Y en clase de Historia supe que Proudhon (1809–1865), pionero del anarquismo social, en ¿Qué es la propiedad?, consideraba que “la propiedad es un robo” y proponía la anarquía como “una forma de gobierno sin amo ni soberano”. Luego vendrían Bakunin y Durruti.

Durante la República, el anarquismo fue refugio de obreros explotados por un capitalismo feroz y sangriento que no dudó en combatirlo a punta de pistola. La guerra civil mostró que el anarquismo era tan fuerte en sus bases como descabelladas su práctica y su jerarquía. En los reinados de Campechano I y Preparado VI, se ha comprobado que el anarquismo cuenta con una presencia en la vida política y social española muy escueta, casi irrelevante, reducida a cenáculos sindicales residuales disgregados, para colmo, en CNT y CGT, restos del naufragio antisistema en aguas utópicas que se autoexcluyen de la realidad.

Todo lo estudiado se viene abajo al escuchar a Milei, experto en prostituir el lenguaje y las ideas, todo un proxeneta ideológico, declararse anarco capitalista libertario

Me pregunto de qué sirve estudiar y la respuesta llega en forma de preguntas: ¿Qué hizo mi generación con los estudios recibidos? ¿Qué, dónde y cuándo estudia la juventud hoy? El escalofrío del miedo recorre mi espalda y me invaden el desasosiego y la angustia.

Todo lo estudiado se viene abajo al escuchar a Milei, experto en prostituir el lenguaje y las ideas, todo un proxeneta ideológico, declararse anarco capitalista libertario. Aprovechando la estulticia humana, falsea la idea y la doctrina anarquista consciente de que el imperante analfabetismo es caldo de cultivo para que el populismo antisistema de tintes fascistas y nazis acometa la destrucción del Estado y de la sociedad. Hitler, Franco, Mussolini y Videla lo hicieron antes. El sueño de la razón sigue produciendo monstruos.

Parafraseando a Proudhon, con formas de niñato enterado y disruptivo de la ESO, se atreve a afirmar que los impuestos son un robo. Impuestos inútiles para las extremas derechas excepto si son destinados a la maquinaria de matar del Estado, de la OTAN o del sionismo. Es una idea rotunda y vil que explica su advertencia sobre el monstruo llamado justicia social y su afirmación, en línea con los 7.921 muertos de Ayuso, de que llegado el momento en que la gente se vaya a morir de hambre, ya hará algo para no morirse.

El capitalismo ortodoxo reconoce que la función de la dirección y la gestión en la empresa la realizan profesionales cualificados. Accionistas y dueños de los medios de producción deciden en función de informes previos de profesionales especializados y del interés para maximizar beneficios. Milei dice que la responsabilidad social del empresario es ganar dinero, asumiendo la tesis de Adam Smith: “el capitalista no cobra en función de la energía física y mental que aporta al proceso productivo, sino del capital que invierte en el mismo”. La desgracia argentina ha conseguido, en el primer trimestre del año, que la pobreza pase del 44,7% al 55,5% y la indigencia del 9,6% al 17,5%. Además de subir impuestos al pobre.

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Verónica Barcina es socia de infoLibre.

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