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Crecer en pandemia

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Máximo Aláez Fernández

Aunque casi desde el inicio de la pandemia al sector joven de la sociedad se le dejó un poco al margen a la hora de adoptar medidas que les ayudasen a enfrentar una situación tan impactante y, simplemente, se les pidió que fuesen responsables para no servir de transmisores del virus a sus mayores, es desde el final del estado de alarma cuando parece que se convierten en el centro de atención social, casi siempre para culpabilizarles por el aumento de incidencia de casos de la enfermedad. Ahora vamos sabiendo que no solo son un vector de transmisión, ya que también ellos enferman y son ingresados en hospitales, y comenzamos a visibilizar que también han sufrido y siguen sufriendo la pandemia. Los datos que ofrecen sobre este sector los especialistas en salud mental (que alertan de un importante aumento no atendido de trastornos de ansiedad, afectivos o del estado de ánimo) deberían permitirnos revisar frecuentes mensajes que se limitan a culpabilizarles de la situación actual.

Recordemos que cuando se inició la vacunación se establecieron grupos de riesgo y se les dio prioridad a éstos, como no podía ser de otro modo, y el mensaje a los jóvenes fue: vosotros no sois grupo de riesgo, casi no desarrolláis síntomas de la enfermedad aunque tengáis el virus y, cuando los desarrolláis, es en forma leve; sed cuidadosos para no transmitir el virus a vuestros mayores y esperad. Y se comportaron civilizadamente o, al menos, tan civilizadamente como sus mayores.

Aunque hemos repetido machaconamente desde el inicio de la pandemia que apenas corrían riesgo propio, sus espacios de socialización (excepto los espacios formativos, que han sido un ejemplo de comportamiento responsable) fueron clausurados sin ofrecerles alternativa alguna.

Cuando iniciamos la última “desescalada” al levantarse el estado de alarma, los mensajes por tierra, mar y aire a la población han sido: ya podemos relajarnos y prescindir de la mascarilla en espacios abiertos porque apenas hay riesgo y podemos reunirnos con los no convivientes; con un porcentaje importante de la población vacunada (especialmente entre los grupos vulnerables), el virus va a circular menos y va a ser menos letal. Como es verano, podemos volver a hacer prácticamente “vida normal”. De hecho, todos, jóvenes y mayores, hemos relajado los controles.

¿Y qué hacen los jóvenes en todas las épocas y culturas en una situación “normal”? Pues reunirse en grupos, pandillas o tribus, experimentar comportamientos grupales que incluye riesgos y celebrar la vida. Eso es lo que están haciendo los jóvenes y eso es lo que está provocando la reacción, a veces muy poco meditada, de muchos sectores de la sociedad.

Pero de nuevo, la pregunta es: ¿Qué les ofrecemos a los jóvenes para que puedan hacer sin mayor riesgo eso que llamamos nueva “vida normal”, o para que puedan encontrar su lugar en esta nueva situación social para todos?

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Máximo Aláez Fernández es socio de infoLibre

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