En la cumbre de la OTAN que se celebró en Washington en el 75º aniversario de su fundación, un editorial en El PAÍS (13/07/2024), “Una OTAN por si gana Trump”, nos explica la declaración final de la cumbre con estas palabras: “es irreversible el camino de Ucrania hacia la plena adhesión a la Alianza”. El editorial termina informándonos de que la OTAN, “sin duda, ha intentado blindar –a prueba de Trump– la solidaridad con Ucrania”. Precisamente, el mismo día 13 de julio, la candidata independiente de LaRouche al Senado de Estados Unidos por el estado de Nueva York, Diane Sare, emitió una declaración en la que contradice la opinión de El PAÍS al afirmar que “Los participantes en la cumbre de la OTAN (…) adoptaron medidas que intensificarán la guerra, poniendo al mundo en grave peligro”.
Lo que sorprende de esta candidata al Senado es que publicó un artículo en el periódico The New Federalist, el 1 de julio en la pág. 2, advirtiendo de “una posible amenaza contra la vida del expresidente Trump”. Escribe que “el rechazo de Trump a la agenda imperial británica” y “su opinión pública de que fueron la OTAN y Occidente los que provocaron las acciones de Rusia en Ucrania, afirmando con veracidad que Ucrania ‘no está ganando esta guerra’ y que ‘él podría terminar la guerra en un día’, ha provocado histeria entre las élites globales que dependen de estas políticas de guerra y despoblación para mantener unido su sistema (…) Lo más importante es que ha dicho que no ve ninguna razón por la que no pueda sentarse con el presidente Vladímir Putin de Rusia y el presidente Xi Jinping de China (…) para resolver los problemas y ‘llegar a acuerdos’. Que pueda hacer eso aterroriza a sectores de la élite global”.
En efecto, la OTAN se está preparando con sus políticas de guerra para un mundo globalizado que quiere controlar, manteniendo la hegemonía de un mundo unipolar que ya no existe. La OTAN no se ha reunido en Washington, como expliqué en mi último artículo en este medio, para aplicar el Capítulo VI de la Carta de la ONU, artículo 33.1, con la intención de buscar una solución al conflicto mediante negociaciones y mediaciones, sino que se reunió para aprobar una ayuda militar firme de la OTAN a Ucrania para los años venideros. Y todo esto, según el editorial de El PAÍS, “en el capítulo de las certezas para el futuro más incierto: la hipotética victoria de Donald Trump en noviembre”. Todo lo que huela a negociaciones, acuerdos y terminar con la guerra se recibe en la OTAN como desacato a sus imposiciones, ya que ellos solo siguen el camino irreversible de la guerra.
En el Foro Público de la OTAN en Washington, el presidente de España, Pedro Sánchez, subrayó que la entrada de Ucrania en la OTAN “es irreversible y es algo que va a suceder”. Pide, pues, apoyar y reforzar a la OTAN porque “todos los estados miembros de la OTAN lo estamos haciendo”, en “un mundo gobernado por unos principios y unos valores claros” que son “la democracia y el derecho a existir”. También ha recordado que “el apoyo firme de España se mantendrá mientras sea necesario”. Parece que el presidente Sánchez no ha comprendido la implicación de una guerra permanente en el camino escogido por la OTAN. Lo que pide el Sr. Sánchez se parece más bien a una cruzada de todos los países de la OTAN contra Rusia, como si estuviéramos en los siglos XI, XII, XIII y XIV en una expedición militar organizada por la cristiandad para luchar contra los infieles. Este camino irreversible significa inalterable, inmutable, firme etc. Pero también significa un fatalismo que nos condena al doom, es decir, al fracaso y a la muerte. Este camino contradice las negociaciones y mediaciones que busca el Capítulo VI de la Carta de la ONU y también contradice los valores de la “democracia”. Al hablar de esta palabra, del griego demokratia, no podemos olvidar el diálogo socrático que consiste en buscar respuestas mediante la reflexión y el razonamiento, siguiendo el método dialéctico de Sócrates. Como sabemos, la dialéctica de la historia de la OTAN enseña que la ambición de poder acaba en guerra.
Actualmente, unos pocos miembros de la OTAN, como el presidente de Hungría, Viktor Orbán y el presidente de Eslovaquia, Robert Fico, han decidido escoger el camino de la paz y el diálogo y no el de la guerra y la muerte. Y la OTAN, como en la cruzada de la cristiandad, los ha condenado por infieles, más bien por decir la verdad, pues Orbán ha recordado que la OTAN ha olvidado su misión original de paz al escoger el camino de la guerra. Y Fico ha declarado que no quiere aventuras militares peligrosas para su país. Orbán pidió que Ursula von der Leyen fuera reemplazada como presidenta de la Comisión Europea por belicista. Ahora la Eurocámara ha reelegido a esta belicista empedernida para otros cinco años y la prensa corporativa considera que su elección traerá “estabilidad”. El Parlamento Europeo ha condenado los esfuerzos de paz que Orbán busca al reunirse con mandatarios de todo el mundo para intentar poner fin a la guerra de forma negociada. Para Von der Leyen los viajes de Orbán se han realizado “en contra de la posición de la Unión, sin coordinarse con el resto de los líderes”. Y como representante de la política exterior de la OTAN, la primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, sustituirá a Josep Borrell, es decir, sale un belicista y entra una belicista, conocida por su rusofobia. Vamos por buen camino, pues así tenemos dos mujeres, Von der Leyen y Kallas, como apologistas de la guerra.
Ya conocemos ese refrán de “Quien siembra vientos recoge tempestades”. Eso es lo que la OTAN está sembrando en el camino irreversible hacia la guerra
Quiero aclarar que no estoy apoyando la candidatura de Trump para las elecciones del 5 de noviembre. Sé lo que él piensa sobre los palestinos y lo que dijo sobre los manifestantes que exigían poner fin a la guerra de Gaza en los campus de las universidades estadounidenses. Y también sé la amistad que Trump tiene con el sionista genocida y criminal de guerra Netanyahu en las masacres que estamos viendo en Gaza a diario, con la ayuda de EEUU. Pero Trump ha dicho la verdad sobre la guerra de Ucrania y ha tomado la decisión correcta de hablar con Putin y Jinping. Su iniciativa para poner fin a esa guerra yo sí la apoyo. Sin embargo, cuando Trump aceptó la nominación para candidato republicano a las elecciones de noviembre, afirmó lo siguiente: “Acabaré con todas y cada una de las crisis internacionales que la actual administración ha creado, incluida la horrible guerra de Rusia y Ucrania y el coste bélico del ataque a Israel”. Aquí hay que explicar que no es una guerra entre Rusia y Ucrania, sino una guerra proxy, o guerra sustituta, entre la OTAN y Ucrania, dirigida por Estados Unidos. Y es Palestina la que está siendo atacada y desposeída de sus tierras. La solución final que Israel propone para Palestina la anunció el 14 de mayo su ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, al declarar: “Hay que hacer dos cosas: una, regresar a Gaza ahora, regresar a casa, regresar a nuestra tierra santa. Y dos, fomentar la emigración, fomentar la salida voluntaria de los residentes de Gaza. Es moral, es racional, es correcta, es verdad. Esta es la Torá y esta es la única manera; sí, también es humanidad”. Esta es la verdad sionista-nazi de Israel, no la de todos los judíos.
No olvidemos los Acuerdos de Abraham de la administración Trump cuando era presidente. Ayudó a Israel, dejando de lado la causa palestina. Ayudó a Israel a normalizar las relaciones con Sudán, los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin. Y trasladó de Tel Aviv a Jerusalén la embajada de EEUU. Corina Barnard escribe en su artículo “Capitol Hill: el segundo hogar de Netanyahu”, que “Israel con la influencia de EEUU y el abrumador apoyo en el Congreso puede actuar con impunidad en las operaciones genocidas del Ejército israelí en Gaza”, de tal manera que “parecen estar confundiéndose en un solo país”. Sabemos, pues, que ninguno de los candidatos a la presidencia de EEUU “ofrece nada para detener la bárbara matanza de Israel” en Gaza. Trump y Biden ya hemos visto lo que ofrecen. El candidato independiente, Robert F. Kennedy Jr., “se opone a un alto el fuego en Gaza”. Y la vicepresidenta Kamala Harris, si llegara a la presidencia seguiría los mismos pasos del presidente Joe Biden, “conocido también como el genocida Joe”.
El presidente de EEUU ha renunciado a su reelección. Una noticia esperada porque como ha señalado Diane Sare, resulta “obvio para todos que no es posible que sea el presidente Joe Biden quien esté dirigiendo nuestro gobierno”. Estoy de acuerdo con ella y también cuando advierte que “nos adentramos en un nuevo período de turbulencias extremas”. Ya conocemos ese refrán de “Quien siembra vientos recoge tempestades”. Eso es lo que la OTAN está sembrando en el camino irreversible hacia la guerra.
En la cumbre de la OTAN que se celebró en Washington en el 75º aniversario de su fundación, un editorial en El PAÍS (13/07/2024), “Una OTAN por si gana Trump”, nos explica la declaración final de la cumbre con estas palabras: “es irreversible el camino de Ucrania hacia la plena adhesión a la Alianza”. El editorial termina informándonos de que la OTAN, “sin duda, ha intentado blindar –a prueba de Trump– la solidaridad con Ucrania”. Precisamente, el mismo día 13 de julio, la candidata independiente de LaRouche al Senado de Estados Unidos por el estado de Nueva York, Diane Sare, emitió una declaración en la que contradice la opinión de El PAÍS al afirmar que “Los participantes en la cumbre de la OTAN (…) adoptaron medidas que intensificarán la guerra, poniendo al mundo en grave peligro”.