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Los delirios de Occidente por el motín armado en Rusia

Juan José Torres Núñez

Con el amotinamiento del Grupo Wagner del pasado 23 y 24 de junio, estamos viendo en televisión y en la prensa corporativa una sarta de disparates sin sentido. Por supuesto que existen muchos interrogantes, pero esto Rusia lo irá resolviendo sin la interferencia de otros países en sus asuntos internos. Sin embargo, los delirios del Occidente colectivo que vemos en los medios de comunicación hegemónicos resultan ilógicos. Si analizamos bien la información, observamos un tono de mala intención de tal forma que no se trata de un periodismo crítico y solidario que busca la información independiente y rigurosa para presentar los argumentos con pruebas. Más bien, parece que se trata de un periodismo que busca apagar el fuego con gasolina. Por ejemplo, el representante de la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, al hablar sobre este motín ha declarado que “en Rusia las cosas han vuelto a la calma, pero no sabemos lo que se está cociendo”. 

El Sr. Borrell, un belicista consagrado con ardor, y gran entusiasta del envío de armas a Ucrania, da la impresión de que en realidad desea que las aguas sigan turbias y que el motín siga adelante para ver si se “cuece”. Ya lo dejó claro a la salida de la reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de los Estados miembros de la Unión Europea, cuando resumió los resultados de ese encuentro con estas palabras: “Seguir apoyando a Ucrania más que nunca. Continuar aumentando los apoyos, todo tipo de apoyos, y en particular el militar”. Borrell se alinea, pues, con el Real Instituto de Asuntos Internacionales, conocido como la Chathan House. Según la Executive Intelligence Review. News Service, (29/06/2023), este centro de la política exterior de Gran Bretaña “publicó el 27 de junio una serie de artículos en los que se propaga la mentira de que Putin se había doblegado durante el amotinamiento de Wagner” y que, por tanto, “lo que se necesita en este momento es un flujo enorme de armas a Ucrania”. La EIRNS también nos informa que el ex comandante de las fuerzas químicas, biológicas y nucleares del Reino Unido y de la OTAN, Harmish de Bretton-Gordon, expresó en el diarioTelegraph en un estado de delirio enfermizo, provocado quizá por un ataque de locura, que “ahora, Ucrania puede acabar con el régimen de Putin que se está desmoronando” y que la OTAN debería “darles permiso para atacar a Rusia y derrocar a su presidente, y no se preocupen por cualquier respuesta nuclear…” (https://www.telegraph.co.uk/news/2023/06/27/ukraine-can-now-end-putins-crumblig-regime).

Lo que estos belicistas parece que han olvidado es que Estados Unidos y Rusia poseen en la actualidad el 90% de las armas nucleares. Es decir, tienen la capacidad de destruir el mundo varias veces

Y esta es la cuestión: el desmoronamiento de Rusia, cuestión sobre la que yo di una amplia información en este periódico en mi último artículo, “La guerra en Ucrania, la OTAN y la desintegración de Rusia”. La prensa corporativa mantiene silencio sobre este asunto –importantísimo para Rusia– y mira hacia otro lado. En mi artículo señalo que para los ideólogos neoconservadores angloamericanos, la única solución aceptable para la guerra de Ucrania –provocada por la expansión de la OTAN hacia el este, como han declarado conocidos analistas internacionales– es la desintegración de Rusia. Sabemos que estos ideólogos quieren “borrar a Rusia del mapa mundial”. Lo que estos belicistas parece que han olvidado es que Estados Unidos y Rusia poseen en la actualidad el 90% de las armas nucleares. Es decir, tienen la capacidad de destruir el mundo varias veces. Pero no todos están locos en EEUU, pues el candidato Demócrata a la presidencia de EEUU, Robert F. Kennedy Jr., ha declarado que “Washington ignoró muchas oportunidades de resolver la situación pacíficamente y su comportamiento perjudica a Ucrania”. Precisó que “hubo un intento de alcanzar la paz entre Kiev y Moscú en abril de 2022, pero EEUU se ha empeñado en socavar esas oportunidades porque no quiere la paz”.

Veamos algunas reacciones y delirios sobre este motín. Por ejemplo, en un artículo de El País (25/06/2023), “Novios de la muerte”, se nos presenta una historia tergiversada y manipulada de Rusia, con la intención desde el principio de calificar a Rusia como un “pobre país” que solo sabe resolver sus disputas “a sangre y fuego”. En otro, “Una (corta), ‘larga marcha’”, la autora escribe que Yevgueni Prigozhin, un “héroe nacional”, se ha visto obligado a “echarse atrás al cabo de unas horas. Al menos de momento”. Parece que la autora quiere que siga el motín. También señala que “decíamos que la OTAN era una amenaza y ahora resulta además que, en vez de encoger, crece”. Aquí sí que se ve que la autora desconoce los peligros de la expansión de la OTAN. En otro, “Entre la larga noche de Putin y el fenómeno fugaz de la guerra civil”, se habla de un “choque frontal” que puede acabar en “una guerra civil”. Citando a Vladímir Pasturov, “La guerra civil en Rusia es una norma y puede prolongarse durante décadas de forma latente y alternándose con fases agudas”. Este prodigioso cerebro ruso, lo que en realidad tiene en la cabeza es el artículo de opinión de este periódico este mismo día, “Rusos contra rusos”. En otras palabras, en los delirios de Occidente se ve el deseo de que en Rusia haya una guerra civil. 

Y Volodímir Zelenski, un “pelele de trapo” a las órdenes del grupo neonazi que controla su país y a las órdenes de Estados Unidos, declara en El País (01/07/2023) –como  si estuviera en un escenario actuando en una obra del teatro del absurdo –que “A mí sólo me quiere matar Rusia: a Putin lo quiere matar todo el mundo”. En su obra de teatro del absurdo ha olvidado que en este mundo también hay otros países y grupos de países como China, América Latina, la OCS y muchos más, que no lo quieren matar. Por ejemplo, el primer ministro de India, Narenda Modi, ha expresado a Putin “su apoyo por la actuación decisiva” de Rusia para “proteger la ley y el orden”, y asegurar “la estabilidad del país y de sus ciudadanos”. Cabe preguntarse en qué mundo vive Zelenski, sobre todo cuando afirma que “la OTAN es la mayor garantía de seguridad para Ucrania”. Esto es lo que va a pedir en la Cumbre de la Alianza que se celebrará esta semana, el 11 y 12 de julio, en Vilna (Lituania). Zelenski está respondiendo a la promesa del ex presidente estadounidense George W. Bush, cuando se pronunció a favor de admitir a Ucrania en la OTAN. Pero el ex representante permanente de EEUU ante la Alianza, Robert Hunter, ya ha contestado en un artículo en Responsible Statecraft con estas palabras: “Ucrania no entrará en la OTAN, ni ahora, ni probablemente nunca”. Lo “más probable es que EEUU”, después de la cumbre de Vilna, “empiece a dar marcha atrás”. Eso esperamos.

Según la EIRNS, ahora también sabemos los comentarios de Robert F. Kennedy: “En marzo de 2022, el primer ministro de Israel, Naftalí Bennett, viajó a Moscú para mediar entre Putin y Zelenski. Consiguió concesiones importantes de Putin. Pero Estados Unidos [y los líderes occidentales] bloquearon el acuerdo. La guerra era el plan en todo momento”. El más belicista de todos los líderes fue el británico Boris Johnson porque “dio el mensaje a Zelenski de que la OTAN insiste en que la guerra continúe”. Esta forma de actuar de la pérfida Inglaterra es bien conocida. Se necesita, pues, recordar la advertencia del presidente John F. Kennedy en su Discurso sobre la Paz en 1963: “Las potencias nucleares tienen que evitar las confrontaciones que llevan a un adversario a obligarlo a escoger entre una retirada humillante, o una guerra nuclear”. 

A la vista de todas estas pruebas, resulta incoherente que el presidente de España y presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, Pedro Sánchez, manifieste: “Deseo éxito a Ucrania en su contraofensiva, que esperamos conduzca a una paz justa y duradera”. Y añadió: “Seguiremos unidos contra Rusia hasta que se logre la paz”. Pero al mismo tiempo anunció que “España enviará a Ucrania más material militar pesado”, tanques, vehículos blindados y etc., etc. Yolanda Díaz también apoya el envío de más armas a Ucrania. La izquierda española se ha alineado con EEUU, la OTAN y la derecha para defender las tesis de los neonazis ucranianos. Al haberse convertido en vasallos de Estados Unidos, no se han enterado del plan de guerra “en todo momento” que han tenido y tienen EEUU y sus aliados, como hemos visto.

La prensa corporativa debería haber leído y analizado las palabras de los dos discursos breves de Putin sobre el amotinamiento, antes de comentar que son “discursos furiosos”. El mandatario ruso enfatizó lo siguiente: “Me dirijo a aquellos que, mediante engaños y amenazas, han sido arrastrados a esta aventura criminal y empujados al camino del crimen más grave: el amotinamiento armado. Rusia está librando hoy una ardua batalla por su futuro, repeliendo una agresión de los neonazis y sus amos (…) Prácticamente, la maquinaria militar, económica e informática de Occidente está dirigida contra nosotros”. Señaló que este amotinamiento se pareció al golpe que recibió Rusia en 1917, que acabó en “la tragedia de la guerra civil”. Y Putin añadió: “No permitiremos que esto vuelva a suceder”. The Guardian publicó un artículo indicando –quizá sin darse cuenta– que la invasión fue provocada “por no implementar los acuerdos de Minsk –en donde, como sabemos, Rusia fue engañada–, diseñados para evitar “el surgimiento de un elemento neonazi en Ucrania desde que un golpe de Estado derrocó a un gobierno ucraniano amigo de Rusia en 2014”. Y en el discurso después del motín, Putin afirmó que los organizadores “querían el fratricidio”, como así también lo querían Kiev y Occidente.

Helga Zepp-LaRouche ha advertido que hoy estamos presenciando “un juego que arriesga un Armagedón y amenaza con desencadenar una guerra termonuclear a escala mundial”. El Instituto Schiller, que ella dirige, está coordinando con otras organizaciones una Coalición Internacional por la Paz, para celebrar en todo el mundo este próximo 6 de agosto, en el 78º aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima, con el fin de detener esta locura de los delirios de Occidente. 

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Juan José Torres Núñez, escritor, es socio de infoLibre.            

Con el amotinamiento del Grupo Wagner del pasado 23 y 24 de junio, estamos viendo en televisión y en la prensa corporativa una sarta de disparates sin sentido. Por supuesto que existen muchos interrogantes, pero esto Rusia lo irá resolviendo sin la interferencia de otros países en sus asuntos internos. Sin embargo, los delirios del Occidente colectivo que vemos en los medios de comunicación hegemónicos resultan ilógicos. Si analizamos bien la información, observamos un tono de mala intención de tal forma que no se trata de un periodismo crítico y solidario que busca la información independiente y rigurosa para presentar los argumentos con pruebas. Más bien, parece que se trata de un periodismo que busca apagar el fuego con gasolina. Por ejemplo, el representante de la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, al hablar sobre este motín ha declarado que “en Rusia las cosas han vuelto a la calma, pero no sabemos lo que se está cociendo”. 

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