El auge de la extrema derecha y la crisis de los imperios

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Eduardo Vázquez Martul

Ante el avance de la extrema derecha surgen opiniones que intentan explicar el origen de este movimiento que ya es global y por consiguiente motivo de gran preocupación. El debate entre Trump y Biden ejemplariza una de las claves que podrían explicar alguna de las causas que como un gran iceberg están ocultas.

Cualquier observador puede contemplar que el Imperio, EEUU es un imperio, anda sin cabeza. Le pasa como el pollo que sigue aleteando aun después de que su cuerpo se separe de su pequeña cabeza. Así está pasando, y no sólo en el imperio americano que domina occidente, sino también en la Europa que, desde Grecia y después Roma, ha sido el origen de lo que hoy conocemos como "la cultura de occidente”.

Frente a este occidente, otro bloque, el comunismo y la antigua URSS, que se derrumbó después de probar las mieles del capitalismo que como una droga lo encadenó a una perpetua contradicción. Contradicción por la que zozobran los ortodoxos de Marx y sin duda alguna una razón del desamparo y debilidad de las izquierdas que desde entonces siguen buscando la senda mas correcta. Quizás su problema sea la ausencia de liderazgos en los que poder reflejarse. Putin, solo es el líder de la inmensa Rusia, que desea reconquistar lo perdido, pero difícil tarea para convencer que su capitalismo es mejor que el de enfrente. Otro pollo sin cabeza aleteando sus alas y creando inestabilidad debido la gran paradoja que enfrenta a dos capitalismos con consecuencias imprevisibles. China, el otro imperio, sigue la senda del capitalismo y se infiltra en los mercados de sus competidores, sin ruidos, sus líderes menos conocidos, siguen la filosofía de Confucio en la que Occidente es ignorante. Actúan inteligentemente de mediadores. Pero Europa por desgracia, tampoco puede presumir de líderes, y a imitación de los más poderosos también anda aleteando sin cabeza. Ya no existe un De Gaulle, que como visionario buscó la independencia de una Europa no sometida a EEUU, y de cuyo discurso se ha apropiado la extrema derecha. Gran incongruencia. Aquellos, contra lo que él luchó y las democracias vencieron tras el último desastre mundial, utilizan la libertad de las democracias que en su día quisieron destruir.

La historia se repite, falsos líderes que prometen al pobre y a una clase media desclasada la solución de sus problemas, que es votar como los ricos convenciendo de que el diferente o el extranjero coma en nuestro plato

Es lógico que al ciudadano de a pie le inunde la confusión para escoger dónde está la razón que ilumine tanta oscuridad en estos momentos en los que el imperio zozobra. Las izquierdas siguen peleándose como líderes de asambleas de estudiantes. No tienen el poder para hacer realidad sus proclamas y la gente sabe que es imposible sin grandes cambios. Las derechas, protectoras del capitalismo, poseedor de cielos y tierras, también zozobra entre financiar a su ala moderada o, bajo cuerda, alimentar a su otro hijo, la ultraderecha, que para mayor grado de confusión se acopia de discursos que predican una falsa democracia. Falsa, porque utilizan el miedo y la ignorancia de los desprotegidos y resentidos, que con un pensamiento de desclasados sueñan que se harán ricos. No podemos olvidar que así fue cómo surgió el fascismo.

Estamos sin duda ante un cambio de ciclo que ha caracterizado las caídas de los imperios en la historia. Siempre han surgido falsos líderes que se aprovechan del vacío que se produce cuando la res publica es solamente utilizada para conseguir el poder, causa del divorcio del ciudadano con sus políticos. Sin duda otra de las razones que alimenta a los movimientos de extrema derecha. La historia se repite, falsos líderes que prometen al pobre y a una clase media desclasada la solución de sus problemas, que es votar como los ricos convenciendo de que el diferente o el extranjero coma en nuestro plato.

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Eduardo Vázquez Martul es socio de infoLibre.

Ante el avance de la extrema derecha surgen opiniones que intentan explicar el origen de este movimiento que ya es global y por consiguiente motivo de gran preocupación. El debate entre Trump y Biden ejemplariza una de las claves que podrían explicar alguna de las causas que como un gran iceberg están ocultas.

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