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Las decisiones del nuevo CGPJ muestran que el empate pactado entre PP y PSOE favorece a la derecha

La dimisión inducida de Quiroga

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Gonzalo de Miguel Renedo

Arantza Quiroga, expresidenta del PP vasco, presentó una moción en el Parlamento de Vitoria para poner en marcha una Ponencia de Libertad y Convivencia. Su loable iniciativa recibió la airada contestación de pesos pesados, en el doble sentido de la palabra, de su propio partido y desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Y todo este jaleo por cambiar una palabra, por emplear el término rechazar en lugar de condenar. Las palabras no son inocentes, pensaron en Madrid. En según qué contexto, las carga el diablo. Y la desautorizaron, dejando claro que la política y la estrategia en Euskadi no las deciden los dirigentes vascos sino los de Génova, 13. Un palo a su autonomía. Rectificar es de sabios, pero recular es de cobardes. Quiroga reculó. Abdicó como presidenta de los populares vascos para sacarse el carné de afiliado de base del PP de Madrid. ¡Qué rendirse, qué entregarse! Y tras su impostura, Arantza Quiroga desapareció unos días para meditar en su bajada de pantalones. Y reaccionó.

Quiroga reapareció para marcharse. No ha aceptado ser dirigente y dirigida. Pensó que era independiente y que podía hacer política a pelo, sin dar cuentas a nadie. Craso error. Su carácter emprendedor resultó ser un proyecto inviable. Lógico en un entorno cerrado como su partido, inmovilista por definición. Quiroga quiso recuperar su dignidad como aquel otro cogió su fusil. Consciente de su humillación primera, se liberó de las cadenas y puso fin a su cautiverio institucional. Su partido, comprendió, no buscaba el entendimiento ni la reconciliación. Prefiere la confrontación y el conflicto, ese del que tanto hablan los abertzales. Y es que se vive muy bien en el centro a costa de los conflictos periféricos, sean en Bilbao o en Barcelona.

No creo que vuelva a la política, pero si lo hace más le vale preservar su libertad con la protección adecuada. Tras su salida inducida, han designado a Alfonso Alonso para tomar las riendas del partido conservador en Euskadi. Y todos los compañeros de Quiroga sin excepción, Sémper, Damborenea, Llanos, han celebrado con gozo indisimulado la vuelta del vitoriano que nunca se fue. Y uno piensa: a Quiroga no es que le hayan hecho la cama. Le han hecho una litera a tres bandas.

Gonzalo de Miguel Renedo es socio de infoLibre

Arantza Quiroga, expresidenta del PP vasco, presentó una moción en el Parlamento de Vitoria para poner en marcha una Ponencia de Libertad y Convivencia. Su loable iniciativa recibió la airada contestación de pesos pesados, en el doble sentido de la palabra, de su propio partido y desde la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Y todo este jaleo por cambiar una palabra, por emplear el término rechazar en lugar de condenar. Las palabras no son inocentes, pensaron en Madrid. En según qué contexto, las carga el diablo. Y la desautorizaron, dejando claro que la política y la estrategia en Euskadi no las deciden los dirigentes vascos sino los de Génova, 13. Un palo a su autonomía. Rectificar es de sabios, pero recular es de cobardes. Quiroga reculó. Abdicó como presidenta de los populares vascos para sacarse el carné de afiliado de base del PP de Madrid. ¡Qué rendirse, qué entregarse! Y tras su impostura, Arantza Quiroga desapareció unos días para meditar en su bajada de pantalones. Y reaccionó.

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