Muchos empezamos a ser conscientes de que la civilización humana se está adentrando en un túnel oscuro. Nos preguntamos qué está pasando para que la especie que considerábamos que era la racional, cada vez lo sea menos.
Insto a sociólogos, psicólogos sociales, o incluso clínicos, a plantear, como prioridad absoluta, analizar qué le está pasando al ser humano. Nos va mucho en ello.
Esta deriva que, a mi juicio, consiste en confundir los derechos individuales con el individualismo; el miedo a estar aislado o solo, a la búsqueda patológica de pertenencia a grupo, lo que en la mayoría de los casos supone un sometimiento a los intereses e ideologías de dicho grupo y a un aislamiento/enfrentamiento con resto. Esto es una auténtica amenaza para la civilización. El ser humano es un ser social, si no, no es humano.
Insto a sociólogos, psicólogos sociales, o incluso clínicos, a plantear, como prioridad absoluta, analizar qué le está pasando al ser humano. Nos va mucho en ello
Las causas seguro que son múltiples. Yo quisiera llamar la atención sobre una a la que, a mi juicio, no se está prestando la importancia que merece.
Evidentemente, y se está señalando, las redes sociales son grandes culpables de ello. Pero nos estamos olvidando del artilugio, de esa pantalla que nos obnubila hasta tal punto que nos hace olvidarnos de nuestro entorno, de nuestros congéneres que nos rodean, al no verlos. Supongo que no soy el único que se haya percatado de ciertos comportamientos, bastante cuestionables, por esos “cabezagachas” y que definen su aislamiento e individualismo. Yo mencionaré el del sujeto que espera en el andén del metro y, cuando tras abrir las puertas, entra, se queda clavado, sin levantar la cabeza del móvil, de espaldas a la puerta, sin importarle un carajo si alguien más quiere entrar. En los sitios públicos la gente se aísla, con la mirada fija en el móvil y los oídos tapados por auriculares.
Estos comportamientos nos hacen olvidarnos de que somos miembros de una sociedad y potencian el individualismo. Nuestras redes neuronales encargadas de analizar nuestro entorno social se debilitan hasta llegar a obviarlo.
Creo que son síntomas muy preocupantes. Lo malo es que, si esto es así, yo no le veo mucha solución.
Nos tendremos que devanar todos los sesos hasta la extenuación para salvarnos a nosotros mismos de ese cáncer para la sociedad que supone el individualismo.
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Jesús Abderramán Álvarez-Sala es socio de infoLibre.
Muchos empezamos a ser conscientes de que la civilización humana se está adentrando en un túnel oscuro. Nos preguntamos qué está pasando para que la especie que considerábamos que era la racional, cada vez lo sea menos.